VACACIONES INOLVIDABLES

Cuando César Cadaval iba enganchado en la trasera de un coche de caballo a la playa

La familia de Los Morancos veraneó muchos años en Sanlúcar de Barrameda

Cuando César Cadaval iba enganchado en la trasera de un coche de caballo a la playa juan flores

M.D.Alvarado

A César Cadaval, de Los Morancos, el verano de su infancia le trae aires de Sanlúcar de Barrameda. Recuerda como su padre, Juan, les llevaba nada más terminar el colegio a él, su madre y sus hermanos, a la playa, mientras él iba y venía lo que le permitía su trabajo en el banco. Allí, se quedaban casi cuatro meses , alejados de los calores de Sevilla.

En su memoria, la imagen de la señora, Carmen, que les alquilaba la casa todos los años, del calor y la cercanía de la gente que había antes, y hasta de los olores y sabores de encontes. Recuerda César las ricas acedías que freía su madre y los «tapaculos» , un pescado muy parecido a la acedía, pero «con más sabor».

Eran años de pandillas , donde se mezclaban amigos de Sevilla y los de Sanlúcar, como los Astolfi o los Mendicutti, amigos con los que correr aventuras tan grandiosas como la de ir a la playa enganchados en la parte trasera de los coches de caballos para salvar apenas 300 o 400 metros de distancia hasta que, desde otro coche, advertían al cochero de los polizones y con el grito de «látigo atrás» aquél zumbaba el aire con la fusta y César con los otros tres o cuatro chavales con los que se había montado saltaba rápido.

En aquella Sanlúcar no estaba llena sólo de días de sol y playa, también había noches en las que César, aprovechando que su padre tenía un abono para los tres meses, se lo pasaba en grande en el cine de verano de «La Calzada» .

Algunos veranos, los Cadaval hacían un paréntesis para visitar a la familia de su madre, María, nacida en tierras catalanas. Recuerda un año en el que su padre se compró un R-6 y fue sacarlo de la fábrica y estrenarlo haciendo el viaje. Iban ocho en el coche y tardaban en llegar a la Costa Brava entre 14 y 16 horas . César no olvida como su tío Agustín, que hacía pesca submarina, estaba en la playa, en La Fosca, Palamós, y de pronto se metía en el agua y les traía ostras que se comían allí mismo, todo un lujo.

Cuando César Cadaval iba enganchado en la trasera de un coche de caballo a la playa

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