SANIDAD

La bomba de la desidia que destruyó el Hospital Militar de Sevilla

Cerrado en 2005 y abandonado a su suerte hace siete años por la Junta de Andalucía, el que fuera uno de los mejores hospitales sevillanos agoniza entre ruinas, robos y actos vandálicos

Primera planta del antiguo Hospital Militar de Sevilla J.M.Serrano

Jesús Álvarez

Para adentrarse en lo que queda del Hospital Militar de Sevilla , un edificio de doce plantas y 83.000 metros cuadrados inaugurado en 1980 con la tecnología médica más avanzada, hay que abrir un candado y colarse casi de perfil entre dos vallas metálicas de obra. Todo el perímetro de la torre principal del antaño fabuloso centro sanitario (helipuerto, 29 especialidades médicas y capacidad para 750 camas) que el Ministerio de Defensa cedió a la Junta de Andalucía en 2004 está vallado desde hace años para contener los robos y actos vandálicos que se han venido sucediendo de forma ininterrumpida desde 2012.

Hace siete años que se fueron todos los obreros y el edificio fue abandonado a su suerte después de que la Consejería de Salud que dirigía María Jesús Montero , hoy ministra de Hacienda, enterrara en él unos 50 millones de euros. Es tal la impunidad con la que entran y salen los ladrones que la Policía está investigando el rastro de uno de ellos por los cartones de leche que suele tomarse en su interior antes o después de cometer los expolios. Tras el último robo de cables de cobre que dejó sin suministro al centro de salud de Los Bermejales, situado a pocos metros, le dio tiempo de fumarse un cigarro y de tirar al suelo el paquete vacío.

Entre los peldaños destrozados de la escalinata principal que da acceso al antiguo recibidor que en 2005 poco tenía que envidiar a un hotel de cinco estrellas, han crecido dos hermosas higueras de ramas ahora desnudas que anuncian al visitante el desierto hacia el que avanza.

El «ladrón de la botella de leche»: La Policía investiga a uno de los expoliadores habituales por su costumbre de beberse un cartón antes o después de sus robos

Encontramos dentro, más que un desierto, un edificio que pudo haber sido víctima de un bombardeo o de un virus letal que hiciera huir de rep ente a todos sus habitantes. Quien haya visto «Guerra Mundial Z» recordará la escena en la que Brad Pitt trata de encontrar en medio de un fabuloso centro de investigación destrozado por los zombis el frigorífico donde se guardan virus letales y peligrosas arma s biológicas; lo que vemos aquí son escombros y ladrillos por todas partes, ventanas tapiadas con ladrillos, y vallas metálicas tiradas por el suelo de lo que era el antiguo área pediátrica. El único virus que es posible encontrar aquí, entre armarios rotos y ventanas destrozadas, es el de de la desidia. Como dijo Carmen Calvo, el dinero público no es de nadie.

Hay que sortear algunos agujeros abiertos en el suelo del tamaño de una manzana, grandes trozos de antiguos conductos de aire acondicionado, rejillas oxidadas y un sinfín de cables viejos que alfombran las antiguas consultas nada menos que de 28 especialidades, las cuales estaban funcionando a pleno rendimiento antes de la bomba. Una nutrida capa de polvo, mezclado con tierra y restos variopintos de materiales de construcción alfombran el suelo de las antiguas salas de rayos X y tomografía computerizada que lo colocaron a la avanzadilla tecnológica sanitaria de Sevilla.

Uno de los pasillos de la primera planta del Hosptial J.M.Serrano

Antes de subir a las primeras plantas de la torre, encontramos un área destinada a consultas y a un hospital de día. Los cientos de cables con que vamos tropezando no sólo se extienden por el suelo sino que cuelgan de los techos como ramas amenazantes de un árbol gigantesco abatido por el viento . También vuelan por el aire trozos temblorosos de planchas metálicas pendientes de un hilo metálico que pueden caerse en cualquier momento y que es preciso esquivar para que no te den en la cabeza.

