FERIA DE ABRIL DE SEVILLA
El festivo provocó que casi no se pudiera andar por las calles del real a media tarde
El festivo atestó el real a media tarde y hubo momentos en los que no se podía andar por la calle. El cambio de fecha tiene a todos los sevillanos despistados con los días
Hay dos ferias en esta Feria. No, no se trata de la Feria de noche y la Feria de día. Es verdad que hay botellón a punta de pala y que la madrugada se le ha torcido a Sevilla. Ha convertido las calles de Los Remedios en mingitorios, cuando no en zona de evacuación mayor, a la hora de la oscuridad. Por eso el lunes de Feria tiene dos crónicas claras . Una oficial, de belleza y postureo, y otra crápula, de vicios y escatologías a la intemperie. Pero las dos ferias en las que se ha dividido la Feria están en otra dimensión. Concretamente la temporal. Hay una Feria para las personas que saben qué días es y otra para las que están todo el tiempo preguntando a qué estamos.
Ayer parecía que iba a ser la primera etapa llana. Bajonazo. «Yo he venido a cerrar la cuenta y ya no vuelvo hasta el jueves porque estoy reventao», resumía un señor en un módulo de Joselito el Gallo con todas las mesas vacías a las tres de la tarde. El cuerpo es la excusa perfecta para no hablar del bolsillo. Se notó demasiado al desperezarse la tarde. Era día festivo, pero de sofá. La gente se guardó . Porque las maratones hay que correrlas con cabeza. Por eso el paseo de caballos encontró su justa medida.
Estaba todo puesto en su sitio. Sol, alergia, jamones... El más puesto de todos era Rafa, camarero de una caseta de la calle Rafael el Galo. Pelando un jamón se clavó la punta del cuchillo en la ingle . Puñalada limpia. Él mismo se cortó la hemorragia. Llegó la ambulancia rápidamente y le hicieron la cura. Era una herida pequeña, pero profunda. Le echaron los puntos. Y a seguir cortando jamón. Allí estaba el tío aguantando el tirón, con la raja todavía visible en el pantalón, que había sido atravesado limpiamente por la hoja.
«¿Cuántos días de baja te has cogido?», bromeó uno. Contestó sin pensárselo: «De aquí al domingo que viene me quedan siete días de baja». Y el otro remató: «Qué bien vivís los funcionarios». Esa es toda la verdad de la Feria. Igual que hay una de día y otra de noche absolutamente opuestas, hay también dos tipos de feriantes : los que viven detrás del mostrador, que siempre saben qué día es, y los que viven delante. Rafa cortó ayer dos jamones después de apuñalarse. Era 1 de mayo. Día del Trabajo. Los cortó para que se los comieran los del AVE, que vienen a Sevilla pensando que aquí no curra nadie. Y no se enteran de que el curro incluso preside la portada.
En la Feria trabaja todo quisque. Porque a este lado de la barra también están siempre las antenas levantadas. Tómate otra y hablemos del negocio. En una caseta de Pascual Márquez se cerraron ayer varios tratos . Andaba por allí un anglosajón que, después de un millón de años viviendo en Sevilla, no consigue gestionar bien el género de las palabras. «¿Me pone un manzanillo y una pinchita?». Uno de sus amigos dio una clave importante: «Imagina por qué le hemos dicho que no pida nunca pollo frito». La que podría liar con el género del pollo el inglés. Vamos a dejarlo ahí, que este tema no pertenece al horario vespertino, sino al noctívago, que es liberador de hormonas por los callejones.
Sigamos paseando, que el mediodía es un esplendor. Aunque, si uno se fija bien, descubre que las horas de la Feria son inexplicables . Que ayer hubiera poca gente a las tres no significa exactamente que el personal llegara por la tarde para ahorrarse el almuerzo, sino que a las tres se levanta y come a las cinco. Porque el único reloj que funciona estos días es el de la plaza de toros. Por no tener, esta feria no tiene ni calendario. «El año pasado a esta hora no nos habíamos ni duchao pa venir al Alumbrao y este año estamos ya reventaos», resumía un profesional del catavino y el puro en una esquina de Pepe Hillo. Esa es la exégesis perfecta. Entre el cambio de fecha de la inauguración, los días festivos y los farolillos sin poner es imposible orientarse. Se tiene la sensación que estamos ya a jueves. Y no. Por si se ha perdido, le aclaramos que hoy es martes.
Por cierto, aclaramos también que lo que hay en Los Remedios es la Feria, no la Expo, aunque las colas para coger el autobús o un taxi son clavadas a las del Pabellón de España. Anoche había tal cantidad de gente en el real que pedir media de manzanilla en una caseta era una aventura muy parecida a tomarse un café en el Pabellón de Colombia. Qué nos gusta una cola en Sevilla. Así que céntrese. Es la Feria y es martes. Ayer fue 1 de mayo, día de los trabajadores. Y estaba aquello hasta la bola de gente que no sabía cuántos días quedan para acabar. Eso sólo lo saben los currantes. Por eso esta crónica va dedicada a las cuadrillas de los que están poniendo farolillos -no se impacienten, que para los fuegos artificiales estarán puestos todos-, los policías, los bomberos, los taxistas, los conductores de autobús, los caseteros, los cocineros, el alcalde y el cronista que está escribiendo esto... Un momento, que llama el camarero. ¿Perdón? Sí, sí, manzanilla, por favor. Llene, llene. ¿Qué día hemos dicho que es hoy?
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