Los guerreros del Atlas: los «goumiers» marroquíes
Patton quiso que una de estas unidades acompañara a sus tropas durante la campaña de Sicilia
Cuando los aliados desembarcaron en Marruecos y Argelia, en noviembre de 1942, las autoridades francesas en el Norte de África, inicialmente fieles al gobierno de Vichy, acabaron uniéndose a ellos y enviando al XIX Cuerpo de Ejército a Túnez a combatir contra los germano-italianos. Una de las divisiones de este cuerpo, la Division de Marche du Maroc, incluía en su orden de batalla al 1er Groupe de Supplétifs Marocains (GSM), al que pronto se unió el 2eme GSM.
Los soldados de estas unidades eran nativos marroquíes reclutados entre las tribus bereberes que habitaban la Cordillera del Atlas. Desde que los franceses establecieron, en 1912, su protectorado sobre Marruecos, incorporaron a su ejército estas tropas de carácter auxiliar agrupadas en Goums, compañías formadas por unos 200 individuos pertenecientes a la misma tribu, denominados goumiers. Eran mercenarios que combatían por dinero, leales a sus mandos franceses antes que a Francia. Era fundamental, por tanto, escoger, entre los muchos voluntarios que se ofrecían para mandarlos, los oficiales más apropiados. Debían tener experiencia en el trato con tropas nativas, ser resistentes físicamente y, sobre todo, capaces de entender sus costumbres y ganarse su respeto. Los goumiers se dejaban crecer la barba para tener un aspecto más feroz, vestían chilabas a rayas de distintos colores según su lugar de procedencia, cubrían sus cabezas con turbantes y portaban su tradicional daga, la gumía.
Desde su creación habían sido empleados en tareas de policía y como guías en operaciones de pacificación del territorio marroquí, pero después de la derrota francesa de 1940 el Armeé d´Afrique, sin conocimiento de las autoridades germano-italianas que lo supervisaban,decidió entrenarlos para operaciones convencionales y agrupar los Goums en Tabors (batallones, cada uno de tres Goums). Siete tabores se mantuvieron independientes, y con el resto se formaron cuatro Groupes de Supplétifs Marocains, cada uno de tres tabores.
En Túnez, los goumiers combatieron por primera vez contra un ejército extranjero y pronto se labraron una reputación de ferocidad y habilidad excepcional para la guerra de montaña. Se movían sigilosamente de noche por los terrenos más escarpados para capturar prisioneros, destruir depósitos de abastecimiento y reunir toda clase de información valiosa. Los golpes de mano eran su especialidad, pero también actuaban con audacia y agresividad en operaciones convencionales, siempre que contasen con apoyo adecuado (lo que no siempre era posible dada la precariedad de medios, especialmente artillería, del Armeé d´Afrique). La movilidad se la proporcionaban los numerosos caballos y mulas que llevaron consigo durante toda la guerra allá donde fueron.
Terminada la campaña africana, se procedió a reorganizar a los goumiers en trece tabores equipados con modernas armas de procedencia estadounidense. Uno permaneció en Marruecos realizando funciones de policía y con el resto se crearon cuatro Groupements de Tabors Marocains (GTM), dependientes del Commandment des Goums Marocains, compuesto por 1.077 franceses y 12.570 marroquíes, al mando del general Guillaume. Entretanto, el general Patton, comandante del 7º Ejército norteamericano, escogió personalmente al 4eme Tabor Marocaine para que sirviese a sus órdenes, en representación de todo el ejército francés, durante la conquista de Sicilia. Era la primera vez que combatían fuera del continente africano. El 2eme GMT luchó en Córcega, en septiembre de 1943, y en la captura de la isla de Elba, en junio del año siguiente. Sucesivamente fueron llegando a Italia el 4eme GMT, en noviembre de 1943, el 1er GMT, en enero de 1944, y el 3eme GMT, en abril de ese año. Su actuación fue clave para romper la Línea Gustav en Montecassino, que bloqueaba el avance hacia Roma, durante la Operación Diadem, en mayo de 1944, formando la vanguardia del Corps Expéditionnaire Français del general Juin.
Sus indudables logros militares en Italia vinieron acompañados de una leyenda negra que les atribuyó toda clase de atrocidades cometidas contra la población civil, desde asesinatos o saqueos a violaciones masivas. Los italianos incluso acuñaron un término para referirse a sus «hazañas»: marocchinate. Para atajar estos males, se establecieron en retaguardia campamentos exclusivos para goumiers atendidos por mujeres marroquíes y se aplicó una dura disciplina (15 soldados fueron fusilados y 54 condenados a trabajos forzados por violación o asesinato). Incluso Pío XII puso objeciones al empleo de «esos africanos salvajes» en el continente europeo.
Trasladados a Francia en agosto de 1944, contribuyeron a su liberación, dando muestras de clemencia hacia la población civil francesa cuyas localidades habían sido incendiadas por los alemanes en retirada. Terminaron la guerra alcanzando la frontera austriaca después de atravesar el sur de Alemania. Habían sufrido unas 8.000 bajas, de las que 1.600 fueron muertos. Los supervivientes regresaron a sus hogares cambiados por la experiencia vivida. En 1956, cuando Marruecos logró su independencia, los goumiers se incorporaron al nuevo Ejército Real.
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