Coronavirus en Sevilla

Cáritas estima que una de cada cuatro familias a las que auxilia perderá su casa

La demanda asistencial crece un 35% desde que empezó la crisis del Covid-19

El 70% de las ayudas son para el pago de alquileres, hipotecas y suministros

Mariano Pérez de Ayala y el obispo auxiliar, Santiago Gómez Sierra Juan Flores

Elena Martos

Los 2.858 voluntarios de las Cáritas parroquiales de Sevilla trabajan a destajo desde que la emergencias sanitaria obligó a confinar a la población en casa. En apenas tres meses la demanda asistencial ha crecido un 35 por ciento , más de un tercio, recordando momentos de los años duros de la crisis económica, como reconoció ayer el obispo auxiliar de la Diócesis sevillana, Santiago Gómez Sierra, quien presentó la memoria de actividades de 2019 junto al director de la institución asistencial, Mariano Pérez de Ayala.

Y no era poca la carga que ya soportaba la organización, pues sólo en 2019 ha atendido a 43.135 personas casi a pulmón. El 80 por ciento de los recursos que movilizó -algo más de ocho millones- proceden de colectas, donativos, socios y legados, mientras que el 20 por ciento restante de los fondos corresponde a subvenciones públicas y privadas. Gómez Sierra recordó que «la mayor parte de este auxilio social recae sobre las 251 Cáritas parroquiales repartidas por toda la provincia».

La principal labor se lleva a cabo en las tres barriadas más vulnerables de la capital andaluza, que son también las de toda España: Tres Barrios, Polígono Sur y Torreblanca . Allí el 80 por ciento de los residentes vive de la economía sumergida, como recalcó el director de la institución, que se afana estos días en el estudio del impacto de la crisis del Covid-19 que estará listo para finales de año o principios de 2021.

Eso ha supuesto que un volumen importante de esta población se haya quedado sin recursos de un día para otro y sin posibilidad alguna de percibir alguna prestación. Viven de la venta ambulante, de las ferias, de la hostelería sin contrato, como empleadas domésticas y otros trabajos en precario que se perdieron con la orden de confinamiento. La emergencia sanitaria ha provocado que las peticiones de ayuda se disparen hasta un 60 por ciento e incluso se hayan llegado a duplicar en las zonas con más problemas.

Riesgo de desahucios

Las cifras que fue relatando dan una imagen del drama, que vuelve a poner en el centro de las preocupaciones el problema de la vivienda . Según dijo, «el confinamiento ha demostrado la importancia del hogar como espacio de seguridad, pero el 49 por ciento de las familias que atendemos tiene problemas para pagar la casa o el piso en el que vive, ya sea la hipoteca, el alquiler o los suministros». El 70 por ciento de las ayudas que Cáritas ofrece a estos beneficiarios son precisamente para cubrir esos gastos. Con la experiencia de estos tres meses de emergencia, los responsables de la institución temen que «una de cada cuatro familias tendrá que abandonar la vivienda en la que reside», dijo el director a modo de previsión y rememorando la dolorosa experiencia de los desahucios que crecieron de forma desmedida durante la pasada crisis económica.

Todavía con datos muy provisionales, Pérez de Ayala estimó que «esta emergencia será mayor que la anterior» , por la intensidad con la que se ha manifestado. Resaltó que «ha cortado de raíz los ingresos de un buen volumen de la población que vive de actividades no formales, con lo que no tiene ningún tipo de prestación». Esa situación ha dado lugar a un nuevo perfil de la persona que pide ayuda. «Hasta ahora los principales beneficiarios eran parados de larga duración con poco respaldo social y familiar. A ellos se suman los cabezas de familia que han perdido su sustento por trabajar sin cobertura legal o por estar en un ERTE y no haber recibido aún la prestación», señaló.

Situación previa

«La crisis nos ha obligado a redoblar esfuerzos en una situación que ya de por sí no era buena», insistió el director de Cáritas en Sevilla. Recordó igualmente que la tasa de paro era del 20,74 por ciento en la provincia, una de las más altas del país y que el 12 por ciento de la población vivía por debajo del umbral de la pobreza. «Esta nueva recesión llega cuando nos recuperábamos de la anterior, pues en 2019 apreciamos una leve mejoría con un 4 por ciento menos de familias atendidas. Sin embargo, los datos de los que disponemos nos indican que las cosas se van a poner mucho peor en otoño» , consideró.

A la par, los equipos de la organización mantienen los programas para mejorar la situación de las personas atendidas como el de empleo. Sólo en 2019 participaron en estas iniciativas 592 usuarios. Se atendieron igualmente a 529 personas sin hogar a través de los proyectos de atención en calle y el centro de atención integral Amigo. El proyecto de mujeres recibió a 303 beneficiarias , mientras que el de inmigrantes tuvo a 205 participantes en programas de asesoramiento, formación y acogida.

«La crisis ha dejado ver esa fragilidad, la falta de respuesta, recursos e infraestructura en protección social. Miles de personas se han visto desprotegidas de la noche a la mañana. No han sabido a quién acudir. Los servicios sociales comunitarios, ya de por si debilitados, con escasos recursos materiales y humanos, no han podido hacer frente a las consecuencias sociales de la pandemia con solvencia», lamentó Pérez de Ayala.

Convencido de que «esta crisis ha venido para quedarse», reiteró que «lo peor está todavía por llegar» y tuvo un recuerdo para aquellos que «a pesar de no tener ingresos no reciben ninguna ayuda de las administraciones como los inmigrantes en situación irregular. Por todos ellos la entidad ha vuelto a lanzar un llamamiento que comienza esta misma semana. Fue en este caso el obispo auxiliar quien recordó que «el jueves celebramos la solemnidad del Corpus Christi, Día de la Caridad y con motivo de ello presentamos la campaña “El poder de cada persona, cada gesto cuenta”, que es el mismo eslogan utilizado para la memoria de actividades de 2019».

Un otoño caliente

«Con este mensaje queremos poner en valor la generosidad de miles de ciudadanos que han prestado sus servicios, donado sus recursos o articulado mecanismos desde la más absoluta creatividad para apoyar económicamente nuestra acción social», señaló. También recordó la magnífica labor que hacen las hermandades, las comunidades religiosas y los grupos de inspiración cristiana, que son también parte importante de ese cinturón de protección social de la Iglesia.

Cáritas, como otras entidades de asistencia, prevén un otoño caliente. Será en esa temporada cuando se produzca una importante destrucción de puestos de trabajo que actualmente están afectados bajo los expedientes temporales. Una estimación parecida hizo el Banco de Alimentos hace apenas unas semanas. Durante la presentación de la «Operación kilo» su máximo responsable, Agustín Vidal, recordó que la institución contaba con 42.000 beneficiarios antes del comienzo de la crisis del coronavirus, a las que atendía a través de 290 entidades colaboradoras. Hoy son 325 entidades ya las que se han registrado y 50.750 las personas que han acudido a solicitar ayuda. La respuesta de la ciudadanía ha sido buena, pero toda esta ayuda se queda corta para lo que está por venir.

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