Visita nocturna a la Catedral de Sevilla

La Catedral de Sevilla, como nunca se ha visto

El primer templo de la archidiócesis vuelve a abrir sus puertas para visitas guiadas en grupos por las cubiertas y sus tesoros escondidos

Espectacular imagen de las cubiertas de la Catedral iluminadas durante la visita nocturna Raúl Doblado

Javier Rubio

La Catedral de Sevilla , el monumento más visitado de la ciudad, vuelve a abrir sus puertas a lo grande. Aunque se han celebrado oficios religiosos (ordenaciones y misa crismal incluida), el primer templo de la archidiócesis permanecía cerrado a los visitantes desde mediados de marzo , cuando se declaró la alarma sanitaria por el coronavirus. Desde el 1 de julio, sin embargo, la seo admite de nuevo turistas todos los días en dos recorridos espectaculares : uno por las obras maestras y otro por las cubiertas en noventa minutos de apretada visita.

Es la solución de compromiso que ha encontrado el cabildo metropolitano para reactivar la primera fuente de ingresos de la Iglesia en Sevilla , pero ¡vaya solución!. Cada día, lo visitantes pueden, a través de la página de internet de la Catedral ( www.catedraldesevilla.es ) reservar su plaza en alguno de los dos recorridos propuestos: cubiertas o interior del templo, en doble horario también, por la mañana o por la noche .

La impresión de admirar desde los tejados la cara oeste de la Giralda iluminada recortándose sobre la anochecida puede suscitar en el espectador el llamado síndrome de Stendhal , ese que habla de la incapacidad humana para asimilar tanta belleza sobrevenida. La visita a la torre campanario constituye el plato fuerte de la visita turística, que obligatoriamente ha de hacerse en grupos reducidos de una veintena de personas respetando las normas de prevención sanitaria: mascarillas, gel hidroalcohólico y toma de temperatura al acceder al interior.

Dos opciones, tres horarios

Los visitantes tienen dos opciones entre las que elegir. La visita a las cubiertas incluye espectaculares vistas tanto de la ciudad como de la propia montaña hueca, el apelativo con que el viajero romántico Teófilo Gautier bautizó el impresionante conjunto arquitectónico construido en el lugar que ocupaba la mezquita aljama de Isbilia , la Sevilla cristianizada desde la conquista por el rey San Fernando el día de San Clemente de 1248 .

Para las cubiertas , se ofertan tres horarios: 9.30 y 10 de la mañana y 21.30 en la atardecida de estos días largos del verano. Para los tesoros de las obras maestras , los horarios de apertura al público son 11.30 de la mañana, 12 del mediodía y 21.30 de la noche .

Una vista del altar mayor de la Catedral desde el rosetón de la puerta principal Raúl Doblado

La visita por el interior del templo se ha bautizado con el sobrenombre con que se conoce a la catedral: Magna. El adjetivo evoca irremediablemente la «Magna Hispalensis» , aquella exposición temporal con que la Iglesia de Sevilla se mostró al mundo durante la Exposición Universal y que todavía pervive en la retina de muchos sevillanos. Pero en esta «Magna» del verano del coronavirus no hay nada de fuera de la Catedral: simplemente se exponen tesoros escondidos o que pasan inadvertidos para el gran público.

La Catedral sigue la estela del reencuentro con los fondos propios imprescindibles en una visita como ha hecho el Museo del Prado

Con «Magna: obras maestras» , la Catedral sigue la estela del reencuentro con los fondos propios que ha marcado el Museo del Prado, concentrando lo que ningún visitante debe perderse en un recorrido de hora y media de duración. La visita arranca en el Patio de los Naranjos para disponer el ánimo del visitante: allí está la pieza más antigua de toda la Catedral, la taza sobre la fuente de abluciones que data de tiempos visigóticos o paleorromanos, antes de la conquista musulmana.

Una vez que se accede por la puerta de la Concepción , la más desusada de la Catedral, el recorrido accede a algunas de las capillas interiores más sobresalientes del templo: la de Santiago (por el enorme cuadro del apóstol que ejerce el patronazgo nacional en la decisiva batalla de Clavijo) con el sepulcro del arzobispo Gonzalo de Mena y el delicado altorrelieve en cerámica vidriada de la Virgen del Cojín ; la capilla del Espíritu Santo , con el impresionante sepulcro del obispo de Scalas ; la de San Antonio , con la pila bautismal, el cirio pascual, y los murillos; la de San Pedro , con sus zurbaranes...

La visita se detiene también en algunas de las piezas del riquísimo ajuar textil del cabildo catedralicio como el pendón de San Fernando o la capa pluvial con que se coronó emperador del Sacro Imperio Romano Carlos V en Bolonia en 1530. Y algunas de las lápidas funerarias más destacadas en el trascoro: la de Hernando Colón, el hijo del Almirante que recopiló la descomunal biblioteca renacentista que custodia la Catedral, y la del canónigo Justino de Neve , mecenas de Bartolomé Esteban Murillo.

Devociones sevillanas

El recorrido por las obras maestras se detiene también en imágenes que están en el corazón de los sevillanos: la Virgen de la Antigua , la devoción más antigua del templo; el majestuoso y dulcísimo Cristo de la Clemencia en la capilla de San Andrés; y la Capilla Real con la Virgen de los Reyes , patrona de la archidiócesis. Sólo falta la Cieguecita, la Inmaculada de Montañés, para completar el cuadro. En la sacristía mayor se busca un impacto efectista con la apertura de las puertas en mitad de la penumbra con la custodia de Juan de Arfe iluminada para resaltar su prodigiosa labor de orfebrería.

La visita se detiene luego en el coro, con sus 117 sitiales, y su facistol giratorio recientemente restaurado. Y reserva la última mirada para el retablo mayor . El mayor de la Cristiandad con sus cuatro alturas y siete calles en las que se disponen 44 cartelas que constituyen la catequesis visual más poderosa de la Catedral: casi seiscientos metros cuadrados consagrados a explicar la economía de la salvación. El coro se ilumina para la ocasión mientras suena en el órgano alguna de las composiciones que el canónigo Enrique Ayarra grabó en vida: la experiencia vale mucho más que los dieciséis euros que se abonan por visita.

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