Historia
Feria de Abril de Sevilla 2020: un siglo de la última Pasarela
La simbólica estructura de hierro inspirada en la Torre Eiffel hizo las veces de portada de la Feria de Abril hasta 1920
Hasta 1920 , la puerta de entrada y símbolo de la Feria de Abril era una pasarela peatonal de hierro que servía para salvar el tráfico de tranvías entre la calle San Fernando y las avenidas de Carlos V, El Cid y Menéndez Pelayo. Concretamente, se ubicaba en el mismo lugar que hoy ocupa la Fuente de las Cuatro Estaciones , en la misma entrada del Prado de San Sebastián, que era el real de la Feria hasta 1973.
Esta estructura metálica inspirada en la Torre Eiffel se instaló en 1896. Pesaba más de 80 toneladas y fue diseñada por el ingeniero Dionisio Pérez Tobía. Estuvo en pie 25 años, hasta que fue demolida en 1921 por el ensanche que se llevó a cabo y sus materiales fueron vendidos como chatarra. Durante ese tiempo, fue la portada permanente de la Feria de Sevilla. Tanta fue la popularidad de la «pequeña Eiffel», que acabó convirtiéndose en un símbolo efímero de la ciudad e, incluso, a esa zona se le sigue conociendo como La Pasarela.
Se inauguró el 18 de abril de 1896, justo para la Feria de aquel año, y contaba con cuatro escaleras de acceso y un quiosco central, que se adornaba con globos de luz blanca durante los días que duraba la fiesta con casi 800 luces de gas y un arco voltaico en su cúpula.
La Feria vivía tiempos de cambio. El éxito de la celebración y las cada vez más frecuentes visitas oficiales de dignatarios e incluso reyes, obligó al Ayuntamiento a establecer cánones para normalizar la estética de las casetas. Primero fueron los farolillos de papel, que se colocaron por primera vez en 1877 con motivo de la visita de Isabel II. Las calles ya mantenían un aspecto común pero, dentro del sentido de la medida que tanto cuida esta ciudad, aún faltaba prefijar cómo debía ser el diseño de las casetas. En ese ánimo por salvaguardar las esencias, hubo un intento en 1902 de cubrir con colgaduras con anuncios la Pasarela, ya que los caballeros se situaban debajo de la misma para verle las piernas a las mujeres que la cruzaban. Cuenta Nicolás Salas, en el libro «Las Ferias de Sevilla», que aquel púdico proyecto no se autorizó. Se prefirió no estropear la estética de la Feria, así que allí siguieron los hombres: «Encima de la portada, me gusta verte pasar» , cantarían por sevillanas.
Eran años de polémica por la decoración de las casetas, como la del Círculo Mercantil en 1904, a la que revistieron al modo japonés y, como réplica, los Hermanos Quintero, junto a un grupo de ateneístas, dieron aspecto de cortijo andaluz a su caseta «Los Perros». Pulsando la opinión de la ciudadanía, parecía ganar el tipo de esta última, por lo que se ordenó que a partir de entonces todas guardaran ese canon más clásico y costumbrista.
Un año antes de aquella Feria de 1920, la última de la Pasarela, sucedió un hito histórico que marcó otro canon característico de la Feria: la pañoleta de las casetas. El pintor Gustavo Bacarisas diseñó un elemento de madera decorado a modo de tímpano para tapar la cercha de la fachada.
La Feria de 1920
En aquella Feria todo era alegría. Nadie podía esperar que, semanas después, se extendiera por todo el país la primera ola de una pandemia que confinó a medio mundo y que mató a 40 millones de personas, aunque afectó a Sevilla en otoño. Al real acudió la Reina Victoria vestida de mantilla y, también, la viuda de Napoleón III, Eugenia de Montijo , que falleció apenas tres meses después. Fue la última Feria en la que Sevilla vio una faena a José Gómez Ortega, «Joselito el Gallo» , al que mató el toro «Bailaor» en Talavera de la Reina apenas unos días después, dejando conmocionada a toda Sevilla, que lo despidió con honores y que vistió de luto a su Virgen de la Esperanza.
Aquella Feria fue la última para Joselito, para Eugenia de Montijo y para la Pasarela, que fue derribada al año siguiente. Fue tanto el vacío que dejó que las autoridades, por exigencia popular, tuvieron que construir de forma improvisada una pequeña entrada cada año durante tres décadas. En 1949, el Ayuntamiento fijó en sus ordenanzas la obligación de edificar «una gran entrada» al recinto, siguiendo el modelo del año anterior, una estructura efímera en forma de faro gigante al que se le denominó «Torre de los Toreros».
Desde ahí, cada año se instala una portada diferente. Hoy, un siglo después de aquella última portada de hierro, el símbolo de la Feria luce sólo ese material. La ciudad sufre otra pandemia y la suspensión de la fiesta ha dejado desnuda la puerta de acceso al real. En 2021 , por primera vez en décadas, Sevilla repetirá el diseño de la portada .
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