Las calles están «como la boca de un lobo»
Un coche y una moto llevan años arrumbados en plena vía pública en El Plantinar
Vecinos se quejan de las fiestas de los estudiantes alquilados en los pisos y del abandono generalizado del barrio
Por El Plantinar solo ha pasado el tiempo inexorable del abandono que no repara en pavimentos, jardines, arboleda ni limpieza. Por lo demás, si no fuera por los estudiantes que salen de los bloques apresurados para el campus universitario cercano de Ramón y Cajal, el barrio conserva ese encanto del comercio tradicional en el que se echan tertulias de media mañana, calles con poco tráfico que se cruzan sin mirar, vecinos que te llevan a la casa de Paco o de Juan porque se conocen de toda la vida, puestos de chucherías en el que fían y voces a pie de calle porque se ha averiados el telefonillo del bloque que no tiene ascensor.
Eso queda también, decenas y decenas de bloques sin ascensor y muchas personas mayores. Las que se han ido para siempre han dejado sus pisos a caseros de universitarios que traen por la calle de la Amargura al resto del vecindario con las fiestas que organizan en los pisos o los escándalos que arman en la zona.
El barrio es una isla en el entramado urbano en que se encuentra. Rodeado de modernas avenidas y edificios, El Plantinar languidece por días víctima del más absoluto abandono «esté en el Ayuntamiento el que esté», dice Fernando Rivas , presidente de la asociación de vecinos Mulhacén.
Rivas es un histórico del asociacionismo que lleva 32 años en el barrio y que tiene claro que «nos tratan como nos tratan porque la gente es como es y los políticos solo vienen aquí cuando hay elecciones», lamenta mientras pinta los barrotes de las ventanas de su casa. Él siempre apuesta por la «convivencia, por la pedagogía y por las medidas disuasorias para atajar el menudeo de los chavales que se ponen en la placita».
«Si por aquí viniera la Policía de vez en cuando a darse una vueltecita se podrían evitar muchas cosas sin tener que llegar a la represión», añade.
Lo mismo hay que hacer con los estudiantes que viven de alquiler en los bloques, según señala, que constituyen cerca del 80% de la población del barrio.
Rivas lleva años trasladando a los diferentes munícipes los problemas del barrio y no se solucionan. Es más, se agravan.
La desidia llega a tal extremo que en la calle Virgen del Sol hay una moto abandonada y destrozada desde hace años aparcada en medio de la acera. En Igueldo, delante del portal número 3 hay un coche también abandonado desde hace años que algunos fechan en 2014. En los comercios ya han perdido la cuenta pero sí saben que en el distrito tienen conocimiento de la situación. Si hablamos de zonas verdes la sequedad del parquecito infantil de la Plaza del Aljarafe contrasta con los naranjos de las calles que no se podan desde hace más de 12 años y llegan a los pisos tapando las luces de las calles que se convierten en la «boca de un lobo» cuando se oculta el sol.
En la pista de baloncesto cercana a la calle Peñalara las canchas están rotas y por todo el barrio, los alcorques con y sin tocones , constituyen un verdadero peligro para el viandante.
Muchas personas mayores se han caido, relata Rivas, por el estado del pavimento y muchas jovencitas se han llevado un susto por la noche porque no se ve nada por las calles.
Los robos en comercios también son frecuentes, y en los coches. Hay temporadas que hay verdaderas oleadas. «Todo esto lo saben las autoridades porque se lo hemos dicho por activa y por pasiva pero no hacen nada. Solo se reúnen con nosotros y nos escuchan en precampaña. Luego, si te he visto no me acuerdo», termina Fernando Rivas.
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