Segunda Guerra Mundial

Junkers JU 87 «Stuka»: el diablo sobre alas

Este avión de bombardeo en picado y ataque a tierra fue la imagen de la Blitzkrieg

Junkers JU 87 «Stuka»: el diablo sobre alas ARCHIVO

ALEJANDRO FERNÁNDEZ BLANCO

Parecido terror psicológico al de la inolvidable «El diablo sobre ruedas», de Steven Spielberg, debían de sentir las víctimas de nuestro protagonista. Imagínenlas puestas a cubierto de un Stuka, mientras les destrozan los nervios el bramido de su sirena ensordecedora («la trompeta de Jericó»), presagio del inminente picado a más de 500 km/h, que dejará caer una bomba de 250 kg sobre sus cabezas.

El Sturzkampfflugzeug, o Stuka, fue sin duda alguna el avión alemán más famoso de la Segunda Guerra Mundial . Este bombardero en picado biplaza fue construido por la Junkers Flugzeug und Motorenwerke y designado como Ju 87. Sus alas de gaviota invertidas y su masivo y carenado tren de aterrizaje fijo lo convirtieron en un icono de la propaganda nazi y en el símbolo de la supremacía de la Luftwaffe en los cielos europeos de inicios de la guerra. Su bautismo de fuego, como muchas de las armas alemanas, tuvo lugar como integrante de la Legión Cóndor, en el particular «polígono de tiro» que para los germanos significó nuestra Guerra Civil.

El Stuka introdujo numerosas innovaciones, como el izado automático, que aseguraba la recuperación de la aeronave tras un ataque en picado, incluso si el piloto se desmayaba debido a la brutal aceleración. Resistente y muy efectivo en sus ataques, con una precisión de +/- 5 m de su objetivo, el Ju 87 era, sin embargo, muy vulnerable a los cazas contemporáneos. Sus defectos se hicieron evidentes durante la Batalla de Inglaterra, pues su escasa maniobrabilidad, baja velocidad y débil armamento defensivo, exigía una fuerte escolta de cazas para operar con seguridad.

Los teatros de operaciones con más éxito fueron la Campaña de los Balcanes, el Norte de África y el Mediterráneo, y las primeras etapas del Frente Oriental, campañas donde la presencia de cazas enemigos era escasa. A medida que la guerra avanzaba, y una vez perdida por la Luftwaffe la superioridad aérea en todos los frentes, el Ju 87 pasó a ser «un pato cojo» para los cazas enemigos, y sus pérdidas muy numerosas.

Hans-Ulrich Rudel

Abstemio radical, y no fumador, el historial de servicios de este «as» de la aviación alemana va inseparablemente unido al del Stuka. Rudel es uno de los cuatro poseedores de la más alta condecoración alemana hasta nuestros días: la Cruz de Hierro con Hojas de Roble en Oro, Espadas y Diamantes. Con 2.530 misiones de combate con la versión Ju 87 G-1 armada con cañones de 37 mm, destruyó 519 carros en el frente ruso, pero además, el acorazado soviético Marat, dos cruceros, nueve aviones, 150 baterías antiaéreas y 70 lanchas de desembarco.

Derribado al menos 30 veces por la artillería antiaérea, Rudel nunca fue abatido por un caza. Tras habérsele amputado una pierna, destrozada por fuego antiaéreo, se las arregló para seguir pilotando hasta el final de la guerra. Su motto era: "Solamente está perdido el que se da por vencido".

Producción: 1936 a 1944 (más de 5.700 unidades / Longitud: 11,1 m / Envergadura: 13,8 m / Altura: 3,9 m / Propulsión: Motor Junkers Jumo 211J (Dora) / Velocidad punta: 354 km/h En picado: 600 km/h (Dora) / Armamento principal: 2 x MG 17 de 7,92 mm (delanteras), 1 x MG81Z de 7,92 mm (trasera) y hasta 1.800 kg de bombas (Dora, en misiones de corto alcance)

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