Memoria histórica
Un 16% de los restos de la fosa de Pico Reja son de represaliados del franquismo
Los expertos que realizan las excavaciones en el cementerio de Sevilla estiman que el enterramiento estuvo en uso hasta la década de los cuarenta
Las prospecciones en la fosa común de Pico Reja en el cementerio de San Fernando empiezan a desvelar una historia mucho más triste y amplia de lo que arqueólogos y las asociaciones de memoria histórica habían defendido. El enterramiento, excavado en los años veinte, estuvo en uso durante mucho más tiempo del que se pensaba , albergando los cuerpos de represaliados del franquismo y de numerosos ciudadanos que fallecieron solos en diversas circunstancias o que sus familias no podían costear la sepultura. A este lugar f ueron a parar también restos que se encontraban en nichos de alquiler, desalojados cuando se dejaron de abonar las mensualidades.
Noticias relacionadas
Las evidencias halladas en las primeras cotas no dejan lugar a dudas y cambian por completo las previsiones del equipo, que trabaja sobre el terreno desde el pasado mes de enero. Con 671,34 metros de longitud y una profundidad aproximada de otros cuatro, la fosa común de Pico Reja alcanza 2.685,36 metros cúbicos. Se estimó que en ella estaban los restos de hasta 1.103 personas que fueron ajusticiadas por el régimen franquista durante la contienda y la posguerra, pero esa previsión se ha quedado bastante corta. Los hallazgos iniciales apuntan a que es algo más del doble y alcanzaría los 2.611, un 16% del total de cuerpos que se encuentran en la fosa .
Estos números responden a una estimación en base a lo que se ha inhumado hasta el momento, que son 909 cuerpos, de los que 160 tiene signos de violencia. Otros 749 no muestran esas evidencias y se han descartado de la investigación.
Los expertos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi , que lidera los trabajos, advierten de que las cifras sólo se confirmarían si la progresión de los hallazgos es la misma. Los resultados son, por el momento, muy preliminares, pues apenas se ha avanzado un 10 por ciento, pero sí cambia la línea de investigación, aunque «realmente nunca hemos trabajado con un patrón definido», admite Juan Manuel Guijo , director de intervención de la mencionada sociedad científica. « Ya sabíamos que había enterramientos anteriores a 1936, lo que no esperábamos eran tantos posteriores a esa fecha» , asegura en declaraciones a ABC.
Entre esas sorpresas que ha desvelado la tierra están grupos de cuerpos sin ataúdes que se encuentran en distintas disposiciones, pero que no tienen signos de violencia , por lo que se descartan como fusilados. « La primera sospecha fue que las muertes estuvieran causadas por alguna epidemia , pero al no haber niños ni restos de cal se barajaron otras hipótesis como fallecimientos en cárceles», relata el investigador. En una cota de un metro noventa de la fosa todavía no se ha llegado a las sepulturas de 1936, que son las que se investigan. Guijo comenta que «sólo se han encontrado de esta fecha en la parte más ancha del agujero», porque no se trata de un espacio uniforme sobre el que se fueron depositando cuerpos de forma ordenada. La disposición de los restos indican que cada sección de esa gran excavación tuvo distintos usos.
Sobre los trabajos en sí, señaló qu e la misión de su equipo es «ser lo más imparcial posible» y sobre todo, no dar ningún resultado a las familias hasta que el informe se haya completado . «Adelantarnos supondría una gran irresponsabilidad», sugiere. Sobre los cuerpos que se están encontrando y que son descartados poco se puede hacer. Comenta que nadie los reclama y que han prescrito. Además, el tiempo de esta prospección es limitado, dura tres años y tiene una misión clara centrada en los crímenes de la guerra civil .
«Hasta el momento, más del 80 por ciento de los restos que hemos visto no se corresponden con personas asesinadas» , indica. Se analizan las fechas y, sobre todo, se miran con lupa los huesos para encontrar traumatismos mortales o agujeros de proyectiles. «Lo que hacemos aquí es una labor científica, no obedece a ideologías ni corrientes políticas. De hecho, el mayor riesgo para sacar conclusiones certeras es la falta de imparcialidad», considera Juan Manuel Guijo, a quien ha dejado de gustarle el término de recuperación de la memoria histórica por lo politizado del asunto y prefiere hablar de «restitución de los derechos humanos».