Coronavirus
Las primeras misas de la fase 1 en Sevilla se estrenan con un tercio de aforo y mascarillas
Gel hidroalcohólico de bolsillo, comunión con mascarillas y bancos señalados con esparadrapo para la primera eucaristía con fieles en dos meses en las parroquias de Sevilla
Las iglesias de Sevilla reabren tras dos meses clausuradas
A las siete y media de la mañana, no se suele hacer canto de entrada en la parroquia de San Carlos Borromeo , en el barrio de Nuevo Porvenir, en los terrenos ganados a la antigua fábrica de gas de Catalana, al otro lado de la avenida Felipe II. Pero la ocasión era bien propicia para que el sacerdote iniciara el «Vienen con alegría, Señor» que se adivinaba bajo las mascarillas de los parroquianos presentes.
Después de dos meses de eucaristía sin asamblea, era como una especie de primera comunión colectiva , marcada por las circunstancias. Por las circunstancias y por los esparadrapos con que se han señalado en aspa los sitios donde pueden sentarse los fieles, en cada extremo del banco salvo los matrimonios, que pueden hacerlo juntos.
A la entrada del templo, un reducido grupo de voluntarios señala amablemente el bote de gel para desinfección de las manos y conduce hasta los lugares habilitados empezando desde el presbiterio hacia atrás. De las ochenta plazas que había dispuesto la parroquia, sólo se habrán dejado de ocupar unos diez lugares.
En total, unos setenta parroquianos en el oficio de las 7.30 de la mañana, uno de los tres que ha dispuesto el párroco, Carlos González Santillana , para atender las necesidades espirituales de su grey. El mismo en persona, con alba pero sin revestir, ha explicado paso por paso todos los detalles: el doble juego de cálices, copones y vinajeras para cada uno de los dos sacerdotes que celebrarán a lo largo del día a las 7.30, 11.30 y 19.30 horas ; la distancia obligada en la procesión de la comunión; la limpieza de manos con gel de bolsillo de todos los fieles antes de recibir la comunión; la ausencia de lectores y servidores del altar ; y hasta una explicación teológica sobre la epíclesis del Espíritu Santo con la tapa del copón puesta y la palia sobre el cáliz.
En el momento de la comunión, «el más crítico de toda la ceremonia», el sacerdote se ha colocado su mascarilla y ha tomado de la credencia el bote de gel con que se ha desinfectado las manos antes de tomar el copón y repartir las formas.
Salvo por las distancias y las mascarillas, la misa ha sido del todo normal. Quizá algo más larga de lo habitual a esa hora en ese templo porque todos los movimientos se ejecutan de manera más premiosa. Y con otro paisanaje algo distinto del que solía: profesionales encorbatados, madres con niños en edad escolar y hasta algún ilustre político local que salían escopetados en cuanto se daba la bendición camino de sus quehaceres cotidianos. En su lugar, vecinos del barrio en su mayor parte.
En esta ocasión, el párroco avisó al principio y al final de la eucaristía que no se demoraran rezando mucho tiempo después de misa rezando -«Confío en que no hayan estado sin rezar dos meses, pensando en que el primer día de iglesias abiertas se iban a hartar«- porque hay que proceder a la desinfección de bancos para el siguiente servicio.
Durante la oración de los fieles , la misma que se viene repitiendo en las misas durante el tiempo de la pandemia, cada feligrés iría poniendo mentalmente nombre propio a los presbíteros, a los difuntos, a los enfermos, a los sanitarios, agentes del orden de su círculo de conocidos por los que la Iglesia invita a rezar.
En la homilía, breve y directa, un apunte sobre la lectura de los Hechos de los Apóstoles y la apelación directa a levantarse que el apóstol Pablo a un cojo de nacimiento: «Levántate, ponte derecho». Eso justo es lo que ha hecho la feligresía de San Carlos Borromeo esta mañana bien temprano: levantarse y ponerse derecha para recibir el viático de la Iglesia peregrina .
La celebración ha terminado con una juiciosa referencia a la «normalidad» de mantenerse alejados unos de otros usando mascarilla en vez de la por momentos tumultuaria masificación sin protección bucal que se observa en la calle: «Lo normal debería ser como estamos aquí, no como están en la calle» , ha dicho el párroco, antes de dirigir un cariñoso guiño a uno de los feligreses presentes con la frase que viene repitiendo cada día desde hace dos meses: «Tengan cuidado ahí fuera» .
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