Coronavirus en Sevilla

«Aplaudimos todos los días a las ocho hasta partirnos las manos»

Familiares de los médicos que luchan contra el coronavirus viven la pandemia con incertidumbre y también esperanza

Un grupo de enfermeros en el hospital Virgen del Rocío Manuel Gómez

Pedro Ybarra Bores

En el balcón de un cuarto piso de Nervión suenan todas las tardes, a las ocho, uno de los aplausos más fuertes que se oyen estos días de confinamiento en la capital hispalense. Allí viven Alejandro Salamanca y Catalina Rivera , padres de cuatro hijas. Elena, la mayor, es doctora infectóloga y Celia, la segunda, médico preventivista. Las dos luchan contra el Covid-19 en los hospitales Macarena y Virgen del Rocío de Sevilla. «Antes de que se decretara el estado de alarma ya llevaban tiempo muy liadas, viéndolo venir. Vivimos todo esto confinados, un poquito hartos, con sufrimiento y con muchas ganas de verlas, saliendo a aplaudir, a partirnos las manos».

Catalina estudió Medicina, aunque hace muchos años que no ejerce, y su marido fue visitador médico hasta su jubilación. «No las vemos desde el viernes 13 de marzo a las tres de la tarde . Mi hija pequeña nos hace ahora las compras y las deja en la puerta. Hemos vivido esto con mucha preocupación, porque pensábamos que lo más probable era que se infectasen. Hace cinco segundos acabo de hablar con una de ellas que estaba resfriada y le he dicho que mejor pensar que con los cambios de temperatura, que pasan del sol a la sombra en un momento, se ha resfriado», dice su madre.

«Orgullosísima»

«En el fondo están contentas porque los hospitales aquí en Andalucía van un poco mejor que en otras zonas del país. Lo que estoy es orgullosísima de mis hijas a pesar de todo, es lo que yo hubiera querido que hicieran, tirar para adelante y muy orgullosa de las hijas que he podido criar, es lo único importante para mí».

Alejandro confiesa que no sale «ni para arrancar el coche y estamos cumpliendo el confinamiento a rajatabla. Sufrimos por las dos hijas, porque el riesgo de infección es muy superior al de resto de las personas que están en casa o en la calle paseando al perro. Ellas están bien, eso sí, agotadas. Con guardias y muchas horas. No recuerdo una situación como esta nunca. Lo único que salimos es a aplaudir a las ocho con fuerza y nada más, caminar, leer, ver televisión, el ordenador, y esperar sus llamadas , es la rutina de cada día», añade.

Juan Manuel Atorrasagasti es el marido de la doctora María Dolores Rincón, intensivista en la UCI del Virgen del Rocío y padres de un hijo de diez años. «Lo llevo más o menos bien —dice—, ella es la que está más estresada porque la situación en la que estamos tiene por un lado la responsabilidad de su trabajo, y por otro la inquietud, la intranquilidad, nerviosismo e incertidubre de no saber muy bien cuánto va a durar esto, o incluso el alcance o gravedad que puede resultar para la familias, el no poder visitar a los padres... ahora mismo con el Covid-19 están cada semana adecuando los horarios en función de la demanda que haya». «Cuando llega a casa sobre todo, ella sigue un ritual para quitarse la ropa, ducharse, no acercarse al niño hasta que hace todo eso y entonces ya nos saluda y podemos hacer vida de familia. Al principio es muy complicado cuando el niño ve llegar a su madre, pero también tiene diez años y a esa edad ya es más fácil porque es capaz de entender», añade.

Incertidumbre

Juan Manuel ve el coronavirus «con preocupación, sobre todo por lo que puede durar y cómo afectará a la economía, así como el alcance real que tiene. A la hora de salir a la calle habrá que salir con garantías. La incertidumbre es lo que más me llama la atención. Hay que ser positivos y espero que todo acabe bien. Eso sí, agradecer sobre todo a los sanitarios por lo que están haciendo», concluye.

Marta y Teresa Alegre son hijas y hermanas de médicos. «Nuestro padre y hermana están casi todo el día en el hospital. Nos lavamos mucho las manos, pero como cualquier familia», dicen. Las sevillanas afirman que «no nos da miedo la situación, aunque somos conscientes del riesgo que corren cada día. Tenemos mucha fe y estamos esperanzadas en que todo esto pase lo antes posible», añaden.

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