¿Por qué el 22 de diciembre debería ser festivo en Sevilla?
Sin querer alimentar los tópicos, realmente el día de la Lotería de Navidad ocurrieron acontecimientos muy importantes para la ciudad

El 22 de diciembre se ha institucionalizado como el día de la Lotería de Navidad . Sevilla es una de las ciudades más afortunadas de España y la más agraciada de Andalucía. Hasta 15 veces ha caído el Gordo en la capital hispalense, aunque también se han vivido algunos episodios funestos como lo fue la gran estafa lotera conocida como «El Gordo de Escámez» .
Pero mucho más allá de la Lotería, el 22 de diciembre es un día en que ocurrieron acontecimientos muy importantes en la historia . Por algunos de ellos, incluso, esta jornada bien podría haberse declarado como festivo local . ¿Sabe usted que Gustavo Adolfo Bécquer murió un 22 de diciembre? ¿Y que Antonio Susillo eligió este día para quitarse la vida con sus propias manos? Como acontecimiento histórico, ¿hay algo más importante que la Reconquista de Sevilla por el Rey San Fernando? Pues aunque la entrada de las tropas tuviera lugar un 23 de noviembre, fue un 22 de diciembre cuando se completó la cristianización de la ciudad. Pero, a buen seguro que usted tomará en serio este reportaje cuando sepa el día que se empezó a servir la cerveza Cruzcampo... Exacto, fue un 22 de diciembre.
La muerte de Bécquer y el eclipse de sol

En esta Sevilla llena de paradojas, pocos conocen la historia del fallecimiento de Gustavo Adolfo Bécquer . Al poeta más destacado del Romanticismo le sobrevino la muerte, aquello que tanto le inspiró durante toda su obra, un 22 de diciembre con tan sólo 34 años. Fue mayor el reconocimiento que tuvo a partir de 1870 que el que logró en vida. La muerte no sólo le marcó en su obra, sino que le encumbró al olimpo de los poetas .
Ocurrió en 1870 . En septiembre de aquel año, fallecía su inseparable hermano Valeriano, que lo dejó sumido en una enorme tristeza que, sin ser causa directa de su muerte, le quitó gran parte de las ganas de vivir. En el mes de diciembre, un enfriamiento lo dejó en cama en su casa de Madrid, de donde nunca más se levantó. Dicen que fue una tuberculosis . Aquel 22 de diciembre de 1870 hubo un eclipse de sol. Sus últimas palabras fueron: «Todo mortal».
Su agonía fue retratada por ilustradores y pintores de la época. Al día siguiente, fue enterrado en el Patio del Cristo de la Sacramental de San Lorenzo y San José de Madrid. Uno de los asistentes a las exequias, el pintor Casado de Alisal, propuso allí mismo publicar las obras de Bécquer, lo que le granjeó la popularidad que tiene actualmente.
Los restos de los hermanos Bécquer permanecieron en Madrid hasta que, en 1913, fueron trasladados a Sevilla , en lo que fue todo un acontecimiento. Los dos féretros llegaron a la estación de Plaza de Armas y, desde allí, a la parroquia de San Vicente , donde permanecieron una noche en la capilla de las Siete Palabras por culpa de la lluvia. Al día siguiente, salió la comitiva en dirección a la Anunciación . En 1972, de nuevo, fueron trasladados al Panteón de los Sevillanos Ilustres , donde permanecen actualmente.
Susillo, su muerte y las leyendas

