TRIBUNALES

Una absolución cierra el caso de la supuesta estafa piramidal que sacudió a inversores británicos de arte

La Audiencia considera «reprochable» la «espantada» de los acusados, cerrando la empresa y sin hacer llegar a sus propietarios las obras adquiridas

SILVIA TUBIO

La estafa piramidal de la que se hicieron eco hace más de una década los principales medios británicos y que tenía supuestamente su corazón en el centro de Sevilla no fue tal. Así lo ha dictaminado la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Sevilla, que ha absuelto del delito continuado de estafa a los tres personas que se habían sentado en el banquillo a principios de noviembre como responsables de un engaño financiero en el que habrían picado 770 inversores, la mayoría ingleses, a través de la compra de obras de arte.

Cuando arrancó la vista oral, la Fiscalía retiró la acusación contra una de las procesadas, que había ejercido en la empresa Ashley Jenkins S. L. como secretaria, y mantuvo la petición de cuatro años de cárcel para los dos creadores de la sociedad mercantil, que comercializaba obras de arte de firmas noveles. Sus clientes obtenían las ganancias a través del rendimiento que se sacaba por la exposición de las obras.

Uno de los acusados llegó a defender en el juicio que la rentabilidad que obtuvieron los primeros inversores era del 20% . La Fiscalía, sin embargo, defendió en el juicio que esos beneficios que recibían los clientes procedían del dinero que aportaban nuevos inversores, acusándoles de haber perpetrado una estafa piramidal tipo.

Lo cierto es que los ingresos generados «no eran suficientes para cubrir los rendimientos garantizados», señala la sentencia que ha absuelto a los tres procesados. Pero el tribunal considera que no queda acreditado el dolo , el engaño previo que debería haber guiado a los acusados si su objetivo era estafar a sus clientes.

El negocio se fue a pique en 2003 cuando la Autoridad de Servicios Financieros de Reino Unido abrió una investigación sobre las prácticas de esta empresa con sede en una oficina de la calle Amor de Dios. La pareja sentimental de la administradora de Ashley Jenkins tenía antecedentes que le habían inhabilitado en el Reino Unido para poder dirigir empresas.

Dieron la espantada

«Lo único que con toda seguridad resulta reprochable a los acusados es la espantada que dieron en el verano de 2003, cerrando súbitamente la empresa y sin preocuparse de hacer llegar a sus propietarios las obras adquiridas por cada uno, de las que, por cierto, tampoco se apropiaron ellos, limitándose a dejarlas abandonadas en su lugar de almacenamiento», recalca.

El cierre «abrupto» se produjo cuando se conoció en el Reino Unido que detrás del negocio de las obras de arte de Ashley Jenkins estaba un empresario de dudosa reputación en el mundo de la empresa.

La Fiscalía también contaba con una dificultad añadida y es que de los 770 supuestos inversores que habrían resultado estafados, tan sólo fueron identificados cuatro de ellos, que habrían perdido en las operaciones entre 3.870 y 16.840 libras esterlinas. Unas supuestas víctimas que ni tan siquiera declararon en el juicio por videoconferencia como estaba previsto porque no pudieron ser localizados.

Durante el juicio algunas de las partes denunciaron la poca colaboración que había demostrado el Reino Unido en un caso que ha tardado más de una década en juzgarse.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación