Coronavirus Sevilla
Los comedores sociales de Sevilla esperan una avalancha de personas en invierno
La demanda ha triplicado desde el verano con la llegada de un nuevos perfiles de usuarios como trabajadores precarios y parados
El trasiego de cajas y bolsas no para nunca en el comedor social Nuestra Señora del Rosario . En las cocinas de la calle Pagés del Corro se preparan a diario más de trescientos menús que las Hijas de la Caridad entregan en la puerta. El Covid se ha llevado por delante el servicio en mesa y lo ha sustituido por fiambreras. «Resulta menos personal, pero nos permite atender a más gente, que es de lo que se trata ahora», reconoce sor Purificación, directora del centro, que gestiona también el economato . «No hay descanso. Por un lado nos vienen las familias que compran aquí derivadas de las Cáritas diocesanas o de otras entidades y por el otro, los que comen a diario», asegura la religiosa.
El comedor se prepara para un invierno duro, con la incertidumbre de otro confinamiento domiciliario y una avalancha de peticiones que puede desbordar la organización. «Pero vamos a responder con todo lo que podamos como hemos hecho hasta ahora», dice. Desde mediados de septiembre este comedor de Triana suma a su carga habitual una parte de los usuarios del centro del Pumarejo que dirige la misma congregación. También reciben más público derivado de otros dispositivos los fines de semana porque allí no cierran. Esos días superan los 400 comensales.
«Desde marzo hemos tenido una demanda progresiva que, desgraciadamente, va a seguir creciendo», lamenta esta religiosa. Su caso no es el único. La previsión la comparte el comedor de San Juan de Acre , en el Casco Histórico, que está bajo la gestión de la Orden de Malta . Miguel Enrile , delegado en Andalucía de esta institución, comenta a ABC que casi han triplicado la atención en lo que va de año. Allí preparan cada día 500 almuerzos para las personas que llegan a las instalaciones , una parte de ellas derivadas de los comedores del Pumarejo y de las Hermanas de la Cruz , ambos cerrados por los contagios de Covid-19. «Esperemos que abran pronto porque se viene una situación muy complicada», admite. El motor de este centro son los más de 350 voluntarios que lo ponen a funcionar . « Ahora ofrecemos una vez a la semana alimentos frescos para los hogares con problemas, antes esto se hacía sólo una vez al mes y eran productos no perecederos. Es una necesidad que vamos a cubrir mientras podamos», señala Enrile, que teme otro confinamiento como el de marzo. Aclara que «aquello nos cogió por sorpresa, nos vimos en la primera línea de fuego sin saber a qué nos enfrentábamos, pero al menos había muchas personas que todavía tenían capacidad económica para aguantar. Ahora se suma la incertidumbre sanitaria a las dificultades sociales con los hogares más debilitados», advierte.
Trabajadores pobres
Para dar respuesta la estructura del comedor de San Juan de Acre se refuerza con nuevos servicios como las clases de apoyo escolar para hijos de inmigrantes y programas de inserción laboral. El delegado regional de la Orden de Malta considera que «va a ser fundamental para el futuro porque no sabemos hasta cuándo va a durar esta crisis», que trae un nuevo perfil de usuario: el del trabajador precario que vive al día. « Son personas que nunca se han visto en esta situación y es tremendamente doloroso », indica.
Estos mismos ciudadanos llegan también a las puertas del comedor de San Juan de Dios . Son profesionales que trabajan en la economía sumergida, camareros que encadenaban contratos por temporadas, repartidores de comida a domicilio, cuidadoras de niños y personas mayores, asistentas del hogar,... «La lista es interminable», reconoce Ignacio Romero , director de este centro, situado en la calle Misericordia. «La gente tiende a pensar que la mayoría de los usuarios que vienen aquí son personas sin hogar o inmigrantes irregulares, pero ellos apenas representan el 15 por ciento del total », asegura.
La institución hace balance estos días de la actividad y comenta que sólo en octubre han servido alrededor de 5.000 comidas, tres veces más que el año pasado. « Nunca hemos tenido estos datos, ni siquiera en los años duros de la crisis anterior . La actual está siendo muy intensa y mucho me temo que lo peor está por venir cuando terminen los ERTE y las ayudas de las administraciones públicas», comenta. Para responder a la demanda se ha reforzado la cocina con una persona más y se ha ampliado el horario de puertas donde se entregan los menús.
«Desde que empezamos a funcionar hace diez años -continúa Romero- hemos tenido que ampliar los servicios y ahora son más necesarios que nunca». Este responsable prefiere referirse al centro que dirige como un dispositivo de servicios sociales. « Hacemos seguimiento a los usuarios que hay registrados, hemos creado un servicio de duchas, una consulta de atención bucodental en el hospital de San Juan de Dios con un odontólogo voluntario y ahora vamos a ofrecer un taller para la inserción laboral en colaboración con la empresa de recambios Jiménez Maña », señala.
Los voluntarios son un pilar fundamental para la institución, pero muchos de ellos tienen más de 65 años y han dejado de estar en la primera línea con la pandemia. « Ellos quieren seguir viniendo, pero son colectivo de riesgo y por seguridad preferimos reducir su exposición . Por suerte, hemos encontrado apoyo en la Fundación La Caixa , que nos ha ofrecido a sus colaboradores y están haciendo un magnífico trabajo aquí», asegura.
Esta altísima demanda que soportan los comedores la sustenta el Banco de Alimentos , proveedor de los mismos, que prepara para la próxima semana su gran colecta . El presidente de la entidad, Agustín Vidal, no oculta la preocupación por cómo puedan afectar a esta iniciativa las restricciones impuestas por el Gobierno y la Junta. « En nuestros almacenes tenemos productos para aguantar hasta noviembre y diciembre , pero hay que garantizar el inicio del año y será con esta campaña», comenta. Por eso teme que un nuevo confinamiento domiciliario o que las limitaciones de movilidad reduzcan las posibilidades para colaborar.
«Tenemos un momento de gran necesidad. Las peticiones directas al Banco de Alimento han crecido un 25 por ciento este año », segura. El problema es que no se han actualizado la directrices para la entrega de alimentos procedentes del Fondo de Ayuda Europea para los Más Desfavorecidos (FEAD) , que cubre el 60 por ciento de la demanda y las remesas son las mismas que el año pasado. Eso deja a las entidades en una posición de mayor dependencia de la solidaridad ciudadana para seguir siendo apoyo de los que más lo necesitan.
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