CORONAVIRUS

«A mí no me tose nadie» y otras expresiones contagiadas de coronavirus

La tos y sus derivados acumula una larga tradición en el lenguaje coloquial e incluso en la literatura que ha vuelto a ponerse de actualidad en plena crisis sanitaria

Composición con mascarillas de todo tipo por las calles de España EFE

Javier Rubio

La tos, que estos días cobra actualidad como primer síntoma de la enfermedad Covid-19, tiene una larga tradición en el habla coloquial e incluso en expresiones cultas como la literatura, puestas al día con la noticia de que una mujer de Utrera le tosió a un agente de policía que le recriminaba su actuación en plena calle.

La expresión «A mí no me tose nadie» ha cobrado pleno significado con la reprobable acción de la mujer de Utrera. El diccionario de la Real Academia recoge «toser alguien a otra persona» como locución verbal coloquial con el siguiente significado: «Competir con ella en algo y especialmente en valor. Usada más con negación. A mí nadie me tose. No hay quien le tosa».

¿De dónde viene la expresión? La explicación etimológica la hace derivar del latín «tussis» , que tiene su correlato en casi todas las lenguas romances: tos en castellano y en catalán, tosse en portugués y en italiano, toux en francés y tuse en rumano. Puede que la raíz latina fuera una creación onomatopéyica queriendo reproducir el sonido de la respiración forzada o puede que derive de una raíz indoeuropea emparentada con palabras que aluden a golpes como tunda o contusión.

Epigrama de Marcial

Marcial cita la tos en el libro V de sus epigramas: «Cuatro dientes te quedaron (si bien me acuerdo); mas dos, Elia, de una tos volaron. Los otros dos, de otra tos . Seguramente toser puedes ya todos los días pues no tienes en tus encías la tercera tos que hacer«, según la traducción clásica de Bartolomé Leonardo de Argensola.

«A mí no me tose nadie» hace referencia a una formación en la que el primero, el que va por delante, no recibe las toses de nadie cuando se vuelve la cabeza para cortésmente apartar el gesto. Por tanto, sólo el líder estaba a salvo de que alguien le tosiera y de ahí fraguó la expresión coloquial con significado figurado.

El lenguaje familiar reúne otras composiciones en las que figura la tos. Por ejemplo, «más vale sudar que toser» que viene citada en el «Tesoro de la lengua» de Covarrubias . Y otras que hacen referencia a lo escandalosa que resulta: «Amor, fuego y tos descubren a su poseedor» o «Amor, tos y dinero llevan cencerro». El refranero también advierte de las consecuencias de este súbito ataque respiratorio: « La tos seca es de la muerte trompeta« y « Una tos añeja puede costar la pelleja «.

También con la proliferación de toses en sitios concurridos como sucede hoy en día con los conciertos musicales «Casa de Dios, casa de tos» sirve para explicar la coincidencia de toses entre los asistentes que es habitual en misas y espectáculos con efecto contagioso.

Cortázar y la señora alemana

Y también inspirador de textos literarios como este fragmento de Julio Cortázar en su cuento «La tos de una señora alemana» sobre la grabación de un concierto de Wilhelm Furtwängler en 1947 : «Creo que en el segundo movimiento, en que un pianissimo de la orquesta dejó pasar una tos, un solo golpe seco y claro de tos que no habría de repetirse, una tos de mujer, la tos de una señora que cualquier cálculo de probabilidades definiría como la tos de una señora alemana «. El relato concluye de una manera que quizá hoy podríamos rescatar: »¿Quién fue esa mujer, dónde se sentó esa noche, está aún viva en alguna parte el mundo? ¿Por qué esa tos hace nacer estas líneas en otro tiempo, bajo otro cielo? ¿Hasta cuándo vamos a seguir creyendo que lo maravilloso no es más que uno de los juegos de la ilusión?»

En este apresurado repaso por la tos y sus derivados como la flema, hay que incluir «La montaña mágica» de Thomas Mann centrada en el sanatorio de Davos y «Pabellón de reposo», de Camilo José Cela en torno a un dispensario antituberculoso en la sierra de Guadarrama. Quizá la página más elocuente referida a la tos en la literatura española la firma Leopoldo Alas «Clarín» en «El dúo de la tos», donde el concierto de toses entre las habitaciones 32 y 36 alcanza dosis hilarantes.

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