«Es importante que tengan tiempo para realizar su ocio»
Los excesos en las exigencias, las obligaciones en materias extraescolares y los continuos castigos, causas de frustración y ansiedad durante el curso
Actualizado:La vuelta a la rutina no siempre es sencilla, sobre todo para pequeños y adolescentes. Un nuevo curso con exigencias mayores, más exámenes, más tarea y más consultas a los psicólogos por temas derivados a la frustración, cambios de ánimos y estrés. Situaciones a las que se ha enfrentado Esmeralda Vázquez en Integra (centro en el que tiene su consulta).
–Vuelve la rutina, ¿cuál es la mejor manera de motivar a un hijo?
–Como a los adultos, a los niños y adolescentes les cuesta volver a la rutina, a las exigencias de las clases, los exámenes, a la disminución de su tiempo libre. Para hacerlo más llevadero, los padres pueden seguir diferentes pautas como escuchar de manera activa los sentimientos de sus hijos y mostrarles comprensión. Empatizar con ellos y enfocar sus quejas hacia soluciones. Es muy importante que la vuelta a la rutina se haga de una manera paulatina y resaltar lo positivo como el reencuentro con amigos, las nuevas oportunidades. Por ejemplo la compra de nuevos materiales puede ser un momento potencial de refuerzo.
–Las primeras semanas se cogen con muchas ganas, pero ¿cómo mantener el ritmo?
–En este punto es muy importante que los niños o adolescentes, con ayuda de sus padres, establezcan un plan. En él debemos incluir las horas lectivas de clase, las actividades extraescolares, el tiempo de tareas y estudio en la tarde, responsabilidades en casa y el tiempo libre, que nunca debemos olvidar y puede incluir desde relaciones sociales y familiares a tiempo de juego o deporte. De esta manera, y dado que somos ‘animales de costumbres’, los niños y adolescentes harán de este ritmo un hábito que se integrará a su conducta de manera paulatina y automática.
–¿Existe el síndrome postvacacional en niños?
–Efectivamente. Pensemos que los niños y adolescentes, tienen menos recursos que los adultos para enfrentar según qué cosas, por ello deben ser los padres los que apoyen y guíen este síndrome, en el que podemos observar que los pequeños, y no tan pequeños, se muestran algo tristes, estresados o con un carácter irascible. Los estudios revelan que el tiempo medio de este síndrome se extiende a los 7 ó 10 días después del inicio del curso, pero mi experiencia en el trato con los niños y adolescentes me hace pensar que lo superan antes de esos días y más, si establecemos las pautas anteriormente señaladas.
–Ahora existen niños multitareas que del colegio van a actividades extraescolares. ¿Qué beneficios y qué riesgos hay?
–Desde mi punto de vista, más son los riesgos que las ventajas. Está muy bien que el niño, después de las clases, tenga alguna extraescolar como apoyo académico si lo necesita, pero además es importante que realice alguna actividad de su agrado, que no viva como una responsabilidad u obligación, si no como ocio. En caso contrario, tendremos pequeños o adolescentes con horarios saturados y, por lo tanto, estresados y, en algunos casos que he podido tratar en consulta, ansiosos.
–Qué hacer si un niño se exige demasiado.
–He atendido casos en los que el niño o adolescente tiene una hiperexigencia y perfeccionismo excesivo consigo mismo: no se muestra satisfecho con el esfuerzo y los resultados académicos , generando todo ello un estrés infantil o adolescente que lleva, en ocasiones al trastorno ansioso. Los padres deben, en primer lugar, identificar cuándo esto se está dando en su hijo y plantearle el tema, disminuyendo los objetivos y el tiempo destinado a los estudios y reorganizando su planificación dejando tiempo y lugar para todo lo que un niño o adolescente necesita. Otra idea fundamental es que, cuando un niño es exigente consigo mismo, ya no es necesario que los padres lo sean con él, pues le estaremos sometiendo a una sobreexigencia.
–El premio y castigo hay que integrarlo o descartarlo.
–En este punto debemos seguir una pauta clara: tres refuerzos por un castigo. Esto quiere decir que siempre es mejor que nos centremos en lo que los hijos hacen bien y reforzarlo. El castigo es una técnica de modificación de conducta rápida y efectiva a corto plazo, pero no es muy adecuada si buscamos cambios duraderos y estables en el tiempo. Esto no quiere decir que no lo usemos, si no que debemos hacerlo con mesura, de manera anunciada previamente a nuestro hijo y siempre definiéndolo mejor como 'pérdida de privilegios'.