ANÁLISIS
El accidente de Guillena reabre el debate: «¿Son peligrosos los ultraligeros?»
Nueve accidentes en los últimos 14 años en Sevilla ponen en duda la seguridad de estos aviones, pese a lo que el sector asegura que la siniestralidad es mínima
El accidente sufrido por un ultraligero hace una semana contra el techo de una nave industrial en las inmediaciones del aeródromo de Guillena, en el que por fortuna no hubo que lamentar víctimas mortales, recuerda un pasado muy negro en siniestros protagonizados por este tipo de aeronaves que es habitual ver surcando los cielos de la provincia por una afición consolidada desde hace muchas décadas.
En lo que va de siglo se han producido ocho grandes accidentes de ultraligeros en Sevilla, de los que media decena resultaron mortales. Hacia las 21 horas del 11 de mayo de 2002, uno de estos aparatos chocó contra una de las 20 carretas de la Hermandad del Rocío de Puente Genil que en ese momento discurrían por el camino real de Osuna. El ultraligero había despegado del antiguo campo de vuelo pontanés y llevaba a bordo a dos vecinos de ese municipio capital de la Campiña Sur cordobesa que empezaron a perder altura y combustible hasta que se produjo el choque.
Una parte de la aeronave cayó sobre un sembrado de trigo que empezó a arder, pero el riesgo mayor derivó de que en su caída el aparato segó un cable de 25.000 voltios. «Si llega a tocar el otro, se habrían desintegrado», explicó un portavoz de la Guardia Civil. Los habitantes de Guillena y Pedrera estuvieron sin luz durante las dos horas siguientes. Por fortuna, tanto el piloto como el copiloto, de 44 y 40 años respectivamente, sólo sufrieron heridas leves.
El 2 de marzo de 2005 otro ultraligero se precipitaba a tierra mientras sobrevolaba una finca de Guillena . El piloto, de 40 años, ingresó con pronóstico grave en Traumatología del Virgen del Rocío, siguiendo el itinerario habitual de todos los que sufren este tipo de percances en la provincia.
Aunque fallecieron frente a la playa gaditana de Barbate, hay que contabilizar la muerte hace once años —concretamente el 28 de agosto de 2005— de los pilotos sevillanos José Eusebio Jiménez y Francisco Fernández que enluteció al mundo de la aviación provincial. Despegaron del aeroclub de La Juliana rumbo a Sancti Petri con la mala suerte de que, pasado el mediodía, se adentraron en una zona de niebla de la que no lograron salir, precipitándose al mar a poco más de un kilómetro del puerto barbateño.
Testigos aseguraron haber oído un ruido extraño de motor . Además, un responsable de Cruz Roja se mostró convencido de que el accidente fue producto en una maniobra de evasión de los dos expertos, que «sabían que se iban a estrellar y evitaron caer en una playa llena de gente».
Los residentes de la calle Cervantes de Montellano nunca olvidarán la fecha del 14 de junio de 2008: un antiguo vecino del pueblo que vivía en San Pedro de Alcántara murió al estrellarse el ultraligero que pilotaba contra un coche. Eran las dos menos cuarto de la tarde. La explosión del motor provocó un incendio que afectó a otros cinco vehículos y dos viviendas. De nuevo hay testimonios heroicos sobre el pilotaje: «Antes de caer al suelo hizo gestos para que la gente se apartara. Parece mentira que en un momento así él sólo pensara en evitar una tragedia mayor».
Un mes más tarde otro ultraligero sufría un accidente en Cazalla de la Sierra, concretamente en la finca El Molino del Marqués. Viajaban dos personas. Una falleció en el Virgen del Rocío tras sufrir quemaduras en el 90% de su cuerpo. El otro logró salir a pie y ni siquiera tuvo que ir al hospital.
Hacia las 13 horas del 26 de diciembre de 2009 caía otro ultraligero en Isla Mayor en una parcela cercana al matadero municipal. El piloto tuvo que ser trasladado en helicóptero por la gravedad de las heridas que presentaba.
En la mañana del 14 de mayo de 2011 moría un instructor de vuelo en plena operación de despegue del aeródromo de Guillena , punto negro de los ultraligeros en Sevilla. La cercanía del ampliado polígono industrial El Cerro dificulta el control de la aeronave si surge cualquier problema mecánico.
Pero si un accidente de pesadilla permanece en la memoria de todos los sevillanos es el que se produjo hace ahora prácticamente un año en un campo de naranjos junto al Club de Campo de Sevilla. El 23 de agosto de 2015 Kika Molina , de 55 años y que acompañaba a su marido en un viaje de Trebujena a Alcalá del Río, tuvo que ponerse por primera vez en su vida a los mandos del ultraligero tras sufrir su esposo un infarto mortal en pleno vuelo .
«Antonio, ayúdame. José está muerto. No sé pilotar», explicó la angustiada mujer a un piloto amigo de la pareja. Entre éste, otro aficionado, un controlador aéreo y el helicóptero de la DGT calmaron a Kika y la instruyeron para que se dirigiera hacia el aeropuerto San Pablo . Aterrizó antes de tiempo y allí tuvo que intervenir heroicamente un guardia civil que, con la aeronave ardiendo, acudió al rescate de la mujer y la sacó a hombros segundos antes de que estallara el motor.
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