Sesión necrológica
Buenas Letras rinde homenaje a John Elliott, el historiador que engrandeció el pasado de España
Han intervenido en el acto el duque de Segorbe, Cayetana Álvarez de Toledo, Rafael Sánchez Mantero y Alfonso Guerra
Muere John H. Elliott, el hispanista que devolvió a España una historia sin complejos
La Real Academia Sevillana de Buenas Letras ha celebrado este miércoles una sesión necrológica en homenaje a Sir H. John Elliott , fallecido el pasado 10 de marzo y que, además de brillar por un destacado currículum académico, fue también doctor honoris causa por la Universidad de Sevilla y a cadémico de honor de esta institución que ha homenajeado su figura.
El director de Buenas Letras, Pablo Gutiérrez-Alviz , que ha presidido el acto, ha realizado una breve introducción en la que ha destacado el hecho de que el historiador inglés fuera admitido como académico correspondiente de esta academia en el año 1976, siendo elegido como académico de honor en 2008. «En 2011, nuestra entonces directora, Enriqueta Vila , le impuso la medalla de académico de honor, por lo que esta academia ha sabido distinguir a este hispanista universal».
A continuación ha tomado la palabra el duque de Segorbe , quien ha recordado el trato humano que mantuvo con el historiador a lo largo de los años. Además de destacar su «enorme finura intelectual», ha dicho que «el primer encuentro que tuve con él fue en la Casa de Pilatos siendo yo un adolescente, hacia 1965. Recuerdo que nuestra relación fue de dos tímidos que se trataron con una fría cortesía , lo cual cambió luego con las numerosas visitas que realizó años después a España».
En la incansable investigación que realizó Elliott sobre la figura del Conde-Duque de Olivares , cuyos archivos se desmembraron después de la muerte de este noble, el historiador inglés visitó numerosos archivos españoles durante dos décadas «y me habló de la importancia que tenían los archivos de la Casa de Medinaceli ». Asimismo, Ignacio Medina ha resaltado que el ganador del Premio Príncipe de Asturias se preocupó especialmente por la unidad de los archivos , la catalogación y la accesibilidad ajustada a las condiciones materiales de la investigación, por eso Sir John alabó que gracias al ministro Javier Solana se constituyera la Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional , aparte de acceder a ser patrono de la Casa de Medinaceli a mediados de los noventa.
Maestro y alumna
Posteriormente ha intervenido Cayetana Álvarez de Toledo , que ha iniciado su discurso diciendo que «he venido a rendir un homenaje a mi maestro. Los maestros ya no se llevan porque son símbolo del mundo de ayer , donde se valoraba la excelencia y el esfuerzo. Hoy sólo se valoran las opiniones». Igualmente, ha añadido que «Sir John Elliott adquiere la figura de un gigante en este panorama de mediocridad ». Posteriormente ha recordado cuando lo conoció en Oxford «en una de sus clases en las que había un absoluto silencio. Era un narrador formidable capaz de barrer los prejuicios del polvo. Consideraba a los alumnos como adultos y les exigía la misma disciplina que él se impuso del esfuerzo como principio de vida».
Además, la diputada del PP, cuya tesis doctoral fue revisada por Elliott, ha dicho que « los idólatras juegan con la historia como si fuera plastilina . Se puede juzgar el pasado con los ojos del presente. Al eliminar la historia se elimina también su lección. Hoy juzgan el pasado para condenar el presente, pero Sir John detestó a los manipuladores de la historia y defendió el conocimiento de la historia como progreso . Frente al maniqueísmo reivindicó la realidad y derribó primero los mitos franquistas y luego los mitos catalanistas».
Por su parte, el catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla Rafael Sánchez Mantero también ha participado en este homenaje a John Elliott, a quien ha considerado «mi maestro, por cómo influyó en mi manera de ver la historia ». A partir de ahí ha relatado cómo tradujo al español alguna de las obras más importantes del homenajeado. «Coincidí con él en Simancas cuando ambos estábamos investigando en el archivo. Allí había un pequeño hostal donde nos alojábamos los investigadores. Yo admiraba a Elliott por su magnífico libro ‘La España imperial’ y por ‘La rebelión de los catalanes’ ». A partir de ahí, le propuso traducir ‘El viejo mundo y el nuevo’ , que publicó Alianza Editorial. «La traducción agradó mucho a Elliott, quien escribió una nota de agradecimiento en el prefacio.
«Debemos agradecerle a Sir John la apertura de unos horizontes por los que los historiadores españoles no nos atrevíamos a aventurarnos»
Tras jubilarse Sánchez Mantero, colaboró en la traducción del libro del hispanista 'Catalanes y escoceses' , «una gran obra de historia comparada». Igualmente ha subrayado que «debemos agradecerle a Sir John la apertura de unos horizontes por los que los historiadores españoles no nos atrevíamos a aventurarnos. Su visión de nuestro pasado desde fuera ha servido para que nos sacudiéramos ese complejo diferenciador de nuestra historia».
El último interviniente en este acto dedicado al hispanista británico ha sido Alfonso Guerra , académico recién ingresado en Buenas Letras. Después de agradecer a la Academia por haber organizado este homenaje ha comentado que «yo no voy a hablar de Sir John Elliott, sino de John como ese ser humano marcado por la excelencia ». «Trataba a toda clase de personas con cortesía y tolerancia. Por eso me siento orgulloso de haberlo tratado y quiero recordarlo como una persona singular y extraordinaria ». También ha relatado que «buscaba la verdad en el pasado como todos los historiadores».
El exvicepresidente del Gobierno se ha congratulado de haber cultivado la amistad de grandes historiadores como Ramón Carande o el propio Elliott. «Don Ramón escribía numerosas cartas y le desagradaba el coste de los timbres. Al llegar al Gobierno, lo propuse como cartero real, con una estampía propia para no hacer gastos y reclamó hasta su uniforme de cartero». En cuanto a Elliott, lo conoció en Oxford cuando preparaba un libro. «Estábamos alojados a pocos metros de su casa. En el primer almuerzo, su esposa y él nos ofrecieron un asado de cordero que parecía sacado de un cuadro. Como no sabía cómo corresponderle, un día aproveché que hizo un viaje a Perú. Él quería conocer Cuba pero no sabía cómo ir. Realicé dos gestiones telefónicas y al final visitó la isla y tuvo como guía al historiador Eusebio Leal , que le dio un trato exquisito».
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