Universidad

Los «campeones» de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla

La universidad forma a discapacitados intelectuales par fomentar su autonomía y habilidades sociales

Estudiantes del programa Fevida Manuel Gómez

Mercedes Benítez

Nerea, Virginia, Fran, José Alfonso y Ángela volvieron la pasada semana a clase después de las vacaciones de Navidad. Lo hicieron como el resto de estudiantes de la Pablo de Olavide, aunque ellos tenían seguramente muchas más ganas que otros compañeros que estudian en la UPO. Todos se levantaron temprano y llegaron antes de que empezaran las clases .Tenían ganas de volver tras el paréntesis vacacional. A los apuntes, los exámenes, a encontrarse con sus compañeros de aulas o incluso alguno de ellos a ver a la «novia» que se han echado recientemente.

Sin embargo, no son unos estudiantes más en el campus de la Olavide. Son los «elegidos» para formar parte del programa Fevida (Formación para el Empleo y la Vida Autónoma de Personas con Discapacidad Intelectual), un curso que sólo se imparte en esas aulas de la UPO en Sevilla y que les permite ir a la universidad a unos jóvenes que probablemente no podrían hacerlo de otra manera. Si no fuera por este proyecto en el que participa la Fundación ONCE y que cuenta con fondos de la Unión Europea y las instalaciones y los profesores de la UPO, una de las 22 universidades españolas que organiza estos cursos tan «especiales».

Los que lo estudian son jóvenes de entre 18 y 29 años de edad que, aunque no necesitan la formación académica preceptiva para los títulos universitarios, tuvieron que pasar su propia «selectividad». Porque tuvieron n un proceso de selección previo realizado por las asociaciones Paz y Bien y Down Sevilla . Eso es así porque para las 19 plazas que había este año, se presentaron más de 40 aspirantes. Entre ellos, los hay con síndrome de Down y también con otras discapacidades intelectuales de más del 33 por ciento. Incluso alguno de esos alumnos tiene la capacidad jurídica modificada (lo que antes se denominaba incapacitado).

Varios alumnos del curso Manuel Gómez

Ahora, todos parecen estar felices por participar en este curso y reciben a ABC con gran alboroto. Quieren contar su experiencia y no paran de levantar la mano e intervenir. Virginia tiene 27 años y es una de las alumnas que cada día va sola hasta la Pablo de Olavide. «Soy muy independiente», dice asegurando que ella sabe «moverse» sola y que le encanta «bichear» la web y, en general , todo lo que implican las nuevas tecnologías. Virginia, además, está preparándose para sacar una oposición.

«Ahora me toca a mí», interrumpe Nerea , otra chica de 19 años que está encantada con estar estudiando en la universidad. «Me encanta dibujar y el ordenador», explica. ¿Su meta? Estudiar algo relacionado con el arte y poder ser más autónoma ya que, de momento, la lleva su madre a clase cada día.

Paridad

Entre los chicos y chicas (hay paridad en la clase) también está Fran, que a sus 25 años, vive en un piso tutelado. «Soy totalmente autónomo. Me levanto todos los días y me vengo en el Metro» , cuenta este enamorado de la danza. Practica expresión corporal y es uno de los protagonistas del flashmob que hicieron los estudiantes durante las pasadas Navidades en la Torre Pelli.

Otro que cuenta su experiencia es José Alfonso,que, a sus 25 años, también se desplaza el sólo en el Metro cada día. «Le pido al alcalde que ponga una lanzadera desde el Prado», reivindica este chico que también aspira a poder independizarse algún día y poder vivir «con su amiga íntima». Ángela es otra de sus compañeras que, a sus 29 años, sueña con ser actriz cuando acabe sus estudios.

Todos están orgullosos de estar acudiendo a la universidad y no paran de hablar. Quieren intervenir para contar su experiencia .

La satisfacción es total entre todos ellos porque, según Rosa Díaz, decana de la Facultad de Ciencias Sociales y directora del programa, es un programa muy completo. Les enseñan habilidades sociales y fomentan su autonomía personal, pero también tienen otras materias más convencionales como las clases de inglés o las nuevas tecnologías. El programa también incluye que pasen algunas horas en las clases de otros grados y titulaciones que se imparten en la UPO en las facultades de Ciencias Experimentales, Humanidades, Ciencias del Deporte, y Ciencias Sociales. Para fomentar que se mezclen con el resto de los estudiantes.

Gratuito

«Lo importante es que puedan ser autónomos, que tomen decisiones ellos mismos, que cojan el metro o que sean capaces de hacer las cosas solos y puedan tener su propia vida», explica Rosa Díaz, recordando que se trata de un curso gratuito para todos los alumnos. Con uno total de 300 horas de clase al añ o y que tiene 30 créditos y muchas actividades complementarias.Que culmina con una ceremonia de egresados como las del resto de titulaciones y en la que se les impone una beca y se le da un diploma de extensión universitaria.

La estrella de todas esas actividades es la semana que estos chicos y chicas pasan viviendo en la residencia de estudiantes Flora Tristán, donde se integran con el resto de universitarios. Pasan siete días que en esos apartamentos , lejos de la protección de sus padres y de sus familiares. Son unos días en los que incluso tienen que hacerse la comida si no quieren recurrir a los bocadillos de la cafetería. La idea es que vivan como otros estudiantes.

El curso se imparte este año por tercera vez. Pero el camino hasta esta tercera edición no ha sido fácil ya que, según su responsable, también se han encontrado con el miedo de las familias, muchas de las cuales tienen a estos jóvenes «sobreprotegidos» y temen que pueda pasarles algo. Sin embargo, el resultado es muy positivo . A los pocos días de empezar el curso ya estaban todos «super motivados», cogiendo apuntes y con muchas ganas. Alguno incluso se ha echado novia en la UPO, como el caso que se produjo el pasado curso cuando uno de los chicos rompió con la chica con la que salía y empezó a salir con otra también del curso y hubo conflicto. «Tuvimos que gestionar aquella ruptura», comenta la directora restando importancia al asunto.

Pero, sobre todo, estos jóvenes salen mucho más independientes de lo que llegan al inicio del curso. La mayoría acude solo en metro . «Sus vidas han cambiado gracias a una mayor independencia y a una situación más empoderada», admite la responsable del curso.

Prácticas

En cualquier caso, las actividades también están enfocadas a fomentar el empleo y, de hecho, realizan cien horas de prácticas laborales en empresas. Algo que, según Díaz, siempre es muy recibido en las empresas que acogen a estos jóvenes porque «generan mucha ilusión y cohesión en los equipos de trabajo». Es una formación que, después de las experiencias realizadas puede servir de base para algo más. De hecho. su directora ha pedido a la conferencia de rectores que se cree un grado propio para discapacitados intelectuales en la UPO.

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