Armarios destrozados a patadas, vitrinas rotas que deberían almacenar material sanitario, trozos de ladrillos en disposición aleatoria y paredes resquebrajadas como las de un edificio de Sarajevo en 1994 saludan al visitante de esta planta . La destinada a los quirófanos (la que precede a la torre de ocho plantas) es la que presenta menos deterioro, junto con otra d econsultas externas. En algunas de las habitaciones incluso se ven cuartos de baño no vandalizados que incorporan suelo nórdico de los que no disponen todos sus hermanos del Virgen del Rocío.

Planchas cuelgan del techo de la zona de antiguas consultas J.M.Serrano

El área de Reanimación y de control de Enfermería se aleja también de la estampa bélica de la recepción y las plantas bajas; llama la atención que se conserven en aparente buen estado algunos de los carísimos grupos electrógenos que permitirían a los quirófanos seguir funcionando sin suministro eléctrico. Expolios y saqueos aparte, este hospital, o lo que queda de él, ha estado sirviendo durante los últimos años como gigantesca caja de recambios para otros hospitales como el Virgen de las Nieves de Granada. Lo que no se llevaban los ladrones se enviaba a otros centros hospitalarios.

«No sabemos si estos equipos funcionan ni cómo se conserva la estructura del edificio. Habrá que evaluarlo y ver lo que se puede salvar», dicen los técnicos del SAS que se plantean rehabilitarlo. Según cifras oficiales facilitadas por la entonces consejera de Salud, María Jesús Montero , aquí se invirtieron unos 50 millones de euros entre 2005 y 2012, cuando la constructora que ejecutó las obras se declaró en suspensión de pagos. Aún se ven los nuevos ascensores ( con los cuadros y señales arrancadas ) y aún quedan en algunas plantas del edificio aparatos de aire acondicionado sin estrenar y algún equipamiento técnico que se ha librado del expolio.

Aquí sólo permanece un vigilante pero e l SAS va a reforzar la vigilancia . Sus técnicos no se atreven a evaluar qué parte de esos 50 millones de euros es recuperable en el proyecto parcial de reapertura que planea la Consejería de Salud. Por la zona de los quirófanos (« son enormes, ni en el Virgen del Rocío son tan grandes» , comenta sorprendido uno de ellos) es por donde se plantea iniciar la curación de este coloso agonizante.

La recepción del antiguo hospital es una de las que presenta peor estado J.M.Serrano

Cuando la Junta de Andalucía recibió el hospital, era su presidente Manuel Chaves y consejero de Salud, Francisco Vallejo . Su viceconsejera, María Jesús Montero, hoy ministra de Hacienda y portavoz del gobierno, lo sustituyó en 2004 y gestionó hasta 2012 una reforma lo condujo a su estado actual. Antes de que tal cosa ocurriera, el Hospital Militar destacaba por su excelente asistencia con unas Urgencias nunca saturadas y habitaciones individuales.

En 1992, cuando se celebró la Exposición Universal de Sevilla, el «Rogelio Vigil de Quiñones» (su nombre honraba al médico militar marbellí que formó parte de «los últimos de Filipinas» que defendieron heroicamente la antigua colonia española en 1898) se convirtió en el hospital de referencia para los jefes de Estado y celebridades que visitaron la Expo . Disponía también de laboratorios y de un centro de investigación donde se realizaban ensayos clínicos. Todo eso se dejó morir , pese a las protestas constantes de una plataforma sanitario-vecinal promovida por el Colegio de Médicos y el Sindicato Médico . Para los profesionales sanitarios, este hospital es el que le hace falta a Sevilla para completar el mapa que forman el Virgen Macarena , el Virgen del Rocío y el Valme , cuyas urgencias se colapsan con frecuencia. Sevilla la capital europea con menor tasa de camas hospitalarias por habitante.

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