Antología de artículos de Romero Murube publicados en ABC de Sevilla

Betis-Sevilla y el reloj de la Giralda

Artículo publicado en ABC de Sevilla en la página 52 del día 28 de enero de 1962

Joaquín Romero Murube A. Hidalgo

Joaquín Romero Murube

¡Betis-Sevilla! ... Como estos articulillos se nutren y recogen en medio de la calle, demostraríamos una calidad lunaria al desconocer que hoy domingo, veinte y ocho de enero de mil novecientos sesenta y dos, no preocupa en las calles de Sevilla más que la contienda incierta y enconadísima del Betis-Sevi11a... Sí señor; cola de varios días ante las taquillas; calendarios, pronósticos y masivas especulaciones en las columnas de la prensa; «faut» en el trabajo de las oficinas; gritos y discusiones en bares, aceras y tertulias; café con goles, vino con goles, respiración con goles... Pero, ¿y los ríos desbordados? ¿Y el problema municipal de los sin casa? ¿Y los planes de ordenación urbana? ¿Y la Feria de Muestras? ¿Y el llanto por nuestras tradiciones catedralicias desaparecidas? ¿Y el dragado del Guadalquivir? ¿Y la incógnita del canal? ¿Y...? El articulista tiene siempre» algo de tonto. Pero al venir hoy con estos temas y preguntitas, demuestra que no es tonto a secas sino tonto de Tamarguillo, tonto de rematar. ¡Betis-Sevilla! Esa es la calle de hoy. Lo «demás no cuenta.

Nos parece lógico y conveniente que haya un respiro en nuestras tareas e inquietudes. Hay que trabajar y hay que descansar. «Filosofía del hombre que trabaja y que juega» , decía Xemus. Pero también se nos ocurre que si los sevillanos dedicasen parte de las energías que acumulan en la contienda de un Sevilla-Betis a la preocupación, comentario, estudio, pronóstico, fiscalización, ayuda y conocimiento de lo que se está haciendo ahora mismo para que el Tamarguillo no sea por más el verdugo de Sevilla... A lo que hay que hacer para que la ciudad, morfológicamente, sea digna de su nombre y capaz para sus necesidades... A lo que ya tendría que haberse hecho para que la Feria de Muestras sea algo más que una aspiración esperanzada, aún realidad minúscula y estrecha, a costa; de la Feria de Abril ... Si averiguásemos por qué el sevillano se siente forastero en su Catedral y en sus tradiciones venerandas... Sí... Otro gallo nos cantaría en los problemas y sentimientos más queridos. Que todo ello es algo más importante que correr detrás de una pelota y desollar piernas y espinillas. Bien que hoy domingo no haya más que Betis-Sevilla. Pero ¿y mañana? Porque para muchos problemas y desquicies sevillanos parece que siempre es domingo. Y así venimos consolidando una absurda actitud de ciudad alegre y confiada, cuyas tristes consecuencias ya tocamos bien de cerca. En esta calle de hoy, más que lamentar la desigualdad de entusiasmos que los sevillanos vuelcan en un Betis-Sevilla, y los ingentes aconteceres de la realidad más propincua, nos gustaría sumarnos con apasionamiento sin límite a ese partido contra las dificultades que obstaculizan los grandes, gloriosos, ubérrimos destinos de nuestro pueblo.

De cierto tiempo a esta parte, el reloj máximo de Sevilla , el de la Giralda, no anda bien. Y no sólo no marcha puntualmente, sino que también se para, como ocurre ahora mismo, y nos deja sumergidos en ese espanto de tiempo informe, limbo o eternidad, que nos abruma y escalofría siempre que un reloj se descompone. Para que la cosa revista en estos instantes caracteres más dramáticos, la gente ha dado en decir que la parálisis de este corazón máximo del tiempo sevillano es una de las primeras señales de ese final del mundo, pronosticado por no sabemos quién, y que tiene quitado el sueño a mucha gente sencilla e ingenua y revolucionada a la grey infantil de los colegios.

Nos parece mal que toda máquina no cumpla con su elemental obligación de marchar correctamente, única cualidad que la hace aprovechable por el hombre y por la ndustria... Pero que un reloj no funcione debidamente es algo más que un fracaso. Y si este reloj es el de la Giralda, entonces el percance adquiere relieves, matices y trascendencias insospechados... ¿Qué ocurre en el cielo de Sevilla? Personas eruditas nos hablan con pormenores muy curiosos del gran reloj que hoy nos ocupa. Es por lo visto, una pieza excepcional en la historia de la relojería del mundo. Lleva cerca de dos siglos, se cumplirán el próximo año 1964, marcando las horas, ordenando los quehaceres, la alegría, la angustia, el trabajo y. la oración de los sevillanos... Tuvo personalidad singularísima hasta hace pocos años, en que, no sabemos por qué, quedó igualado a todos los demás relojes: el reloj de la Giralda daba la hora exacta de meridiano de Sevilla. Eran diez minutos de diferencia con la hora oficial, quizás un poco heterodoxa, porque tenía procedencia protestante. Y esta inexactitud, exactísima, aparte del respiro que daba para enjugar la demora de los imponderables, otorgaba a la Catedral de Sevilla una personalidad y una categoría excepcionales. La Catedral de Sevilla daba su hora... Por lo que se ve, no son congruentes tales grandezas y excepciones con los tiempos que ahora corren...

Con los tiempos que ahora corren cuando el reloj anda. Porque a partir de aquel acuerdo, el reloj parece que protesta con esa misteriosa tozudez que tienen las máquinas, sobre todo si son perfectas y complicadas. Y ya no sólo retrasa o juega locamente con esa forma pura de la existencia que es el tiempo, sino que también se atranca, se duerme y nos deja, sumidos en esa angustia de vacío irracional que produce todo: reloj paralítico o casquivano. Comprendemos las amarguras y tribulaciones que embargarán al Ilustrísimo y sevillano Cabildo Catedral , al ver cómo su contacto más público e ineludible con la urbe -ordenar el camino; de la vida hacia el cielo y medir la pavorosa llegada, de la muerte- no obedece con la debida puntualidad y constancia al alto designio que su misión le obliga.

Esperemos. Creemos que quizás esto puede tener arreglo, Y que volverán a reinar la armonía y la exactitud en las horas del cielo de Sevilla.

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