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Antonio Parrilla García: «He llegado a estar en una sala de Velázquez con dos copistas y tres guiris»
Casi tres décadas después de su última exposición en Sevilla, prepara su regreso con una retrospectiva de cuarenta años de su obra. Será en octubre en la sala de exposiciones del Ayuntamiento de Tomares
![Antonio Parrilla García en su estudio](https://s3.abcstatics.com/media/sevilla/2020/05/25/s/entrevista-felix-machuca-kTa--1248x698@abc-Home.jpg)
Con diez años trabajaba de siete a diez de la noche en la confitería paterna y descubrió el mundo de la pintura casado, con hijos y cercano a los treinta años . Compaginó aprendizaje, estudios y galería. Y mucha de la sensibilidad que aporta en sus obras las aprendió en las «clases particulares» que recibía viendo museos en París, Roma, Florencia y Madrid.
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Se acercó al mundo del flamenco por atracción y curiosidad plástica. Y firmó carteles para las ferias más importantes de Andalucía , incluida la de Sevilla. Suyo es también el cartel del Carnaval gaditano de 1990. Es mucho más pintor que relaciones públicas. Y tal vez eso lo haya ausentado tantos años de las galerías locales.
Me cuentan que el confinamiento le ha estimulado su espíritu creativo.
Efectivamente. Vivo en el campo, tengo el estudio al lado y todas las mañanas escucho música, pinto y cuando me doy cuenta me he comido el día trabajando.
Eso de tener todo el día, uno tras otro, hasta la cuarentena, con todas sus horas dedicadas a pintar debe ser el éxtasis de un pintor. ¿O no?
Vivimos unas circunstancias extremas. Y me da apuro decirlo. Pero realmente disfruto con mi trabajo que para mí no lo es. Procuro pintar cosas alegres para superar momentos tan dolorosos.
También me cuentan que hasta en el techo de su estudio hay colgada obra nueva, por no disponer de más sitio.
(Risas) Es una broma que me gasta mi amigo Eloy Carmona cuando ha visto por fotografías el estudio y ha visto que hay cuadros colgados hasta en el techo. Ahí están obras hechas hace tiempo junto con la nueva que estoy trabajando para la exposición.
¿Por qué tres décadas después se mete usted en una retrospectiva de pinturas y cerámica?
No me hacía ilusión exponer en Sevilla por las reglas del juego vigente por la política. Cuando me lo propusieron desde el Ayuntamiento de Tomares y en el espacio que tienen para hacerlo, no lo dudé. Quiero destacar cómo en Tomares tratan la figura y la sensibilidad del artista.
Tengo entendido que usted ha sido de los pintores viajeros. Que viajaba para aprender en París, en Roma, en Florencia…
Me ha gustado estudiar a los maestros. Y cuando salía de viaje nunca pasaba por alto un museo. Era mi dirección obligatoria. Y esos museos de París, Roma, Florencia y Venecia ampliaron mis humildes conocimientos. Tuve la oportunidad de disfrutar una beca Velázquez de un año en Roma. Fue inolvidable.
Y también fue un asiduo del Prado cuando apenas lo visitaban los guiris.
Yo he llegado a estar en una de las salas de Velázquez con solo un par de copistas y tres guiris.
Lo de las dos horas y media delante de un cuadro de Goya en el Prado ¿es verdad o leyenda plástica?
Verdad. Y yo como protagonista. Estaba con García Ruiz, amigo y catedrático de la facultad de Bellas Artes, y estuvimos analizando un cuadro de Goya de un perrito. Mi amigo estaba preparando la cátedra de Procedimiento Pictóricos. Y allí nos dieron dos horas. Al paso del tiempo me preguntó qué me parecía el bodegón que estaba pintando. Y yo le dije: Lo has clavado. Es el fondo del cuadro de Goya. Se sorprendió, pero era pura realidad.
Tampoco es mentira su afición al flamenco que ha retratado a través de diversos carteles. ¿Sabría decirme el que más satisfacciones le dio?
Dos que hice para el festival de Antonio Mairena. Y fue así porque el propio hermano, Manolo Mairena, me estimulaba para pintarlos.
A Turronero le diseñó dos carpetas para dos discos grandes. ¿Se atrevería a diseñarle la portada de un disco al Niño de Elche?
Mis pinceles están a disposición de cualquier artista. Sean o no famosos.
¿Por qué razón la cartelería en Sevilla levanta siempre tanta polémica?
Vivimos en una ciudad de muchos artistas y siempre hay quien se siente descontento por no poder participar. Hay carteles inexplicables y otros maravillosos que pasan desapercibidos.
¿Qué opinión le merece la colección contemporánea de pinturas de la Maestranza?
La veo incompleta. Faltan muchos artistas. Deberían darles oportunidades a artistas españoles y, sobre todo, andaluces. Parte del mundo taurino no comparte esa estética.
¿Hay algún sitio donde la fantasía se le desborde y se sienta lo suficientemente niño como para pintar como ellos?
En La Habana. Me transporta a nuevos colores, me siento bien y me inspira.
Tengo entendido que llegó a exponer en una sala de La Habana, con Eusebio Leal como director de ceremonia.
Compartí la exposición con Enrique Ávila, autor de muchas obras en la isla, suyo son los bronces del Che y Camilo que están en La Habana. La exposición fue extraordinaria y yo me sentí como en casa.
¿Y en la pintura habanera, tan colorista y singular, encontró buenas paletas donde ampliar conocimientos?
Yo tengo gran admiración por Portela, Favelo y mi amigo Arturo Montoto. Estos tres me inspiran y su obra la sigo muy de cerca. Los tres tienen reconocimiento internacional.