el rincón de...
«Las oenegés, exceptuando las católicas, son el mayor peligro de África»
José María Liñán Cruz es cazador profesional y prepara su próxima campaña en Sudáfrica y Mozambique si los conflictos le dejan
«Para que al Bellas Artes no lo trasladen a la Universidad hay que ampliarlo»

Sevillano, asesor de fondo de inversiones, cazador profesional, cree que Sevilla ha perdido el sentido de la medida que la hacía diferente. Es gallista hasta los tuétanos y está convencido de que cambió no solo la estética del toreo, sino el mundo sobre el que ... giraba. Asegura que El Gallo fue el primer torero que se preocupó por la trazabilidad de los toros que lidiaba y el primero que exigió derechos de imagen. Su rincón preferido es la plaza del Salvador. Me dice absolutamente convencido, como el que ha visto la cara de la verdad, que de África nunca se vuelve…
–Usted da el salto a África porque le proponen diseñar un coto de caza de 470.000 hectáreas al norte de Mozambique, ¿es así?
–Así es. Recibo una llamada de parte de un amigo cazador mozambiqueño, que me presenta a un portugués que había conseguido una concesión en el norte de Mozambique y quería hacer un área de caza. Ni que decir tiene que el área es más grande que Andalucía.
–Creo que el gobierno de Maputo no tenía registrado ni los poblados indígenas del área…
–En una reunión que tenemos con el gobernador de Cabo Delgado nos pidió, por favor, que hiciéramos un censo de las personas que vivían en el área. Lógicamente ese trabajo estaba por hacer.
–Le he oído hablar de aquella época como una de las más apasionantes de su vida.
–Era un momento de descubrir mundos nuevos, estructuras sociales y económicas nuevas, descubrir una naturaleza impresionante. Y sobre todo, cómo el caos se convierte en orden en aquellas zonas.
–¿Nunca se le encasquilló el rifle cuando le embestía un búfalo malhumorado?
–Nunca. Pero sí tuve problemas con algunos animales. Viví episodios peligrosos con búfalos, hipopótamos y elefantes.
–En cambio si tuvo episodios peligrosos con los hombres…
–Concretamente durante el conflicto entre Namibia y Botsuana. Lo que verdaderamente te daba pavor era caer en manos de los furtivos que operaban en esa frontera, temiendo que se les unieran bandas angoleñas que actuaban al sur de Okavango.
–Y el golpe de estado contra Mugabe lo convierte en espía…
–Un cliente quería cazar una especie que solo es autóctona en Somalia. Un amigo mío cazador de Zimbawe había logrado reproducir ese antílope en una reserva suya cerca de la frontera con Mozambique. Se produce el golpe de estado y nos pilla en Mutare, donde estábamos de forma ilegal. Decidimos abandonar la zona por la única pista que cruza la frontera. Nos pararon, no llevábamos papeles y nos aconsejaron irnos rápidos. Pero nos paró la policía mozambiqueña, a la que le habían dado la matrícula del vehículo y mi nombre, diciendo que era agente del Renamo, la contra mozambiqueña del Frelimo.
–¿Qué lo salvó?
–Una llamada al gobernador de Cabo Delgado, muy amigo que, además me dijo quién me había denunciado. Y fue un socio mío.
–En una aldea de Mozambique conoció a un hombre la mar de espabilado.
–(Risas) El amigo Omari Musa, que cada vez que oía el motor de mi coche llegando a la aldea, se disfrazaba de coronel cubano pero con chanclas y calzonas muy usadas. Parecía salido del Falla.
–Y fue testigo de cómo un hechicero curaba la disentería con sangre de antílope y agua clara.
–Así es. Se declaró la disentería en el campamento y una suerte de hechicero de la tribu Macúa, Arrueqe, dijo que tenía la solución para curarnos. Mezcló sangre de antílope con agua clara del río. Y en una semana todos estábamos repuestos. Pero lo curioso es que no dejábamos de ver a empleados del campamento llevar todos los días su botellita de líquido rojo. Luego nos dimos cuenta de que faltaba de la despensa una caja de vino tinto.
–¿Ese mismo hechicero es el que escupió en el cañón del rifle para que un cliente suyo cazara una pieza esquiva?
–Efectivamente, el señor Arrueque. También tuvo la solución para cazar un antílope llamado sable, que era esquivo a nuestros días de caza. Le pidió el rifle al cliente, hizo una mezcla de harina de mandioca y agua, se lo espolvoreó al europeo, bailó en torno al rifle y le escupió en el cañón. Al día siguiente el cliente cazó un sable.
–En una novela de Le Carré se denuncia el colaboracionismo indecente entre algunas oenegés y gobiernos corruptos africanos. ¿Exageraba el escritor?
–Las oenegés politizadas es el mayor enemigo de África. Son correas de transmisión de las cloacas de las dictaduras comunistas africanas y lo único que han hecho ha sido desestructurar social y culturalmente a las poblaciones.
–Pero usted ha trabajado con oenegés…
–Sí, he colaborado con aquellas que eran de carácter católico. Me siento muy orgulloso de haber construido hasta tres escuelas, un ambulatorio muy primitivo pero que las mujeres tenían donde parir y no se iban al río a tener sus bebés.
–Algunas voces sostienen que la nueva ley de bienestar animal está inspirada en el mundo ideal de Disney. ¿Usted qué opina?
–La naturaleza tiene un orden. Cambiarlo por sentimentalismo infantil solo consigue romper su armonía y colocar al Estado donde está el hombre.
–¿Nunca sintió la tentación de no disparar?
–Sí, más de una vez. Y he prohibido disparar contra animales que estaban en su plenitud.
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