Salud

Atención temprana en San Juan de Dios: el salvavidas de Mateo y de cientos de bebés prematuros

En los diez años de vida de esa unidad del hospital sevillano ha atendido a 1.250 niños y ayudado, con estimulación cognitiva y motora, a prevenir secuelas de todo tipo

Rocío Carrasco y Juan Ant0nio Campos en la Unidad de Atención Temprana del Hospital San Juan de Dios de Sevilla Raúl Doblado

Jesús Álvarez

Mateo vino al mundo casi cuatro meses antes de tiempo y tuvo que recuperar el tiempo perdido. Lo hizo primero en el Virgen del Rocío y desde los seis meses de edad en el Hospital de San Juan de Dios de Sevilla .«Las dificultades neurológicas son muy habituales en estos bebés y su sistema inmunológico es tan débil que los riesgos de infección son altísimos», cuenta Rocío Carrasco, coordinadora de la Unidad de Atención Temprana de San Juan de Dios . Ella lleva atendiendo a Mateo desde hace casi cinco años.

Sus padres, Ricardo y Cristina, lo empezaron a traer a este centro tres días a la semana. «Era el mejor de Sevilla, según pude averiguar después de preguntar y documentarme mucho. Y lo sigue siendo hoy, por lo que les estoy muy agradecido», cuenta Cristina. La estimulación motora va de la mano de la cognitiva y era fundamental para que Mateo no tuviera secuelas ni retrasos motores o neurológicos.

La coordinación entre el sistema educativo (colegio Santa Joaquina de Vedrún) y el hospital de San Juan de Dios es fundamental, dice Cristina. El rendimiento académico de Mateo es normal, como el de cualquier otro niño, aunque seguirá bajo vigilancia hasta que cumpla los 18, por si apareciera alguna secuela tardía, lo cual no se puede descartar. « Hemos tenido muchas batallas y de momento las hemos ganado todas , pero sabemos que no podemos bajar la guardia», dice Cristina, que recuerda su deseo de crear una asociación de familias de bebés prematuros en 2020.

Es frecuente que los bebés prematuros sufran durante su etapa escolar trastorno por déficit de atención o hiperactividad (TDAH); en grandes prematuros, como Mateo, este riesgo es mayor. También es relativamente frecuente que sufran daños cerebrales de distinto tipo y Cristina lamenta que la sanidad pública sólo cubra la atención temprana hasta los 5 años. «No me parece lógico porque es una edad demasiado baja para estos niños», dice.

Juan Antonio Campos , fisioterapetura infantil del Hospital de San Juan de Dios de Sevilla, recuerda que el Centro Infantil de Atención Temprana se abrió hace diez años. Su objetivo es prevenir cualquier retraso en el desarrollo y eliminar las dificultades para alcanzar sus hitos de desarrollo de sus pacientes, ya sea cognitiva o motora . Han atendido a más de 1.250 niños y dado de alta a más del treinta por ciento de sus pacientes.

«Empezamos en 2009 con cuatro profesi onales y cuatro salas y ahora somos veinte y tenemos quince salas en horarios de mañana y tarde. Atendíamos durante el primer año a 86 niños y este último año atendimos a 500», recuerda Rocío Carrasco.

La estancia media de los niños en esta unidad es de 30 meses y Mateo fue el niño niño más pequeño que habían recibido nunca. Mateo llegó aquí (en edad corregida, es decir, contando con un embarazo de nueve meses) con sólo un mes y veintiún días. «Tenía una movilidad muy pobre, hipotonía generalizada, temblores y sobresaltos «pero se le veían muchas ganas de vivir y sonreía mucho», cuenta Rocío.

A veces las patologías en los prematuros tardan mucho en dar la cara. Problemas auditivos, de atención y de todo tipo que pueden condicionar el rendimiento académico. «Hasta después de la adolescencia no se puede uno quedar tranquilo con un niño prematuro pero el caso de Mateo es especial», dice la directora de esta unidad.

A los prematuros se les nota mucho si quieren salir para delante, según los profesionales que los atienden. Mateo tuvo una gran evolución en el lenguaje y sólo le hizo falta un pequeño empujoncito. «Sólo necesitaba que le acompañáramos un poco. Era un niño pequeño pero lo tuvo todo a su favor: tenía ganas de vivir y una familia increíble, supercompetente», dice Juan. El padre se olvidó de su coche y lo traía en patinete para agilizar su rendimiento motor. Y los dos se iban luego en bicicleta al parque.

La sonrisa de Mateo debe de ser una cuestión hereditaria porque Cristina, su madre, no deja de sonreír mientras hablamos con ella recordando el tsunami por el que pasó. «Desde que vino aquí hace cinco años -cuenta Rocío- la he visto con esa sonrisa. La familia influye mucho en la evolución de estos niños y los padres son una parte muy importante del milagro de Mateo». Cristina tiene 13 tíos por parte materna, los trece hermanos de su madre.

Un quince por ciento de los niños que reciben en San Juan de Dios tiene menos de un año. Cuando el paciente entra en cole, a los 3 años, suele recibir el alta. Si hay complicaciones, la atención puede prolongarse hasta los 6 años . Empiezan viniendo varios días a la semana y a medida que avanza su desarrollo, esas visitas al hospital se van distanciando.

La excitoxicidad (exceso de estimulación) y la estimulación pobre son los dos extremos que combaten en este centro. El contacto con la piel es el estímulo más importante: «Hay que tocarles, acariciarles y enseñamos a los padres a masajearlos . A muchas padres les obsesiona pasarlos de comida líquida a sólida porque puedan comer menos. «Si comen menos, le vuelven a dar el biberón y eso no es bueno para su desarrollo»

Juan Antonio Campos , que lleva veinte años trabajando en atención temprana pediátrica y es padre de un niño prematuro, sietemesino, que ahora tiene 12 años, cuenta que «mi hijo al principio tuvo muchos problemas, especialmente con la alimentación -recuerda-. También tuvo sufrimiento fetal porque el parto duró 48 horas y tuvo que hacerse finalmente una cesárea. Tiene 12 años y se le ve más inmaduro que los niños de su edad. «Es un poco más infantil», dice.

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