Coronavirus

Diario de Covid-19 / día 48: «Qué es lo normal»

De acuerdo. Nueva normalidad. ¿Y si dictamos nuevas normas? Si decidimos que las personas van por delante de cualquier otra consideración y actuamos en consecuencia...

Pancarta de ánimo en un bario de Sevilla Juan Flores

Javier Rubio

¿Y si Pedro Sánchez tuviera razón? No en el sentido en que plantea las restricciones que nos acompañarán, por lo menos hasta el otoño, cuando se pueda salir a la calle. No. Sino en un sentido todavía más amplio en el que salgamos con una nueva actitud a una nueva sociedad con unos nuevos valores en un tiempo nuevo . Mucha novedad, parece, de entrada, pero ¿y si nos lo proponemos de salida?

Es curioso. A punto de cumplir la séptima semana encerrados en casa, conforme se acerca la hora de romper el enclaustramiento, más añoranza destilan las costumbres que dejamos en la puerta el día que entramos. Y ahora, con la perspectiva de salir en unos cuantos días aunque sea a pasear, queremos volver a todo lo que habíamos dejado atrás. En el mismo punto exacto donde lo dejamos.

Qué lejos quedan los propósitos de los primeros días o las primeras semanas de este encierro, cuando entre todos soñábamos con que el confinamiento purificase algunas de nuestras actitudes y le veíamos el lado positivo al freno en nuestra frenética existencia que nos impuso el encierro. Ubi sunt? Donde están aquellos pensamientos en los que reconocíamos que nos vendría bien más paz, cierto sosiego, tiempo para cultivarnos nosotros mismos y cultivar nuestras relaciones dentro de la familia, con los amigos, con conocidos...

Pero, aplastados por el cansancio de permanecer recluidos un día tras otro mientras la primavera avanza en el exterior y va regalando cada día unos minutos más de luz solar, ahora lo único que ansiamos es volver por donde solíamos . A nuestro bar, a nuestro mundo caótico, a nuestras prisas, a nuestro avío.

Es como si se nos hubiera dado la oportunidad de intuir que finalmente este trimestre será un paréntesis y que no saldremos de esta más hermanados y dispuestos a ayudar al que más lo necesita, a darnos, sino al contrario, más individualistas y preocupados en exclusiva por nosotros mismos , a que nos den. Interesante disyuntiva psicosocial que seguro que permite sesudas tesis doctorales y ensayos de todo tipo: ¿de qué manera nos cambió la crisis sanitaria de la Covid-19? Si es que nos cambió algo...

Vuelvo al punto de partida. ¿Y si nos diera por construir de otro modo la nueva normalidad que con taimada astucia ha puesto en circulación el gabinete de ideas de la Moncloa? ¿Y si nos diera por desbordarla y cambiar de veras nuestra forma de vivir ? No hay nada que nos obligue. Bueno, al menos tengamos la honestidad intelectual de reconocer que estamos obligados por eso que resumió Jacinto Benavente en el título de su obra más recordada : « Los intereses creados «.

En efecto, los intereses cruzados de unos con otros para retomar el mundo en el punto en que lo dejamos: el cálculo de rentabilidades, la proporción de impuestos que se destina a satisfacer la protección y seguridad que nos garantiza el Estado, el gasto público, el beneficio privado, las cotizaciones sociales, las pensiones... Toda esa maraña de artificios tras el que se esconde eso que los sociólogos llaman el contrato social. Todo lo que está en juego y que sospechamos que forma parte del experimento de ingeniería social por el que, al menos la mitad del Gobierno, anda suspirando.

De acuerdo. Nueva normalidad. ¿Y si dicto yo las normas? Quiero decir, cada uno de nosotros . Si decidimos que no nos merece la pena ganar más para viajar al extranjero porque no se va a poder viajar. Si decidimos que no nos merece la pena trabajar tantas horas si, a cambio, los niños se quedan solos. Si decidimos que la vida que no se entrega queda estéril. Si decidimos que las personas van por delante de cualquier otra consideración y actuamos en consecuencia...

En el libro que hoy estaba leyendo me encontré con este párrafo: «Llegará un día en que el ruido enmudecerá. A todo lo visible, palpable y audible le llegará la hora del juicio y se producirá la gran transformación. Al mundo exterior le gusta considerarse como el auténtico, lo de dentro no sería más que un apartado algo endeble donde el hombre se refugia cuando ya no puede con lo principal. Llegará un día en que las cosas se pondrán en su sitio. Lo que ahora calla, se manifestará como lo realmente fuerte. Lo que está oculto, como lo decisivo. La intención será más importante que la acción, el ser pesará más que el éxito ... Pero eso no es todo; lo de dentro y lo de fuera será entonces una misma cosa. Lo exterior será real en la medida en que sea justificado por lo de dentro. Lo que no esté también dentro, se desmoronará. En la nueva y eterna creación solo entrará lo que este arraigado por dentro y sea verdadero«.

El original tiene casi un siglo de historia y ahí sigue, desafiando con parrafadas como la anterior nuestra normalidad , sea cual sea la que tratemos de explicar: la que traíamos, la que nos quieren imponer, la que añoramos, a la que volveremos... Hablando con Dani de todo esto más o menos, trataba de convencerme de que no hay temor posible, que la vacuna del SARS-CoV-2 llegará en septiembre u otoño en cualquier caso. Pero no es el virus el que da miedo.

En realidad, lo que más pánico me da es que hayamos tirado por la borda este trimestre y no hayamos aprendido nada y lo demos por amortizado como un tiempo entre paréntesis en el que despertó tímidamente lo interior -algunos lo llamamos alma- de cada hombre y cada mujer, pero nos dio tanto miedo de actuar según lo que nos dictaba el corazón, que preferimos volver a nuestra rutina y enredarnos en discutir sobre la fecha de apertura de los bares.

Acabo ya, que luego me riñen cuando me pongo muy profundo aunque estos no sean más que apuntes a vuelapluma que convendría retomar con tiempo y dedicación por delante. Puede que, aunque nos dejen salir y hacer vida «normal», en algunos se acentúe todavía más la sensación de vivir en un exilio interior ajeno al tráfago del mundo, de sus obras y de sus seducciones.

Ahí lo dejo. Si van a salir, sigan el consejo: « Tengan cuidado ahí fuera «.

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