Una banda lusa en el crimen de la nave de «El Gordo»
Los asaltantes serían narcotraficantes de hachís a los que el empresario adeudaba «unos 43.000 euros»
![Policías nacionales en la gasolinera donde apareció el asesinado](https://s1.abcstatics.com/media/sevilla/2016/06/01/s/banda-lusa-crimen--620x349.jpg)
Una banda de asaltantes portugueses podría tener un papel relevante en el crimen de la nave de «El Gordo» , según se desprende de las declaraciones y los pinchazos telefónicos que figuran en el sumario judicial abierto por la muerte a tiro limpio el 27 de noviembre de Manuel J. G. en la urbanización Mataluna de Carmona, a donde había ido junto a tres acompañantes a reclamar una vieja deuda al empresario José María Y. T ., alias «El Gordo». El exmilitar cubano Alberto Hernández Blanco , que ejercía como guardés de la finca pese a no estar dado de alta, fue el autor material del crimen (conocido también como el de la gasolinera porque el cadáver acabó a la entrada de un surtidor del polígono Calonge) mostrando mucha sangre fría: prácticamente sin mediar palabra, disparó al fallecido a bocajarro y luego lo remató en el suelo con un segundo tiro por la espalda por orden de su patrón.
El cubano declaró el 4 de diciembre ante la Policía Judicial -como figura en un atestado a disposición del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción 3 de Carmona , que lo ha dejado como único imputado- que su patrón le debía «unos 43.000 euros» a «unos portugueses» por «un tema de robo de hachís». Los lusos aludidos, de los que Alberto Hernández es capaz de identificar a dos (uno residente en Dos Hermanas y el otro preso en Huelva), formarían parte de una banda que se dedicaría «al robo de alijos de hachís en los sitios en que estuvieran guardados», por lo que se colige que la deuda con José María Y. T. debía de ser por algún trabajo de esta naturaleza.
Robos entre narcos
Los asaltos a narcotraficantes -o entre ellos- son muy frecuentes en el mundo de la droga. Sin ir más lejos, en la propia Carmona, cerca de la nave donde ejecutaron en noviembre a Manuel J. G., hay un chalé donde se produjo a principios del año pasado un extraño robo: toda una familia de seis miembros, incluido un menor de edad, apareció maniatada -y golpeados algunos de ellos de consideración- la madrugada del 2 de enero de 2015. La Guardia Civil encontró tirados 872 kilos de hachís , supuestamente abandonados en su huida por los asaltantes pero que permitieron imputar un delito contra la salud pública a los residentes, que acabaron robados y procesados.
Conviene recordar que el guardés cubano ha narrado que la misma mañana en que cometió el crimen, José María Y. T. sacó «700 u 800 kilos de hachís» de la nave junto a un colaborador (familiar directo del asesinado), que es quien los habría descargado en un camión seis días antes y que se dedicaría con el empresario al contrabando de tabaco. Alberto Hernández desvincula los fardos de hachís de los robos de los portugueses, que sin embargo sí podrían tener relación con los extraños «dos hombres» que llegaron al mediodía a la nave «en un BMW» para hablar con José María Y. T., poco antes de que aparecieran Manuel J. G. y sus acompañantes para exigirles el pago de una antigua deuda. Los portugueses vuelven a salir en el sumario aludidos en las espeluznantes conversaciones telefónicas intervenidas al exmilitar cubano por orden judicial.