Desescalada Sevilla
Día 49 de encierro en Sevilla: un «sprint» para salir del confinamiento
Volver a hacer deporte en la calle fue una liberación para millares de sevillanos que hoy se han visto más cerca de recuperar su vida normal
A las seis en punto se programaron anoche relojes y móviles para no perder ni un minuto. Con las mallas estiradas y las zapatillas desempolvadas, decenas de sevillanos han salido a la calle para dar la primera carrera. A libertad les ha sabido este pequeño gesto tras casi dos meses de encierro . El desahogo deportivo ha sustituido a la resaca del viernes de Feria que la ciudad vivió sin farolillos. Hoy hubiera sido la despedida de la fiesta con el espectáculo de fuegos artificiales que tendrán que esperar a la del año que viene.
El mal recuerdo por lo que no se ha vivido se alivia con esos pequeños paseos a los que la periodista Mercedes Benítez se refiere como la libertad condicional. El inicio del desconfinamiento empieza a avivar la esperanza. Con ese ánimo encaran este puente algunos redactores de ABC que comparten su experiencia.
Stella Benot . La calle estaba este sábado mucho más alegre. Y se cumple una semana desde que es así, desde que las voces de los niños nos empezaron a sacar de esta pesadilla. La preciosa luz del mes de mayo se notaba también en los rostros de alivio de todos los que, programa en mano como si fuese Semana Santa, seguían escrupulosamente su itinerario como los nazarenos que no han podido salir: por el camino más corto, sin hablar con nadie y cumpliendo las normas. Dicen los que salen habitualmente, yo teletrabajo salvo las guardias de los fines de semana, que esta semana se han notado más coches. Ayer había muy pocos, tal vez porque todo el mundo había elegido caminar, una actividad mecánica que ahora se nos ha vuelto imprescindible. Y valiosa. Mis tres hijos, jóvenes que hasta ayer no cumplían ningún requisito para salir más que a tirar la basura y hacer algún recado, llevan varios días haciendo planes sobre a dónde iban a ir a dar su paseo. Ellos también han cumplido su parte a pesar de la angustia de los exámenes de la Universidad, las incertidumbre sobre la presentación del trabajo fin de máster y, sobre todo, la selectividad. Hoy tenían un premio extraordinario que estirarán al máximo pero me pregunto ¿cómo les marcará la vida esta experiencia?
Francisco Piñero . Llegó el día. Hoy la expresión «levantamiento del 2 de mayo» tomó un nuevo sentido. Algo menos marcial, aunque no mucho. Tras medio centenar de días en la trinchera del hogar, la gran masa de la población ha recuperado el aletargado derecho a ocupar las calles, a marchar por ellas, a hacer deporte. A respirar su aire, en definitiva. Lo puede y lo debe hacer siguiendo la norma de las horas, franja a la que cada cual pertenece por edad o capacidades. Pero, irremediablemente, la ilusión de esta luminosa paz abre la puerta a la estrategia. A la de cruzar los límites del marcado kilómetro a la redonda, a la de superar el tope de los 60 minutos o a la de adentrarse en «primera línea de fuego» sin guardar la preceptiva distancia. Es cierto que en lo sucesivo será complicado un férreo control policial de todo movimiento, máxime con el progresivo regreso a la actividad de los hasta ahora exiliados negocios. Por eso, más que nunca se hace necesaria la responsabilidad personal. Sólo así este 2 de mayo supondrá la ansiada reconquista del territorio, y no la triste emboscada «del paso atrás».
Ana Mencos . Son las diez y diez de la mañana y salgo camino del trabajo. Se nota que hoy es un día diferente en la calle no hay tanto silencio. El Centro es un barrio bastante envejecido y, por lo tanto, este sábado es el día de el que se ve más movimiento, y más a esta hora en la que se produce el cambio de turno de las salidas. Se ven a los deportistas que han aprovechado el primer día, y a los que se les ha hecho un poco tarde, volver a sus casas con sus caras brillantes de sudor y satisfacción, se nota que lo echaban de menos. No vamos a negar que había alguno al que su indumentaria deportiva improvisada delataba que no era un habitual del deporte, y menos callejero. Esa era la hora en la que los mayores de 70 podían, por fin, pasear con más o menos tranquilidad. Qué ganas de que se fuese recuperando la vida en el barrio. La gente que había madrugado para pasear ha aprovechado para ir a hacer la compra, se nota que estamos a principio de mes por la cantidad de carritos que pasaban por delante de mi. Una vez que llego al río compruebo que la foto que me había llegado a primera hora de un gran número de personas corriendo por el día ha quedado atrás y solo quedan algunos paseando mientras un coche de policía para a un señor, claramente menor de 70 años, que iba en patinete eléctrico, ya no era hora de pasearse para esa franja de edad.
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