Medio siglo esperando al canal Sevilla-Bonanza

El BOE publicó tal día como hoy, hace 50 años, la ley para construir un canal de navegación de 68 kilómetros y 10 metros de profundidad que nunca llegó a ejecutarse

m.d.a

Hoy hace cincuenta años de la Ley para la creación del canal de navegación Sevilla-Bonanza, publicada en el Boletín Oficial del Estado el 16 de diciembre de 1964. Una norma con la que se daba cuerpo a un proyecto largamente larvado y que intentaba paliar los problemas de navegabilidad del río y, sobre todo, activar la industrialización del Bajo Guadalquivir, pero que tampoco tuvo suerte.

Hoy los problemas de navegabilidad del río persisten y los riesgos que se le plantean al puerto hispalense, si el dragado de profundización no se ejecuta, hacen que algunos ojos miren como otra gran oportunidad perdida aquel proyecto. Incluso el primer teniente de alcalde, Javier Landa, en unas jornadas celebradas a finales de otoño sobre el nuevo proyecto de dragado, recordó, con sorna, que la ley sigue ahí y que, puestos a ser ambiciosos, Sevilla podría recuperar el proyecto.

Y es que, el frustrado Canal Sevilla-Bonanza tampoco lo tuvo fácil. En 1953, el Ministerio de Obras Públicas encomendó al puerto la redacción de un proyecto de mejora de la vía marítima, cuyo anteproyecto se aprobó en 1954. Su autor fue el ingeniero José Eulogio Prieto Moresi. La obra pretendía crear un canal de 68 kilómetros entre Sevilla y Sanlúcar de Barrameda que, acortando el recorrido entre el puerto y el mar, evitaría la servidumbre de las mareas, y permitiría el paso de buques de hasta 24.000 toneladas. El canal tendría una anchura de 120 metros en la superficie y 90 en la base, con una profundidad de 10 metros y contaría con dos malecones exteriores y paralelos como protección ante posibles inundaciones.

El presupuesto

Su presupuesto se fijó en 2.700 millones de las pesetas de entonces, de los que unos 500 se destinarían a la construcción de una serie de esclusas necesarias. Una inversión brutal para la época pero que traía consigo la promesa de reindustrialización de todo el Bajo del Guadalquivir, incluso se llegó a hablar de la instalación de fábricas tan importantes como la Ford, que luego se iría a Valencia.

El proyecto se adjudicó a Dragados en 1968, pero, debido a las dificultades técnicas, el coste de la obras y las reticencias surgidas en torno al proyecto por parte, también entonces, de provincias cercanas, sólo se ejecutó una primera fase, la cabecera del canal, un pequeño tramo de dos kilómetros en la zona conocida como dársena del Cuarto, que se terminó a principios de los años setenta.

Cincuenta años después, ni Sevilla ni su puerto ni las administraciones son tan ambiciosas, ni las cautelas medioambientales permitirían, probablemente su ejecución, pero el actual proyecto, que plantea el dragado puntual de 1,5 metros para permitir el paso de barcos de 10.000 toneladas (ni la mitad de los que se preveían con el canal), sigue a la espera.

Medio siglo esperando al canal Sevilla-Bonanza

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