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«Soy universitario y tengo un problema de autoestima»
Un 66% de las personas que acuden por primera vez a la asesoría psicológica de la Hispalense reconoce que arrastran su problema desde hace años
Joven de 20 años, responsable y con una buena trayectoria académica a sus espaldas hasta que llega a la Universidad. En primer curso le quedan tres asignaturas pendientes y comienza su calvario personal al ocultar a su familia el descalabro que ha sufrido. Se siente culpable por no haber respondido a las expectativas. Con todo, sigue adelante y se matricula en segundo con las que tenía sin aprobar del curso anterior. Lejos de venirse arriba e intentar hacer frente a la situación, ésta continúa complicándose aún más, hasta el punto de que llega a sentir temor a presentarse a cualquier examen por miedo al fracaso. El estudiante se va hundiendo, poco a poco, en una espiral que le absorbe psicológicamente y de la que no sabe cómo escapar hasta que llega a su tercer año de Universidad y se da cuenta de que necesita ayuda para afrontar un problema que se siente incapaz de solucionar por sí solo...
Este perfil personal se corresponde con el de un caso real extraído de entre las 400 consultas que suelen atenderse de media al año en la asesoría psicológica del Servicio de Asistencia a la Comunidad Universitaria (Sacu) de la Hispalense. Se trata de un claro ejemplo de impotencia, de temor al fracaso, que cursa como un conflicto de inseguridad y autoestima, que es uno de los más frecuentes entre quienes reclaman la atención del psicólogo del servicio, Bienvenido Santiago. «La mayoría de los jóvenes que vienen a nosotros saben lo que les pasa y lo terminan planteando abiertamente, aunque inicialmente no lo reconozcan», comenta este especialista que lleva en la asesoría psicológica del Sacu desde su comienzo, hace ahora 25 años.
En el último lustro, ha sido el curso 2013-14, con un total de 193 personas atendidas, el que ha registrado un mayor incremento (un 46%) con respecto al curso precedente, aunque los responsables del servicio no lo atribuyen por completo a los efectos de la crisis.
Las causas principales
Contra lo que pudiera parecer, los problemas económicos y las dificultades para obtener una beca —pese a que pueda influir en muchas de las preocupaciones manifestadas por el alumnado— no conforman el grueso principal de los motivos por los que un universitario pide asesoramiento psicológico. Son las denominadas «ideas inhabilitantes» (afán de perfeccionismo, falta de confianza en sí mismo, inseguridad, dependencia emocional, sensación de incapacidad...) las que se llevan la palma en este sentido, con un 63% de las consultas. Un segundo bloque lo constituyen las causas académicas (aquellas relacionadas con asuntos de rendimiento, orientación vocacional...), que representan el 21%, figurando en tercer lugar, con un 15% de las consultas, los «acontecimientos vitales», entendiendo por ello cualquier suceso que da lugar a un conflicto relacional, duelo, problemas de salud o crisis laborales.
Según precisa Ana López, directora del Sacu, en ocasiones también llegan casos cuya complejidad obliga a derivarlos a la sanidad pública, aunque «son pocos, en un año —dice— podemos tener tan sólo uno o dos. Esos jóvenes con trastornos más graves son atendidos en el SAS o en otros dispositivos».
Lo que sí llama la atención es el hecho de que en un 80% de los casos se trata de personas que piden esta ayuda por primera vez. Para López, no deja de ser curioso que en los conflictos de autoestima e inhabilitantes, «con un tiempo largo de evolución, no se haya recurrido antes a nuestro servicio. Si a eso añadimos —continúa— que el 66% de las personas perciben que llevan arrastrando el problema desde hace años, estimamos que todo ello se debe, en gran medida, a las dificultades para acudir a asistencia psicológica fuera del ámbito universitario, así como a las reticencias que persisten en una parte importante de la sociedad a considerar los problemas emocionales como un problema de salud».