El rincón de...

«Abandoné el Sevilla FC porque me rompieron el corazón. Ahora soy bético cien por cien»

Sevillano bautizado en la Catedral pero con pasaporte extranjero, Stuart Charles Chipres estuvo alistado para ir a la guerra del Golfo

Chipres en el barrio Santa Cruz, su lugar predilecto de Sevilla Vanessa Gómez

Félix Machuca

Su vida es capaz de confundir a un algoritmo, ¿verdad?

(Risas) Correcto, correcto.

Incluso he llegado a pensar que algunas de sus singularidades le han debido costar sus dolores de cabeza.

Absolutamente. Por ejemplo, en épocas de instituto, yo tuve dos o tres padrinos en Los Remedios, uno de ellos fue José María del Nido junior, Paco Salas Gato y Cristina Bobadilla, que me ayudaron a integrarme en el barrio, cuando me llamaban guiri.

Usted fue muy sevillista pero, por alguna razón, se pasó al enemigo local...

Creo que he sido de los pocos sevillanos que ha sido de los dos equipos con carné. Jock Wallace y Ted McMinn son mis padrinos futbolísticos. Su marcha del club me rompió el corazón y me hizo, por despecho, apuntarme al beticismo. Hoy soy bético cien por cien. Pero nunca he sido un chaquetero. Ni me han afligido los éxitos del Sevilla.

¿Por qué tiene usted el pasaporte angloamericano?

Porque cuando nací en 1978, la legislación española no era la de ahora, y no contemplaba la nacionalización hasta cumplida la mayoría de edad. Ahora calibro la posibilidad cierta de nacionalizarme español.

¿Y por qué razón se alistó para ir a la primera guerra del Golfo?

Por ser americano. Lo de ser marine me gustaba tanto como le gustó a mi padre. A mi madre no le gustaba. Y por el hecho también de hablar tres idiomas. En casa se instaló un temor grande a que me llamaran. Finalmente, no me llamaron.

Su padre se fue a Vietnam, o sea…

(Risas) De casta le viene al galgo…

Lo más curioso es que usted se siente profundamente sevillano y nació en Triana.

Así es. Y me bautizaron en la Catedral, hice la primera comunión con mis compañeros de la Escuela Francesa en El Salvador. Pertenezco a dos hermandades de negro, crecí viendo a Espartaco y a Curro en la Maestranza y he jugado al fútbol en casi todos los pueblos de la provincia.

Sus primeros recuerdos infantiles son los de jugar en los Jardines de Murillo con su hermano Sean a la pelota.

Sí, sí. Algunas veces se nos unía Ted McMinn, muy amigo de la familia. Echábamos desafíos entre los alumnos de la Escuela Francesa y San Isidoro. Ted jugaba siempre con la Escuela Francesa, con los buenos.

Creo que quiso ser jugador de fútbol. Y que lo intentó en el Wembley FC de Londres.

Recuerdo que en aquella época comenzaba el soccer en EE UU. Previo a Wembley estuve en Wisconsin en la Universidad. No me adapté a EE UU y cuando regresé a Sevilla empecé a trabajar y seguí jugando al fútbol en la local. Lo de Wembley fue mi intento más serio por ser profesional.

También es espartaquista y currista. Pero no me consta que haya querido ser torero. Su padre, en cambio, sí lo fue.

Pero la afición me viene por él y por mi tío.

Para algunos Morante es ya el torero que esperaba Sevilla. ¿Lo es para usted?

(Risas) Soy de los pocos que le he visto matar seis toros en Zaragoza. Yo lo sigo esperando.

Sus alumnos de la Academia Spanish American Institute of International Education ¿necesitan transfusiones de oxígeno cuando conocen su trayectoria vital?

(Risas) No, no, no. Para nada. Tienen la mente abierta y comprenden una vida intensa y singular. Seguimos las pautas educacionales de nuestros padres. Siempre teniendo en cuenta que somos sevillanos.

La mayoría son estudiantes norteamericanos que hacen una especie de Erasmus en su centro. ¿Qué piensan de la ciudad de la que usted les habla?

Se enamoran. Les entra en el corazón. Se asimilan rápidamente a la sevillanía y sufren felizmente el síndrome de Stendhal.

¿Se quedan algunos seducidos por el modo de vida?

Sí, se ha dado el caso. Se han quedado, se han enamorado y se han casado. Disfrutan de una vida sin sobresaltos. Y llegan sin saber situar la ciudad en el mapa. Se deslumbran cuando conocen nuestra historia.

¿Qué les atrae de esas márgenes del río, tanto en Triana como en Arjona, que han sabido ganar los erasmus para su esparcimiento?.

Sobre todo el río. Y el sol. Gracias a esa «colonización» algunas márgenes del río están fuera de peligro y ganadas para el ocio y el esparcimiento.

Éste puede ser para usted un año inolvidable. Me refiero por lo de la Copa en la Cartuja y lo de Gun and Roses en el barrio de Heliópolis. ¿Quién lo dejó más ronco y exangüe?

(Risas) Antes el penalti de Miranda que el señor Axel Rose.

 

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