EL RINCÓN DE...

Álvaro Begines: «Debe ser muy incómodo que los apellidos vinculados a la trata salgan a la luz»

Guitarrista de Los Chanclas, productor audiovisual, titulado en dirección y guionización cinematográfica por la escuela de San Antonio de los Baños (La Habana), acaba de finalizar un docuficción titulado «Cachita, la esclavitud borrada»

Álvaro Begines presentará a final de año en Sevilla su documental sobre la trata de personas ABC

Félix J. Machuca

Dos años después de que Benito Zambrano pasara por San Antonio de los Baños llegó a la escuela de cinematografía habanera Álvaro Begines. No le fue mal la experiencia. Porque el guitarra de Los Chanclas cuenta por éxitos sus trabajos de producción en el medio: «A la diestra del cielo», «Tierra azul», «A cambio de nada» con Colomo en la silla de dirección…

Su último trabajo es el documental dramatizado «Cachita, la esclavitud borrada» , una introducción la mar de pedagógica y reveladora para los que piensan que la esclavitud no fue un asunto nuestro. Su lugar preferido en Sevilla es el barrio de Santa Cruz y detesta el miarmismo. El documental podrá ser visto en varias plataformas televisivas y será presentado en Sevilla , si el otro bicho que nos ha esclavizado lo permite, a final de año.

Cachita es el diminutivo de Caridad en Cuba. ¿Qué pinta en el documental?

Conocí a la Caridad del Cobre durante mis estudios en La Habana. Y me pareció que sintetizaba las tres culturas isleñas: la africana, la mulata y la española. Cachita es un símbolo de unión.

Dicen que, en situaciones de extrema necesidad, la Virgen de la Caridad era arrojada al mar por los responsables de los mercantes. ¿Por qué?

Iba en los barcos como protectora del viaje y la arrojaban al mar, cuando había temporales, porque creían que los conduciría a tierra sanos y salvos.

¿Cuándo y cómo toma usted conciencia del esclavismo histórico para llevarlo a las pantallas?

El proceso fue largo. Primero lecturas, después la revelación de los esclavos africanos aquí, me interesé por el tema y me topé con una amplia bibliografía científica que recogía ese lado de nuestra historia.

¿Usted cree que ese rastro ha sido eliminado de nuestra historia?

En buena parte ha estado oculto. No tanto en las facultades y universidades, pero sí para el hombre de la calle, normal y corriente.

En cambio, los que están interesados, sólo tienen que acudir a la novelística del Siglo de Oro o a la universidad…

Exactamente. Llegas al Siglo de Oro y la propia lectura de la novelas picaresca te lo revela. No son sólo las élites quienes se sirven del trabajo esclavista. Un artesano, un zapatero o un mercader contaba con su esclavo.

Su documental se aleja de la moralina al uso. Quiero decir, ni hay negros buenos ni blancos malos. Tan solo poder, dinero y jerarquías.

Exactamente. He querido contextualizar, pese a su dificultad, para colocarme en aquellos siglos. Ver la trata como un comercio legal, pese a su brutalidad, no es fácil. Lo más difícil para contar una historia de este tipo es moverse con rigor en el terreno de las mentalidades.

Muchas naciones que levantaron parte de su economía sobre el esclavismo han pedido perdón. Ni Portugal ni España han dicho esta boca es mía. ¿Su documental es un mea culpa?

No, pero sí es un reconocimiento para asumir lo que hicimos. Grandes familias y muy conocidas por su significación política, tanto en Cataluña como en el litoral andaluz, prosperaron gracias a la trata. Debe ser muy incómodo que esos nombres salgan ahora a la luz.

Expliquemos a los lectores su documental. Usted maneja las vida y peripecias de tres personajes reales, de carne y hueso. Por ejemplo, Juan Latino. ¿Quién fue?

Un esclavo negro que llegó a estudiar en la Universidad de Granada y se convirtió en catedrático de Latín de la misma universidad. Sabemos por la documentación que tenía una cabeza privilegiada y aprendía antes de los hijos del duque de la casa donde servía.

Tuvo que ser un personaje egregio para, en su tiempo, casarse en Granada con una aristócrata blanca en la Península.

El suyo es uno de los primeros y escasos matrimonios mixtos que se dieron en su tiempo, en el siglo XVI, al menos aquí en España. Tuvieron cinco hijos y vivieron en la zona más prestigiosa de la Granada de entonces.

Juan Latino recuerda la cantidad de esclavos intelectuales, pedagogos griegos en su mayoría, que desasnaron a los hijos de las élites romanas de la República y el Imperio…

Sí, es un caso muy parecido. La inteligencia es un buen negocio.

También se mete en la piel de un malagueño, Pedro Blanco, piloto de barco y tratante de esclavos, que surtió al mercado con sus alianzas con los caciques negros de más allá del Río Gallinas, en el África occidental.

Pedro Blanco se hizo piloto, se embarcó para el Caribe, y en Cuba y en Santo Domingo se dio cuenta de la forma rápida y segura de enriquecerse con la trata. Se hizo negrero y el mismo viajó hasta África y creo los «mongos», una especie de supermercado de esclavos.

Creo que murió víctima de la locura y de su complejo de culpa. ¿En ese tiempo la esclavitud, que estaba permitida y era un negocio legal, acarreaba distorsiones morales?

Los médicos dictaminaron que era un loco peligroso. Yo me malicio que lo quitó de en medio la alta burguesía catalana implicada en la trata para que no revelara secretos y nombres inoportunos.

Y cierra el capítulo una historia fascinante con Cándida la negra. ¿Me la cuenta?

Es la historia de una niña negra capturada, según algunas versiones, en África. Otros dicen que venía de Cuba. El barco naufragó frente a El Puerto de Santa María, medio muerta en la playa de Valdelagrana. La recogió un gitano que se la llevó a vivir con su los suyos. Y allí vivió hasta el final de los días vendiendo cisco picón. Murió en 1951.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación