Arzobispo de sevilla
Saiz: «El Papa Francisco no es progresista ni conservador, es un discípulo de Cristo»
Saiz Meneses ve una continuidad en la doctrina de Benedicto XVI y la de Francisco y considera que ambos pontífices se han respetado y apreciado. El prelado opina sobre los temas de actualidad en el Vaticano
«Al futuro alcalde de Sevilla le pido que busque soluciones a los barrios más pobres»
«Se necesita una transformación radical de los modelos económicos y sociales»

-Viene usted de asistir al funeral de Benedicto XVI en Roma. ¿Tan distinto era su doctrina respecto de la del Papa actual?
-No son tan distintos porque los papas coinciden todos en lo sustancial de la doctrina. Puede haber una diferencia de acentos, ... que viene dada por la trayectoria vital, el propio temperamento o por las situaciones que toca afrontar a cada uno. Del Papa Benedicto destacamos más los contenidos doctrinales, su interés por la verdad, la belleza, la liturgia… y Francisco hace más hincapié en las situaciones de pobreza de las personas y de los pueblos, y quiere sacudir la conciencia del Occidente rico para que sea más solidario. Pero te pongo un ejemplo, en el tema de la opción preferencial por los pobres hay citas preciosas de san Juan Pablo II, otras de Benedicto XVI y otras de Francisco, en continuidad y profundidad de magisterio.
-Los vaticanistas opinan que, en cierto modo, la figura de Benedicto suponía un muro de contención a algunas reformas que quiere emprender Francisco. ¿Cree que ahora se acelerarán?
-El Papa Francisco ha procedido con mucho aprecio y delicadeza hacia su predecesor, y el Papa Benedicto lo mismo, con suma estima y respeto hacia su sucesor. El Papa Francisco va llevando a cabo las reformas que estima necesarias desde un principio de fidelidad a la doctrina, a la tradición y a la vida de la Iglesia, y también teniendo en cuenta la necesaria adaptación a los tiempos nuevos y a las nuevas situaciones. Esto es algo que ha sucedido a lo largo de la historia de la Iglesia. Recordamos, en particular, las reformas del Concilio Vaticano II y los sínodos posteriores, procurando dar respuestas a los desafíos que se presentan en cada momento de la historia.
Sermones «aburridos»
«La homilía no es una clase de teología ni una conferencia, es un género literario propio»
-En el Sínodo de la Sinodalidad se debatirán asuntos como la ordenación de casados, el celibato opcional o el sacerdocio femenino. ¿Cuál es su posición sobre cada uno de esos temas?
-Se debatirán los temas que se consideren de mayor coincidencia y relevancia a partir de la fase diocesana y la fase continental, desde la colaboración y escucha del pueblo de Dios, implicando a todos los cristianos. Sinodalidad significa vivir unidos y hacer camino unidos, ése es el principal centro de interés de este Sínodo. Habrá que profundizar sobre la vida de la Iglesia, sobre la comunión con Dios y entre los hermanos, sobre la realidad de la Iglesia y su misión en el mundo... No hay que tener miedo a debatir sobre cualquier tema. La prioridad está en volver a las fuentes del Evangelio y desde ahí iluminar toda la realidad. En nuestra realidad concreta de Sevilla hemos de crecer en comunión y sinodalidad, mejorar en la transmisión de la fe, salir más a las periferias geográficas y existenciales, seguir insistiendo en la atención a los más vulnerables y necesitados, cuidar la formación, etcétera.
-La Iglesia alemana ha llegado a plantear un pulso bordeando el cisma. ¿Qué solución ve a este conflicto?
-La solución la encontramos en el libro de los 'Hechos de los Apóstoles', en la primera comunidad de Jerusalén, con el problema de la falta de atención a las viudas y huérfanos de los cristianos de procedencia griega. Se reúne la comunidad, y su metodología consta de dos elementos principales: oración y diálogo. Han pasado veinte siglos, y los problemas que se están debatiendo en el sínodo de Alemania son más amplios y complejos, pero la esencia de la metodología es la misma. Oración y diálogo. Inspirarse en las Sagradas Escrituras y en la tradición de la Iglesia para hallar las respuestas a las nuevas situaciones. El dogma y la moral no dependen de modas o de encuestas.
-En los corrillos vaticanos se tiene la sensación de final de pontificado por la edad de Francisco. ¿La tiene usted también?
-No tengo esa sensación. El Papa Francisco tiene dificultades de movilidad debido a una inflamación del ligamento de la rodilla derecha, pero está muy lúcido mentalmente, eso lo pudimos comprobar muy de cerca en la visita ad limina. Ahora bien, estoy convencido de que cuando vea que no puede desarrollar convenientemente su ministerio petrino, no tengo ninguna duda de que renunciará también. Pero me parece que ahora mismo no se dan esas condiciones.
Utilización política
«Hay que leer los discursos del Papa enteros y no tomar frases aisladas y sacadas de contexto»
-El Papa critica a los sacerdotes «aburridos» y con «cara de vinagre». ¿Está de acuerdo con él con estas afirmaciones y cuando pide «por favor» que las homilías no duren más de diez minutos?
-La primera vez que usó esa expresión estaba yo presente, en el Aula Pablo VI, en un encuentro mundial de seminaristas, novicios y novicias, y, saliéndose del guion, dijo aquello de que «no podemos evangelizar si llevamos cara de pepinillo en vinagre». Tiene toda la razón al insistir en que hemos de ofrecer una imagen de alegría y esperanza; evidentemente, es algo de sentido común. De siempre se ha dicho aquello de que «un santo triste es un triste santo». En cuanto a la duración de las homilías, cada vez tenemos menos capacidad de mantener la atención, por eso él insiste en que los sermones no sean largos, sino breves y con unos mensajes claros y directos que lleguen al corazón. Hay personas que con un sermón muy largo son capaces de mantener la atención, pero volviendo al refranero, «lo bueno, si breve, dos veces bueno». Se aconseja comunicar bien los mensajes, ser muy pedagógicos, no querer deslumbrar ni hacer alardes de erudición, sino tener claro el mensaje y comunicarlo. Y después callarse. A veces no hay forma de aterrizar. La homilía no es una clase de teología ni una conferencia ni una catequesis, es un género literario propio que tiene como finalidad llegar a tocar el corazón y ayudar a la conversión.
-¿Cree que el Papa es consciente de la utilización política que se hace desde algunos sectores progresistas españoles de sus declaraciones?
-El Papa es una persona muy espiritual e inteligente, y dispone de gran cantidad de información. Por supuesto que es consciente de que sus palabras o las fotografías que se hagan con él pueden ser utilizadas en un sentido o el otro. Esa realidad está ahí y se debe asumir. Es un precio que toda persona pública tiene que pagar y él asume el riesgo porque seguramente ve más ventajas que inconvenientes.
-No es sólo esos sectores progresistas, también los ultraconservadores. En España, Vox se muestra muy crítico con el Papa.
-El Papa no es ni progresista ni conservador, es un discípulo de Cristo, cuya misión consiste en ser principio de unidad en la Iglesia católica, y de confirmar a sus hermanos en la fe, como sucesor de Pedro que es. Lo que nos enseña es el evangelio, el catecismo, la teología y la doctrina social de la Iglesia. No sale de ella, y ahí tiene lugar una continuidad con los pontífices anteriores. Ahora bien, hay que leer los discursos del Papa enteros, hay que estudiar el conjunto de su magisterio, y no tomar frases aisladas y sacarlas de contexto.
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