«Summi pontificatus», la toma de posición de Pío XII ante los nazis, 20-10-1939
A pesar de la clara condena del Papa al racismo y el totalitarismo a través de su encíclica y el unánime elogio a su postura por parte de los aliados y las asociaciones judías, tras la guerra, se le reprochó a Eugenio Pacelli la falta de una postura más explícita contra el Holocausto
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El 20 de octubre de 1939 , el Papa Pío XII hacía pública la carta encíclica Summi Pontificatus, clara condena de las teorías de superioridad racial y los totalitarismos, al tiempo que, alegando el origen común de toda la Humanidad, hacía un llamamiento a la solidaridad entre todos los hombres para evitar la continuación de la barbarie que representaba la guerra. El Pontífice, en su encíclica, sostenía que el origen de todos los males estaba en la negación de Cristo y su verdad, lo que llevaba a los hombres a abrazar falsos y corruptos ideales.
Eugenio Pacelli había sido elegido Papa en marzo de 1939 . La Guerra Civil española tocaba a su fin y la victoria estaba decantada a favor del bando nacional, mientras en Europa la situación de tensión prebélica era creciente y asfixiante. Pacelli, un hombre de la Curia, profundo conocer de los entresijos del Vaticano, había servido como nuncio apostólico durante doce años en Alemania, siendo un personaje clave en la firma del concordato con Berlín, el Concordato Imperial, por el cual se regularizaban las relaciones entre la Santa Sede y el Tercer Reich, garantizando la libertad de culto de los católicos alemanes.
Quizá a consecuencia de ello, la postura de Pío XII ante la guerra ha sido y sigue siendo objeto de controversia y fuertes debates. Aunque, inmediatamente después del fin del conflicto, fue unánimemente elogiado por los aliados y por las asociaciones y personalidades judías, la polémica sobre su papel no tardó en avivarse. La falta de una condena clara contra el Holocausto y su aparente inacción en la persecución de los judíos italianos ―tras la firma del armisticio con los aliados y la simultánea ocupación alemana― han sido las acusaciones más frecuentes hechas contra su papado.
Si bien es cierto que no censuró explícitamente a ningún bando en concreto, la condena de la ideología nacionalsocialista hecha en Summi Pontificatus, o los numerosos mensajes radiofónicos retransmitidos durante la guerra, así como las evidentes pruebas del cobijo dado por la Santa Sede durante este periodo a refugiados de toda Europa y los testimonios de las más diversas fuentes sobre la importancia de su acción, no han servido para alejar totalmente el fantasma de su “pasividad” y silencio, no tanto ante la Alemania nazi como frente al Holocausto.
Frente a esas dudas, se considera que en un momento en el que también los católicos alemanes eran vistos como un enemigo por el régimen nazi, y con muchos curas y seglares católicos encerrados en los campos de concentración y de trabajo de Alemania por su oposición al Reich, una condena más explícita del nazismo hubiese provocado una reacción de Hitler, perjudicando de manera grave a los millones de católicos que vivían en los territorios sobre los que imponían su autoridad los nazis. Por otra parte, ir más lejos en la condena supondría que el Vaticano no habría podido seguir realizando su labor humanitaria. Si esa u otra fueran las razones del supuesto silencio de Pío XII queda al juicio de la historia.
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