Crónica de martes de Feria de Abril de Sevilla 2022

La reconquista de la Feria

El martes todo cogió su horma después de un puente insoportable y el real recuperó la medida de hace tres años

Feria de Abril de Sevilla 2022: todo lo que hay que saber

Caballistas en el paseo del martes a primera hora de la tarde, antes de la lluvia Juan Flores
Alberto García Reyes

Alberto García Reyes

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El mejor resumen se dio en una caseta de Pascual Márquez. Estaba el grupito cantando sevillanas sobre las cabezas de la marabunta y se armó una pelea en la barra por un plato. Uno llevaba una hora esperando una ración de jamón. El otro llevaba 45 minutos. La fieras se tiraban de cabeza al comedero. Y el presidente le quitó el micrófono al del cante para dar explicaciones: «Vamos a ver, señores, esto está siendo un lío y quiero que sepáis que toda la culpa la tiene el del cátering , que se llama José Luis y es de Écija. Sentimos mucho las molestias». Los socios le dieron una ovación. Y eso que ayer la cosa ya cogió su horma. Había menos gente para la misma desorganización. Porque esta Feria está siendo una especie de refundación , no una vuelta a la normalidad. Por ejemplo, no llevan mascarilla ni los camareros y si uno se la pone lo miran como a un bicho raro. La mentalidad general se ha dado la vuelta como un calcetín. Los enmascarillados son los sospechosos. No te fíes de ese que lleva mascarilla. Como los japoneses antes de la pandemia. La Feria es una agresión a la rutina, es una revolución. Es Sevilla defendiéndose.

El real era otra vez el campamento de San Fernando para la reconquista. Fuera los invasores

Después del barullo del puente, que exige reflexión, hemos vuelto a nosotros con uñas y dientes . Los caseteros nuevos no saben nada, los forasteros saben menos, los socios casi no se acuerdan, pero ayer el real era otra vez el campamento de San Fernando para la reconquista. Fuera los invasores. Había atasco en el paseo de caballos mientras una abuela le explicaba a su nieto que por los adoquines no se puede andar a plena luz del día porque ese espacio está reservado para los enganches: «Por ahí no podemos, hijo, porque deslucimos el paseo». Ole, ole y ole. Sin darnos cuenta hemos rescatado nuestra esencia . Dos amigos se lo estaban diciendo en el balcón de su caseta en Pepe Hillo: «Menos mal que hemos llegado al martes». Menos mal. Hoy es festivo y eso significa que la tarde se viene arriba, sobre todo porque implica ahorro presentarse en el albero después de comer, pero la sensación era otra. Los caseteros han aprendido y los feriantes también. Los que no saben no volverán . José Luis de Écija se puede ir despidiendo. El discurso del presidente de su caseta es un finiquito como un templo. Pero si el primer día fue como un Domingo de Ramos, ayer era Domingo de Resurrección. El alcalde defendió el delirio por los billetes que deja. Sevilla no entiende de pasta en estas fechas, aun a sabiendas de hay que estar abrigado, porque esto no está en venta. Aquí las masas sólo se entienden en la caseta de Pulido, que reúne a todos los desencontrados cada año bajo sus lonas durante un rato en un armisticio colosal. Los enemigos se ofrecen rebujito. Es entrañable.

La Feria ha entrado en la cuesta abajo justo en la cuesta arriba. Los días venideros son melancólicos, los de ambigús vacíos y las conversaciones lentas

La Feria ha entrado en la cuesta abajo justo en la cuesta arriba. No intenten entenderlo. Los días verdaderos son los melancólicos, los de los ambigús vacíos y las conversaciones lentas. Esos días en los que se puede bailar sin meterle el codo en la oreja a nadie . Los que atascan el paseo de caballos pero no las freidoras. «Hoy por fin esto es nuestro», se repetía en las casetas, donde el asedio ha dejado sin hielo la memoria estos días. El real es un milagro porque consume la luz anual de una ciudad de 50.000 habitantes en una semana (Endesa dixit) y porque en la neveras cabe lo que cada sevillano se bebe en un año. Lo que pasa es que la estadística se distorsiona con los elementos exógenos . Gente que saca los pañuelos en la plaza mientras le pone la tilde en en la e al ole, populacho. Sevilla dice ole con tilde en la o. Perdón, dice la o larga: oooooooooole. Y lo dice sin gritar, sin que se le note. Sevilla es para dentro. Para los adentros . Íntima.

El año que viene hay elecciones municipales, no es tiempo de reformas. En 2024 hablamos. Porque una cosa es lo que se dice y otra lo que se piensa

Ayer la Feria fue interna, como las cornadas mortales . «La culpa es José Luis de Écija». Que nos perdonen los astigitanos, pero alguien tiene que pagar por esto. Necesitamos un chivo. Alguien que se coma el marrón. En cada caseta tienen el suyo y el Ayuntamiento, que de puertas afuera defiende el modelo pero en el cuarto de baño admite el disparate, ha tomado nota. El año que viene hay elecciones municipales, no es tiempo de reformas. En 2024 hablamos. Porque una cosa es lo que se dice y otra lo que se piensa. Ayer todo estaba en su sitio después de un fin de semana insoportable . Los cacharritos con colas de sólo media hora, las casetas con hielo, los caballos al trote, los turroneros de brazos cruzados, el de los gofres echando de menos a los del AVE, el repartidor de manzanilla entregando la carga justa , los policías parando a los de los patinetes, los autobuses con gente agachada, los taxis sin trifulcas, la gente yendo andando a los toros sin bulla, la cerveza con carbónico , el jamón recién partido -en la Feria no se corta, se parte-, las almendras calientes... La vida. No descarten que el presidente de la caseta de Pascual Márquez se abrace mañana con José Luis el de Écija.

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