SEVILLA
Catorce años de cárcel por robar en un piso de un anciano en Genaro Parladé y violar a su asistenta
La Audiencia de Sevilla, en cambio, ha absuelto al otro varón acusado de los mismos delitos y para quien la Fiscalía pedía 16 años
La Audiencia de Sevilla juzgó a finales de abril a Miguel V.R. y Juan Carlos L.M. por los hechos ocurridos en la madrugada del 5 de octubre de 2016 en el piso de un empresario local, en la calle Genaro Parladé , donde entraron para robar. En su interior se encontraban aquella noche dormidos el dueño, con problemas de movilidad y de avanzada edad , y la persona que trabajaba allí como cuidadora , a quien maniataron, amordazaron y después la violaron . Los dos acusados negaron los hechos . La Audiencia ha dictado sentencia, resultando cara y cruz para ambos. Condena a Miguel V.R. a catorce años de prisión por el robo, la violación y las lesiones , mientras absuelve a Juan Carlos L.M. de los mismos delitos, por los que se enfrentaba a 16 años de cárcel.
Según la sentencia de la Sección Cuarta de la Audiencia de Sevilla, facilitada a ABC por la oficina de prensa del TSJA, sobre las cuatro de la madrugada del 5 de octubre , Miguel V.R., de 54 años, «en unión de otro individuo que no ha sido convenientemente identificado» , de común acuerdo y con intención de obtener un enriquecimiento ilícito se dirigieron al domicilio de J.D.Y. en la calle Genaro Parladé. Desde el inicio del relato de los hechos que el tribunal considera probado, los tres magistrados desvincunla al segundo acusado , Juan Carlos, de los hechos juzgados.
Miguel tenía conocimiento por personas de su entorno de la situación económica de la víctima , así como que por su edad y enfermedad se encontraba desvalido en cama y con ayuda de una asistente. También sabía cómo entrar en el piso .
Los dos ladrones, Miguel y el individuo no identificado, accedieron al interior de la vivienda sita en un quinto piso. Uno entró por la ventana corredera de la cocina , aledaña a la ventana de un patio común, abriendo luego desde el interior la puerta del domicilio al otro autor. Actuaron provistos de guantes y linternas y embozados con capuchas y pasamontañas, pese a lo cual a Miguel se le podía ver durante parte del tiempo prácticamente todo el rostro, porque se le resbalaba el pasamontañas , no así al otro autor. El piso contaba con cámaras de seguridad .
Esgrimiendo un cuchillo de grandes dimensiones , los autores abordaron a los ocupantes de la vivienda, primero a E.S.D.M., que trabajaba como asistenta para el dueño de la casa, que salió de su dormitorio al pasillo de la vivienda al despertarse alertada por el ruido que hicieron los autores al entrar en el inmueble, topándose con ellos, e intentó huir por el pasillo , pero fue inmovilizada por los ladrones, que la introdujeron de nuevo en su dormitorio, la maniataron y taparon los ojos , exigiéndole la entrega de todo lo que de valor hubiera en el domicilio.
Doble violación
Aprovechando el estado de angustia y desamparo de la mujer, a la que habían maniatado y vendado los ojos y a la que mantenían sola en su habitación, los autores, con ánimo de satisfacer sus impulsos sexuales, y estando ella tirada en el suelo, boca abajo, la violaron , turnándose en la agresión .
Así, mientras uno continuaba buscando efectos de valor y controlando al otro morador de la vivienda, el otro agredía a la mujer, para a continuación cambiar los roles. Mientras la agredían sexualmente los autores le decían a la víctima que si contaba lo que estaba pasando volverían para matarla , generándole una situación de auténtico pánico .
A consecuencia de estos hechos la misma sufrió policontusiones en rodilla izquierda y pie izquierdo, algias generalizadas y dolor abdominal. Tras los hechos, y a causa de ellos, ha desarrollado un cuadro clínico ansioso depresivo con trastorno por estrés postraumático , que necesita de tratamiento psicoterapéutico.
Los autores se dirigieron asimismo al dormitorio del dueño del piso, que se hallaba durmiendo en su cama conectado a una bombona de oxígeno , al que exigieron violentamente, exhibiéndole un cuchillo de grandes dimensiones, que les diera lo que de valor tuviese en la casa, manteniendo separados inicialmente en sus respectivas habitaciones a las dos víctimas, mientras registraban la casa en busca de dinero y objetos de valor.
En el forcejeo con los autores, el anciano impedido sufrió policontusiones. Los autores abandonaron el lugar tras apoderase de un teléfono de última generación, un reloj Cartier de oro , una caja de plumas, un Ebook Amazon, 1.000 euros en efectivo, propiedad del inquilino, y un teléfono y 200 euros de la mujer.
Durante el juicio, Juan Carlos negó los hechos y se limitó a decir que Miguel lo implicó en el robo y violación por las rencillas que existieron entre las exparejas de ellos . Se conocen porque Miguel vendía drogas y Juan Carlos le compraba.
La clave en un fumadero de las Tres Mil
En este sentido, el tribunal considera que la prueba existente respecto a la participación en los hechos del coacusado Juan Carlos no resulta suficiente para considerar desvirtuada la presunción de inocencia, pues a diferencia de los múltiples elementos probatorios contra la autoría de Miguel, contra el ahora absuelto sólo están las palabras de Miguel .
A este respecto, la sentencia añade que Juan Carlos ha negado desde su primera declaración su participación en los hechos que se le imputan, aludiendo a la existencia de móviles espurios en la declaración de Miguel para incriminarle, derivados de las malas relaciones que dice mantendrían las respectivas parejas de ambos .
« No fue reconocido por ningún testigo , no constan imágenes de su cara durante los hechos, pues el segundo de los autores permaneció completamente embozado, no habiéndose obtenido huellas dactilares (llevaban guantes), ni restos de ADN , no siendo tampoco mencionado en sus declaraciones ante la Policía por una de los testigos claves, que sólo alude a Miguel como a la persona a la que comentó la situación económica del anciano.
Esta testigo fue un elemento primordial en esta investigación. La Policía Nacional, desde un inicio, puso el foco en personas del entorno cercano y laboral del empresario asaltado. Así se llegó hasta una empleada que había trabajado en el piso . Ella era drogadicta. Según relató esta testigo a los agentes durante la investigación, en un fumadero de las Tres Mil Viviendas le contó a uno de los acusados, habitual de este lugar, que sabía donde podía haber dinero y los detalles del piso.
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