Boda Doña Elena y Jaime de Marichalar
Un cuarto de siglo de la boda en la que Sevilla fue la protagonista
El miércoles 18 de marzo se conmemoran veinticinco años del enlace matrimonial de Doña Elena con Jaime de Marichalar
Sevilla se convirtió en protagonista de una boda para la que se preparó a conciencia y que había esperado más de medio siglo. La Infanta Doña Elena y Jaime de Marichalar se casaron en la Catedral de Sevilla el 18 de marzo de 1995 en el que era el primer enlace matrimonial en suelo patrio de la Familia Real desde que Doña Esperanza de Borbón (hermana de Doña María) se casó con Dom Pedrinho de Orleans e Bragança el 18 de diciembre de 1944 también en la seo hispalense.
Sevilla se tomó aquella boda como algo propio. Y sacó las galas de ciudad importante que reserva para las grandes ocasiones que le pone el destino por delante. En este sentido, la boda de la primogénita de los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía fue un jalón más en la cadena de recientes hitos que tomaba el relevo de la Exposición Universal de 1992 y la visita del Papa Juan Pablo II en junio de 1993 para clausurar el Congreso Eucarístico Internacional.
Sevilla, como un yonqui de los halagos y del aplauso generalizado, volvía a estar en boca de todo el mundo dentro y fuera de España . Y se aprestó a engalanarse para la ocasión con tal de lucir palmito en las fotos del álbum de bodas. La infraestructura hotelera, dimensionada tres años para los millones de visitas de la Expo 92, encontró en la ceremonia un motivo más para visitar Sevilla en los meses posteriores. Y le supo sacar provecho. Al menos, vivió de sus rentas hasta el siguiente hito: los Mundiales de Atletismo de 1999 para el que construyó un estadio. Pero esa es otra historia.
Para la boda de Doña Elena y Don Jaime no hubo que construir nada ex nuovo. El alcalde, Alejandro Rojas-Marcos , supo ver las ventajas de imagen que rentaría y pisó el acelerador para presentar Sevilla como destino soñado en la recta final de su mandato, apenas dos meses antes de que los sevillanos pasaran por las urnas para renovar el consistorio. Puso todo su empeño en que Sevilla ofreciera una imagen impecable.
Catedral y Alcázar
La Catedral acogió la ceremonia nupcial y el banquete de bodas se ofreció en el Alcázar, el palacio real en servicio continuado más antiguo de Europa que había acogido la boda del emperador Carlos con Isabel de Portugal en 1526 . Para rematar el ramillete de escenarios, los novios acudieron a la colegiata del Salvador a depositar el ramo de flores a los pies de la devoción particular de su abuela, el Señor de Pasión, justo sobre la cripta en la que reposan los restos de sus bisabuelos, el infante Don Carlos y su mujer la infanta Luisa .
De eso se encargó singularmente Pilar Miró . RTVE le encargó a la veterana cineasta –ella misma había sido directora general del ente público a la llegada de Felipe González al Gobierno– la realización de la señal televisiva de la ceremonia religiosa en la Catedral. El monumento, con sus impresionantes pilares y sus dimensiones espectaculares como una montaña hueca, rivalizó en protagonismo con los contrayentes y con el oficiante, el arzobispo Amigo Vallejo , al que toda España conoció aquel día y acabó descubriendo en el funeral de Alberto y Ascen, asesinados por ETA un lustro después. Pero esa es otra historia.
El pueblo de Sevilla se volcó con el enlace matrimonial con esa mezcla de altivez orgullosa del pasado y folclorismo popular que atrajo la mirada de los viajeros románticos en el siglo XIX. No faltó calor humano en todo el recorrido el día de la boda ni en las jornadas previas, repletas de actos para solaz de los curiosos. Sevilla, agradecida, le concedió a la Infanta Elena el título de Hija Adoptiva por unanimidad de toda la corporación municipal en diciembre de 1994 y bautizó con su nombre la biblioteca pública de la ciudad y un parque en la ribera de San Jerónimo con el destartalado monumento en bronce a Cristóbal Colón que regaló Rusia. El día que se anunció su compromiso de manera oficial, la Infanta Elena estaba en Sevilla inaugurando el Sicab en Fibes.
Capital del reino
En reciprocidad, la relación especial de Sevilla con los Reyes y la madre del monarca, vecina de la ciudad en su infancia, se estrechó todavía más. Sevilla se imaginó a sí misma como capital del reino de todas las Españas , como si la metrópolis de la Carrera de Indias hubiera vuelto a revivir.
La Orquesta Sinfónica de Sevilla se ganó el título de Real (ROSS) precisamente por la majestuosa interpretación, bajo la batuta del maestro croata Vjekoslav Sutej , de la «Misa de Coronación» de Mozart (Kv 317) con añadidos de Victoria, Bach y el «Aleluya» de Händel para la aclamación final.
La boda de la Infanta supuso un espaldarazo a los anhelos colectivos de la sociedad hispalense. Así lo entendió ABC de Sevilla, que sacó a la calle la misma tarde del enlace una edición especial que se agotó en una hora en los quioscos de la capital.
El editorial del número del día siguiente da una idea de lo que supuso aquella boda: «La pregunta cabal no es por qué la Infanta eligió Sevilla para casarse. La pregunta es si podía hacerlo en otro sitio» . Y remataba el comentario editorial: «¡Qué increíble comportamiento el de los sevillanos en reconocimiento a la decisión de la Infanta! ¡Qué sintonía de vibraciones entre el acontecimiento y la ciudad que lo acogió y lo hizo suyo!».
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