XXV ANIVERSARIO DE LA EXPO 92

Cartuja, la fórmula del éxito que nadie ha sabido replicar

Es el único recinto que tiene uso al completo tras acoger una exposición universal

La esfera del clima de la Expo 92 de Sevilla JOSÉ MANUEL VIDAL

ELENA MARTOS

Los precedentes de exposiciones anteriores no fueron, ni mucho menos, un ejemplo para Sevilla mientras se planteaba el uso que tendría la Cartuja cuando terminara la fiesta y el último apagara la luz. El caso más cercano era Osaka , que había celebrado la exposición universal de categoría similar en 1970, y convirtió su recinto en una amplia área residencial que después sería la ciudad Suita. La muestra dio solución al terrible problema de densidad de población, pero no eran precisamente más viviendas lo que necesitaba la capital hispalense, que acababa de inaugurar apenas unos años los primeros barrios periféricos. Tampoco le hacían falta espacios para exposiciones y representaciones como hizo Seattle de su recinto ferial, configurado alrededor de la aguja del Space Needle , que hoy es un símbolo.

El tremendo alarde de tecnología que se exhibió durante la Expo 92 tenía que derivar en un recinto consagrado al conocimiento y a la técnica. No había mejor legado que ese. La idea no fue original de los organizadores, otros ya lo intentaron antes sin éxito y también después –ahí está Zaragoza que lleva casi una década tratando de sacarle partido al dispendio–. Las grandes muestras del siglo XX no iban a marcar el camino. Ninguna ciudad ha sabido reconducir todo ese patrimonio fugaz hacia nada parecido al Parque Tecnológico Cartuja . Y ahí está la historia para recordarlo.

Ni siquiera pudo hacerlo Bruselas, que en 1935 organizaba la primera muestra universal bajo el auspicio del Bureau Internacional des Exposition (BIE) , el órgano que todavía hoy supervisa y regula las propuestas. La capital belga contó con un recinto ferial de 150 hectáreas donde lo único que se conserva son algunos espacios expositivos, que fueron reutilizados para la cita de 1958. Aquella fue la expo del Atomium , el único icono que le hace sombra al Manneken Pis en los artículos de souvenirs que se venden cerca de las principales atracciones turísticas de Bélgica. Tampoco París, que repetía la experiencia en 1937 ; ni Nueva York, en 1939 , lograron dar una utilidad al legado de sus muestras a pesar de la popularidad y el poderío económico de ambas. No hubo ningún proyecto detrás de aquellas grandes exhibiciones más allá de conservar los espacios museísticos.

Uno de los pabellones de la Expo del Agua de Zaragoza EFE

Entonces los pabellones eran concebidos como construcciones efímeras que debían ser derribadas tras los fastos. Hubo que esperar varias décadas para que la mentalidad comenzara a cambiar y ya en Montreal se logró mantener buena parte de ellos . Eso sí, todos dedicados al ocio y la cultura en un espacio muy inferior al perímetro de lo que había sido el recinto ferial aquel 1967.

La clave del éxito sevillano

Dos cuestiones hicieron posible que Sevilla pudiera dar un sentido al parque completo: que el proyecto heredero fue diseñado a la par que la Expo y que el recinto se llegó a integrar en el centro de la ciudad con el desvío del trazado ferroviario y la eliminación del tapón de Chapina que liberó el río. Esas son las razones que, a juicio del decano del Colegio de Arquitectos, Ángel Díaz del Río , han garantizado el éxito de la Cartuja. El resto lo hizo la conciencia con la que se construyeron los pabellones que tuvieron en cuenta por primera vez principios de sostenibilidad y eficiencia.

A pesar de las crisis posteriores a la gran celebración, el enclave vivió épocas de bonanza que han dejado sus réditos. «Eso permitió que absorbiera mucho terciario y que llegaran empresas de I+D que son el corazón del parque tecnológico», señala. « Es un éxito que todavía no se ha repetido en ciudades cercanas, pero que se podría exportar», indica el decano de la institución colegial en una clara alusión a Zaragoza, que celebró la Expo del Agua en 2008.

«Sevilla ha tardado dos décadas en consolidar el modelo a pesar de las críticas y las dificultades y poco tiempo me parece», considera tras recordar que «los tiempos que requieren este tipo de transformaciones son muy dilatados». «No se puede valorar el éxito o el fracaso de un proyecto de esta envergadura por lo que ocurre inmediatamente después», insiste Díaz del Río, que no quiere dejar pasar la oportunidad para reivindicar el magnífico trabajo que hicieron en su momento los arquitectos sevillanos.

Zaragoza también diseñó su recinto ferial con miras a un reciclaje en el que la universidad y la empresa serían el eje. Sus organizadores dijeron haber tomado nota de los errores de Sevilla durante la etapa de diseño de los pabellones, pero casi una década después buena parte de las infraestructuras más señeras sufren las consecuencias del abandono . El modelo elegido, que primero fue la investigación y el conocimiento, ha ido variando con el tiempo y hoy sólo tienen actividad en el parque de Ranillas varios edificios de oficinas y la recién estrenada Ciudad de la Justicia .

También en la Cartuja hubo que abrir la mano. «Aquí se hicieron sesudos debates sobre destinar el legado a la creación de un gran campus universitario, pero pronto se optó por el modelo policéntrico y esa fue una buena decisión», sostiene el máximo responsable del Colegio de Arquitectos de Sevilla . Por eso no duda de que la capital aragonesa también podrá celebrar más adelante su éxito. «Es cuestión de esperar y de que la coyuntura económica lo permita», considera.

Recinto ferial de la Expo de Lisboa de 1998. EFE

Lisboa no lo intentó

Tiempo de sobra ha tenido Lisboa para dar utilidad a aquel precioso Parque de las Naciones que acogió la Expo de los Océanos en 1998. Si bien fue una muestra de segunda categoría como la de Zaragoza, logró atraer a más de 10 millones de visitantes y la participación de 143 países. Sin embargo, la ciudad vecina optó por replicar modelos anteriores y destinó aquellas 50 hectáreas a la actividad contemplativa. Grandes zonas verdes recuerdan el evento del que sigue en activo el Oceanográfico y un teleférico que ofrece las mejores vistas de la ciudad.

Con mayores miras de futuro la ciudad de Hannover encontró encaje a los curiosos edificios que poblaron el parque de la gran exposición universal del año 2000. Fiel a la mentalidad alemana, sus organizadores lo tuvieron claro desde el principio y optaron por desarrollar el sector que necesitaba más empuje: el turismo. Y a falta de patrimonio cultural y artístico, quiso erigirse como destino de congresos y negocios reconvirtiendo el recinto en el mayor parque de muestras de Europa . En algo más de un kilómetro cuadrado se celebran las grandes ferias de la economía mundial, especialmente ligadas a la informática y la comunicación.

Expo de Shanghai EFE

El paseo por el que fuera el parque temático más asombroso del mundo hoy resulta desolador. Shanghái hizo la mayor exhibición de fuerza que se recuerda . Aquella muestra de 2010 mantiene todavía el récord de visitantes –más de 73 millones– y de participación de países (243). La innovación tecnológica fue casi la única razón de ser de la exposición china para dejar claro al mundo la gran potencia que es. Pero apenas siete años después da pena caminar por el recinto, donde la mayor joya fue el pabellón del anfitrión, que ha sido reconvertido en un museo de arte con poco tirón. El objetivo es convertirlo en un núcleo comercial y de ocio que todavía está en proyecto y que necesitará tiempo, como sugiere el decano de los arquitectos sevillanos para conocer el éxito.

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