Feria de Abril de Sevilla 2017

Para saber de qué va esta Feria, pulse el botón

El ecuador se rebasó ayer en una de las jornadas más extrañas que se recuerdan: poca gente y mucho ambiente

Jóvenes vestidas de flamenca ayer por las calles del real RAÚL DOBLADO

ALBERTO GARCÍA REYES

En la Feria no hay nadie, así que vamos a hablar de cuestiones de fondo. El que piense que la alta tecnología del real sólo está en la calle del Infierno no tiene ni idea de qué va esto. Hay casetas con más botones que el «Top Gun» , que es el cacharro de moda, ideal para devolver a la naturaleza lo que procede de ella y ha sido arrebatado a sus dominios en cualquier ingesta. Muchos creen que el cajero automático que han puesto en la de los guiris es un humilde homenaje a la tarea de modernización de su antigua propietaria, Abengoa, pero esa máquina rinde más bien tributo a algo mucho más sevillano: la comisión. Qué clavadas pega el cachivache. «Esta operación tiene una comisión de taitantos euros».

Los botones son caros por antonomasia allí donde la gente va todavía a caballo. Que se lo pregunten a Curro el de la Expo , que le dio el otro día a un botoncito que cuesta casi 600.000 euros: el de la luz. Pero, además de caros, en la Feria los botones suelen ser incómodos. Ayer, cuando todavía estaba el real desperezándose a las dos de la tarde, un hombre mayor llegó a la puerta de su caseta de toda la vida por primera vez este año. Había escogido el día para comer tranquilamente con su familia y regresar a casa pronto, antes de la hora de la bulla. Pero se encontró con un obstáculo inverosímil. Para acceder había que bajarse una aplicación del móvil y pasar la pantalla por un detector. El señor tenía móvil, claro. Pero rudimentario. Un modelo que sólo sirve para llamar y recibir llamadas. Porque a ese hombre, cuando le hablan del whatsapp, se le viene a la cabeza la sevillana de los marismeños: «Párate y considera, no tengas guasa». El portero no lo dejaba pasar. Y el caballero siguió esgrimiendo la misma sevillana: «Vente a razones».

Hasta que un socio le invitó a pasar con el leve gesto de muñeca y palma de la mano abierta de toda la vida. Que al final es lo que triunfa en la Feria. Lo de siempre. Pero con esto de las redes sociales y las aplicaciones móviles nos vamos a volver locos. En otra caseta de Gitanillo de Triana ha habido una trifulca entre los socios porque han colocado una camarita al fondo. El responsable dice que es para vigilar la caja. Pero allí no se fía nadie un pelo. Lo explicaba un afectado con cierto enojo: «Hay cuatro razones por las que la gente se ha quejado de que eso no puede estar ahí. La primera es que, si estás de baja, no puedes aparecer en internet bailando. La segunda es que si estás tieso y le debes dinero a alguien, ¿qué va a pensar si te ve aquí de cachondeo? La tercera es que hay gente que le dice a sus conocidos que no va a venir para que no se presenten aquí y le den el coñazo.

Y la última es el tema de los cuernos»… Todos son argumentos de peso, como puede comprobarse. Así que el único aparatito que por ahora pasa el filtro es el que han colocado en una caseta de un módulo que tiene en el centro una especie de patio provocado por un poste que hay que salvar de oa mejor manera posible. Está en Joselito el Gallo . Y los socios se han gastado un dinero para poner un techo solar automático. Que hace calor, abierto. Que llueve, cerrado. Ole los que saben disfrutar.

La Feria ayer daba para estos debates. A las ocho de la tarde había gente, pero no para volverse locos. Durante el mediodía reinaba el vacío, salvo donde estaba Susana , que tiene un punto rociero. La bulla va detrás de ella. Y como aparezca un fotógrafo los codazos son a vida o muerte. La situación son similares a un sprint de la vuelta ciclista. O te colocas bien varios kilómetros antes de la meta, o no te comes una rosca. Cómo será la cosa que en el PP hasta se relajaron viendo el panorama. Se hicieron una foto juntos en la caseta municipal los dos bandos. Aunque ahora mismo quizás hay tres: los oficialistas, los críticos y los que ya se han puesto en medio, en la zona del ni fu ni fa, por si las moscas. En la caseta del Ayuntamiento estaban todos. Y el portavoz de Ciudadanos, Javier Millán , se frotó las manos. Se fue para Virginia Pérez y le dijo por derecho algo estremecedor: «Le he comprado un saco de palomitas para ver vuestro espectáculo». Así es la vida. Unos pierden y otros ganan. Por eso la Feria es tan auténtica. Porque no depende de resultados. Oscila de la nada al todo como la vida misma. Y todo depende de un botón: el de la luz. Si hay alegría, no importan las comisiones. Si hay penurias, pulse cancelar. Y que continúe el espectáculo. Ayer fue un día de transición. Pasó como un rayo. Sin agobios. Sin grandes ronchas en las libretas de los camareros. Pero con el único botón que importa en la Feria en su sitio: desabrochado.

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