EDUCACIÓN

Un 84 por ciento de las profesoras andaluzas ha sufrido alguna agresión verbal o física

Una encuesta encargada por APIA señala a los alumnos varones como los principales agresores y destaca que la Junta de Andalucía no las ampara y trata de minimizar o de ocultar los casos, según las docentes

La encuesta de APIA habla de estrés, depresión y pesadillas en las docentes agredidas ABC

JESÚS ÁLVAREZ

Las profesoras son las que sufren la mayoría de las agresiones en los centros escolares , según una encuesta realizada por la empresa B2 Consultores Marketing Estratégico para laAsociación de Profesores de Instituto de Andalucía (APIA). Muchas no denuncian por miedo o vergüenza y suelen ser los alumnos varones los que acosan, insultan, amenazan y llegan, en casos extremos, a agredir físicamente a las docentes. La Junta de Andalucía no las ampara o trata de ocultar o minimizar estos casos, según los docentes.

La encuesta se envió vía mail a casi un millar de profesionales en activo (926, entre hombres y mujeres) en los institutos de Secundaria de toda Andalucía. Abrieron dicha encuesta un total de 395 profesores, el 42,65%, y de los que leyeron su contenido, resolvieron la encuesta de manera completa el 42,27% , algo menos de la mitad. De ellos, el 46,70% eran varones y el 53,30% de mujeres.

Se preguntó a las docentes si habían sido víctimas de una agresión o conducta amenazante, y se les pedía que especificaran el relato de esos hechos con detalle y las medidas que se tomaron por parte de la directiva del centro o de la Delegación territorial correspondiente de la Consejería de Educación.

A los profesores, por su parte, se les preguntó sobre posibles agresiones a sus compañeras, quién agredió y qué medidas se tomaron también , entre otras.

Agresiones verbales y físicas

Según la encuesta, la mayoría de las agresiones que sufren las docentes son de carácter verbal , si bien, muchas veces se combina la física y la verbal. Un 84% de las docentes dice haber experimentado alguna agresión, el 19% de las cuales fueron físicas y verbales simultáneamente.

Los agresores suelen ser en su mayoría los alumnos varones en primer lugar ; en segundo, los alumnos y alumnas y sus progenitores, seguidos, en tercer lugar por las alumnas en solitario. De hecho, entre el profesorado, nueve de cada diez encuestados tiene constancia de alguna agresión a alguna compañera.

La encuesta encargada por APIA señala que un 14 por ciento de agresores fueron padres/madres y un 5 por ciento alumnas, lo que pone de manifiesto que el fenómeno de la violencia contra las profesoras no es exclusivamente masculino , pues una proporción no desdeñable de mujeres –alumnas o madres- también les han ocasionado agresiones físicas y verbales.

Buena parte de los insultos que padecen las docentes tienen un marcado carácter sexista («puta» –es el más repetido- seguido del de «hija de puta») y otros que evidencian una notable violencia de carácter sexual, seguidos de otros con clara alusión a lo personal.

Los insultos son sólo el preludio pues a menudo se extienden con amenazas y, en último lugar, con agresiones físicas. Muchos de estos hechos tienen eco en las redes sociales, lo que suele agravar la situación.

Indiferencia de la Junta

Si el hecho llega a trascender, el apoyo que recibe la víctima entre sus compañeros es grande, según la encuesta, pero no así el de la Administración . Lo más llamativo es el «frecuente distanciamiento o abierta indiferencia de los directivos del centro y la nula empatía mostrada siempre por el resto de la administración educativa» (Delegación Territorial, Consejería de Educación). El resto de miembros de la comunidad educativa (alumnado, padres, AMPA) tiene un menor compromiso a la hora de apoyar.

Respecto a las medidas tomadas contra los agresores, lo más frecuente son las expulsiones por un corto número de días, pero en muchos casos no hay ninguna otra medida por parte de la directiva o Administración . Este silencio va acompañado a veces de «intentos de minimizar u ocultar esta violencia contra las mujeres, para lo cual no se escatiman presiones y amenazas veladas hacia la víctima si ésta tiene el propósito de poner una denuncia ante la Policía o la Guardia Civil», según al encuesta encargada por APIA.

Estrés, depresión y pesadillas

Las secuelas que sufren las profesoras víctimas de estas agresiones son variadas y van desde «el temor y la inseguridad o frustración en el trabajo al sentimiento de culpa, estrés, depresión, pesadillas, síndrome del trabajador quemado e incluso abandono de la docencia en los casos más extremos », asegura la Asociación de Profesores de Bachillerato de Andalucía.

Ante esto, APIA pide que se endurezcan las sanciones relacionadas con las agresiones a las profesoras, la publicación de la Ley de Autoridad del Profesorado en Andalucía y el establecimiento inmediato de planes de actuación eficaces en los centros educativos frente a esta violencia de género, puesto que el actual protocolo de actuación en caso de agresión hacia el profesorado se ha quedado,a su juicio, anticuado, «amén de no haberse llevado nunca a la práctica con todas sus consecuencias ».

Un 84 por ciento de las profesoras andaluzas ha sufrido alguna agresión verbal o física

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