Imbuido en el romanticismo de Bécquer , el escultor Antonio Susillo se suicidó de un disparo el mismo día en que murió Gustavo Adolfo, 26 años después. ¿Fue casualidad? Parece que no. Susillo, el que esculpió en bronce a l Cristo del Cementerio y le rehizo las manos a la Amargura tras el incendio que sufrió el paso de palio el Domingo de Ramos en 1893, se quitó la vida con sus propias manos . No hay mayor paradoja.
Murió joven, como Bécquer, con 39 años . Cogió una pistola y, junto a las vías del ferrocarril a la altura del muelle de la Barqueta , se disparó en la cabeza. Cuenta la leyenda que el suicidio se debió a una depresión que sufrió el escultor al percatarse de que le talló las piernas al revés al Crucificado . Así contaba Antonio Burgos en su «Guía secreta de Sevilla» esta leyenda, apuntando también a una depresión causada por motivos económicos.
A pesar del pecado cometido al quitarse a sí mismo la vida, la Iglesia fue sensible y permitió un entierro religioso , y que sus restos pudieran descansar a los pies del Cristo en el Cementerio de San Fernando, en lugar de enviarle al cementerio civil como se era habitual en estos casos.
Pero no quedan ahí las leyendas en torno a la muerte de Susillo. Se cuenta que un día, el Cristo esculpido por él para el cementerio lloró miel. La voz de alarma la dio el guarda del cementerio, quien se percató de este hecho una década después del fallecimiento del autor. Hasta una delegación del Vaticano se trasladó a Sevilla para comprobar el supuesto milagro . «Es el escultor llorando su pena, su dulce pena» , afirmaban los sevillanos. Aunque en realidad, esas lágrimas tenían una explicación menos mística. Dada la enorme talla del Cristo, Susillo lo talló hueco. Así se reduciría el peso. En los ojos, el escultor dejó unas pequeñas grietas. Unas abejas hicieron el resto, construyendo un panal en el interior de la imagen de la que brotaba la miel. Desmontado el fenómeno, siglos después, la talla que señala el centro del Cementerio de San Fernando, el que marca la tumba de Antonio Susillo, sigue recibiendo el nombre de Cristo de las Mieles .
La conquista de Sevilla completada

El mismo 22 de diciembre, pero de 1248 , ocurrió uno de los episodios menos conocidos pero, a su vez, más relevantes de la historia de Sevilla. Fernando III el Santo entraba triunfal en Sevilla, simbolizando así la Reconquista completa de Sevilla , una operación que costó sangre, sudor y lágrimas, por tierra y río. Hasta ocurrió en ese periodo el milagro de la Virgen de los Reyes . Los barcos cristianos sufrían los proyectiles lanzados por las defensas musulmanas por la Torre del Oro. La victoria podría lograrse si los barcos eran capaces de romper las cadenas que unían de orilla a orilla el puente de barcas.
Tras varios intentos infructuosos, una de las naves de la armada cántabra embistió contra el puente y lo rompió en dos, lo que permitió el cerco de la ciudad islámica. Aquello ocurrió un 3 de marzo. El 23 de noviembre de ese mismo año de 1248, el último gobernador musulmán de Sevilla, Ataxaf , entregó las llaves de la ciudad a San Fernando, que no entraría en la ciudad hasta un mes después, el día 22 de diciembre de 1248, conmemorando el t raslado de los restos de San Isidoro a León . Desde entonces, Sevilla pasó a ser oficialmente cristiana.
La primera «caña» de Cruzcampo

Otro acontecimiento relevante ocurrió el 22 de diciembre de 1904 , quizá no por su trascendencia histórica pero sí porque cambió los gustos, hábitos y hasta las formas de ser del pueblo de Sevilla: fue el día en que salió al mercado la primera cerveza Cruzcampo.
Un año antes, dos hermanos, Tomás y Roberto Osborne , procedentes del Puerto de Santa María, decidieron crear la primera empresa cervecera en Andalucía. Se dedicaban al vino, pero un viaje por Alemania les cambió el paso, al conocer el proceso de creación del zumo de cebada.
Decidieron ubicar la empresa en Sevilla , por poseer un agua de características óptimas para el proceso, y situaron la fábrica cerca del templete de la Cruz del Campo , que fue la primera «catedral» para las hermandades de Sevilla, y el origen de la Semana Santa. Su nombre inspiró el nombre de la compañía y la fábrica fue inaugurada en 1904.
De su viaje por Alemania no sólo se inspiraron en el proceso de fabricación de la cerveza, sino que adoptaron a un personaje de la mitología germana aficionado a la cerveza como imagen de marca: Gambrinus . Sólo quedaba ya venderla y ver qué tal resultaba. Un 22 de diciembre los sevillanos probaron por primera vez la cerveza, que hoy en día es la vitamina diaria de la gran mayoría, codo en barra. Y es que en Sevilla no se pide «una caña», sino que directamente se le dice al camarero: «Ponme una cruzcampo».