Del más soberbio glamour de Grace y Jackie al humilde filete «empanao»
Se cumplen 50 años de la Feria que visitaron los príncipes de Mónaco y la viudad de JFK, auténtico acontecimiento que despertó la expectación de Sevilla
Los años sesenta acaban de cruzar su ecuador en el contraluz del desarrollismo económico que generaba una nueva clase media y una cierta apertura del país. Llegaba el turismo de sol y playa -y se pedía ya la innovación de la caseta del turista para el real; el Seiscientos estaba en auge junto al 1.500 , el 800 y el Gordini , los electrodomésticos a plazo, los ye-yé y la minifalda, que en la Feria se traducía en el traje de gitana a media pierna, mientras la patria aún sufría la emigración que dejaba vacíos los campos, vivía con sueldos bajos y practicaba religiosamente esa máxima heredada de la posguerra de no dejar nada en el plato de Duralex .
La Feria de 1966 fue el particular y festivo microescenario del gran teatro de la dicotomía española, que se materializó en la visita glamourosa de los príncipes de Mónaco, Rainiero y Grace , y de Jacqueline Kennedy , mientras que los sevillanitos medios colonizaban la Plaza de España -en donde se aparcaban los turismos a mansalva- y el Parque de María Luisa, pertrechados de cajas de zapatos con tortilla de patatas, huevos duros y filetes «empanaos» para aliviar el coste del festejo, en el que costaba un duro montar en las calesitas, lo mismo que un kilo de pollo.
Abril era la puerta por la que Sevilla se escapaba hacia el mundo, con su «célebre» Feria. Aquel año incluso antes de que el real del Prado sirviera de pasarela al famoseo foráneo entre los muchos figurinistas patrios, trufados de gitanería ambulante y pedigüeña.
Con la presencia de los príncipes monegascos, que se hospedaron en el Hotel Alfonso XIII , y de la viuda de JFK , que vivió durante aquellos días con la duquesa de Alba en la Casa de las Dueñas , asistieron en la Casa de Pilatos a la Fiesta de la Primavera a beneficio de la Cruz Roja y en la que se pusieron de largo sesenta muchachas de 18 años en un fastuoso baile de gala. Allí estaba lo más granado del momento, desde Doña Esperanza de Borbón al gobernador civil, José Utrera Molina , pasando por el embajador de EE.UU., Biddle Duke, que este mismo año se bañaría con Fraga en Palomares.
Vino a ser el pórtico de la Feria del glamour en una Sevilla expectante ante los visitantes de postín sacados del papel couche, en el que se había aireado el rumor del supuesto noviazgo de Jackie Kennedy con el embajador español en el Vaticano, Antonio Garrigues , que le sacaba 26 años. Nadie, sin embargo, olvidaba el tremendo asesinato de su marido en Dallas tres años antes, pero dos después de su aparición sevillana se casaría con Aristóteles Onassis , quien abandonó por ella a la diva María Callas .
La más grande portada
El real del Prado , con vieja carta de desahucio que no se haría efectiva hasta casi una década después, recibía a los feriantes, que cruzaban una de las más grandes portadas, abarcando dos calles y con una fuente en medio, que ha tenido la Feria y que lució completa hasta el viernes 23 . El día 19 se estrenaba la Feria de abril de 1966 . Aún se celebraba la feria de ganado al final de Los Remedios, con 2.496 cabezas el primer día , con sus tratos y chalanes a extinguir, y a la vez tenía lugar la Feria de Muestras Iberoamericana. Por primera vez arribaba a Sevilla el Gran Circo de Francia con el espectáculo «Ben-Hur» , de desfiles romanos, esclavos en las galeras, lucha contra fieras, carreras de cuádrigas y demás motivos alusivos en amalgama con payasos y Los Collins , funambulistas envueltos en la fama de haber cruzado el Sena sobre un cable a 100 metros de altura.
El miércoles, ABC de Sevilla llevaba a su portada la belleza pétrea de Grace Kelly en coche de caballos mientras los maletillas se arremolinaban frente a la plaza de la Maestranza esperando oportunidad para pisar el albero. La exactriz de Hollywood transmutada en real cuerpo glorioso lucía un traje de flamenca rosa pálido, regalo de Sevilla que ella agradeció por carta al alcalde, a la sazón Félix Moreno de la Cova: «verdaderamente encantada» con «ese precioso traje andaluz que procuraré llevar con la gracia envidiable de las sevillanas».
Los agasajos
Todo el señorío sevillano quería obsequiar a los ilustres visitantes; el Ayuntamiento en la caseta municipal (vino y mariscada); los condes de Santa Coloma en el Aero (cena de gala); los marqueses de Saltillo (cena fría), entre otros, todo ello seguido por centenares de fotógrafos nacionales y extranjeros y miles de curiosos y con el aderezo del flamenco y las sevillanas, que convivían con las nuevas corrientes musicales y hasta con el blues de los años cuarenta.
El gran José Antonio Blázquez nos ha dejado magníficas crónicas de aquella Feria de 1966, dando su sitio, entre la excepcional presencia de los de Mónaco y la Kennedy -que fue portada de la revista «Life» vestida de amazona montando un caballo blanco, al paisaje y paisanaje feriante, como las buñoleras, que cobraban «cuarenta duros por una botella de anís de marca» sin obviar la Feria que no le gustaba: la de la «gitanería sucia» que «monta su limosnera competencia sobre ese recurso frío de los niños envueltos en andrajos».
La prensa recogió las instantáneas de Jacqueline Kennedy en el Real Alcázar , con portada de ABC . Blázquez volvía a escribir de Grace, «porcelana viva», que volvió a vestir el traje de volantes rosa pálido, como nota predominante del tercer día de Feria, escoltada por docenas de caballistas y eclipsando a otros resonados visitantes y a otras presencias como los dos pares de charros y cowboys que pasearon el real, que también recuperó al entrañable «Escocés», sobre el que había circulado por la ciudad el rumor de su muerte.
Pudo verse también a ambas en la Maestranza antes de emprender el vuelo desde Sevilla, que dejaron el viernes 22 con el sabor lejano de la alta fama del celuloide y las revistas.