Complejo de lujo
Cambia de manos La Corchuela, la mayor finca del entorno de Sevilla
Este complejo de lujo con 500 hectáreas de olivar en regadío está a menos de 20 kilómetros de la Giralda. Pertenecía a la familia madrileña Fernández-Ordás y ahora ha sido adquirida por un empresario sevillano

Un cortijo histórico remodelado y ampliado con todo tipo de instalaciones de recreo y más de 500 hectáreas de tierras en regadío . Ese es el tesoro que se esconde tras las puertas de La Corchuela , la mayor finca del entorno metropolitano ... de Sevilla, a menos de veinte kilómetros de la Giralda. Ahora esta explotación acaba de cambiar de manos. Desde la década de los ochenta pertenecía a la familia Fernández-Ordás , que forjó la empresa de gasolineras Gesa Carburante y controla numerosos activos inmobiliarios (desde hoteles a edificios de oficina). A fines del pasado año se inició un proceso para vender la finca sevillana y ha sido la familia Escalante (fundadora de Aceitunas Guadalquivir) la que finalmente se ha impuesto en esta puja, según ha podido saber ABC.
Los nuevos dueños —cuya empresa es uno de los líderes en el negocio de la aceituna de mesa— están especialmente interesados en modernizar la explotación agrícola , que tiene unas condiciones excepcionales (cuenta con una concesión anual de 6.000 metros cúbicos de agua por hectárea del Canal del Guadalquivir, lo que garantiza la altísima productividad de estas tierras). Otra ventaja es que dispone de su propia almazara.
Aunque la parte más valiosa es el olivar , La Corchuela es un espacio singular porque dispone de un lujoso complejo de recreo promovido por los Fernández-Ordás. Se trata de una área construida de casi 15.000 metros cuadrados en una dehesa ajardinada en la que dispone de dos campos para la práctica de polo , pabellones para actividades hípicas con setenta establos, una colección de carruajes, casas para huéspedes y un lago de cuatro hectáreas con un embarcadero y diversos tipo de aves. Todo a ello junto a las instalaciones de un cortijo histórico, del que existen referencias documentales que datan de 1819 (cuando pertenecía a la orden de los agustinos y se constata que ya era una rica heredad, pues contaba con dos vigas de molino).

Su nuevo propietario está planificando qué estrategia de negocio va a desarrollar en estos inmuebles , donde podría plantear un proyecto orientado al turismo de lujo (dada la calidad de las instalaciones y su cercanía al centro de la ciudad).
Una larga historia
Este vergel en el límite de Sevilla y Dos Hermanas ha estado casi cuatro décadas en el anonimato, pero antes de la llegada de la familia Fernández-Ordás su nombre estuvo en el primer plano de la actualidad de la ciudad.
En la década de los sesenta pertenecía a la familia de ganaderos Ramos Paúl y fue adquirida por el Ayuntamiento de Sevilla en 1966 por 64 millones de pesetas (que en aquel momento pretendía situar en este emplazamiento la cárcel Sevilla II).
Sin embargo el consistorio hispalense no utilizó de manera inmediata esta finca y en 1969 la destinó a un uso más perentorio: el realojo de los miles de afectados que habían quedado sin hogar tras gran inundación del arroyo del Tamarguillo , una historia que fue retratada por el periodista Nicolás Salas en su obra ‘Sevilla en tiempos de La Corchuela’. Aquella catástrofe había dejado sin hogar a más de 30.000 personas (muchas de ellas ya vivían en infraviviendas), y esto obligó al ayuntamiento a buscar una solución urgente (una labor que lideró Gregorio Cabeza Rodríguez).
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Se habilitaron distintos refugios en distintos edificios públicos, como la antigua cochera del tranvía en Puerta de Osario o las Naves del Matadero en Ramón y Cajal, donde la vida se organizó como en corralas de vecinos (popularmente se les llamaban ‘el purgatorio’, porque eran el paso previo para recibir una vivida social más digna). Anta la gran masa de afectados la ciudad acabó recurriendo también al suelo de La Corchuela , donde se levantó una ciudad refugio con más de mil alojamientos por donde pasaron más de tres mil familias a lo largo de casi una década (hasta su clausura en el verano de 1977).
Con la llegada de los ochenta la finca fue objeto de disputa entre la ciudad de Sevilla y el Ayuntamiento de Dos Hermanas. El consistorio nazareno aspiraba a quedarse con La Corchuela (que se sitúa en su término municipal) para hacer un gran parque a las afueras de la localidad. Finalmente en 1983 se segregaron ochenta hectáreas para un parque forestal (que actualmente está en uso) y se subastó el resto al mejor postor, que fue el empresario Aniceto Fernández-Ordás , que mantenía una estrecha amistad con el entonces presidente Felipe González.
La adquisición de la familia Escalante llega en un momento en el que hay cierta animación en el mercado de las fincas históricas de Sevilla. A fines del pasdo año el grupo ARD Investments —liderado por el empresario Jaime Ardid— selló la compra de la finca La Caprichosa en Gerena, un cortijo cuyo diseño se atribuye al arquitecto Aníbal González, y en el que se podría desarrollar un proyecto vinculado al turismo internacional de gran lujo (esta edificación está en una dehesa de 140 hectáreas, no tiene asociada una explotación agrícola como La Corchuela).
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