«Ya no creo en la Justicia porque me han echado de la que era mi casa»

A pesar del apoyo de todos sus vecinos para evitar que se fuera del bloque, Ana María López ha entregado las llaves de su vivienda en el juzgado de forma voluntaria

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Era un momento amargo. Difícil de digerir. Y aunque cada paso doliera, Ana María López comenzó a andar hacia la puerta del juzgado para entregar las llaves de su vivienda. Al fondo se escuchaban los aplausos de los vecinos de su bloque (Cornelio Balbo, 6) que desde un primer momento le mostraron su apoyo y lucha para evitar que la desahucien. Una pelea que no se ha librado porque Ana María decidió tirar la toalla, rendirse y perder la que considera su casa.

Todo por una disputa familiar que terminó en los tribunales. Del juzgado de instrucción número 1 de San Fernando salió la sentencia que le obligaba a abandonar el domicilio en el que había residido desde 1995. Hizo frente a la hipoteca, a los recibos, a las facturas de esa casa desde que muriera su madre, «tengo incluso un papel firmado en el que mi familia decidió que yo me quedara a vivir allí por deseo de mi madre», pero todo ello no le ha valido a la Justicia.

«Ya no creo en la Justicia porque he tenido que irme de mi casa. Me han echado por un puñado de euros». Ana María incluso pidió quedarse hasta febrero pagando un alquiler, hasta que se conocieran los fallos definitivos y sin posibilidad de más recursos de este pleito. «Me lo denegaron y cuando ya tenía la casa vacía me llego un escrito diciendo que reconsideraban su postura y me dejaban quedarme hasta febrero. Han jugado conmigo».

Los vecinos aseguraban estar dispuestos a no dejar que la Policía entrara en el bloque a impedir la marcha de Ana María y su familia de ese domicilio, «pero no me quedaban más fuerzas. Ha sido un golpe tan duro que no me veía capaz de aguantar que vinieran a echarme, por eso decidí irme». Lo que no quiere decir que renuncie a su domicilio, pues seguirá peleando por él pero en los tribunales.

Tras dejar los dos juegos de llaves, Ana María salió de la sede judicial sin poder contener las lágrimas y entre el cariño de su marido, hijos, parte de la familia que la apoya y sus vecinos. La pelea que esta comunidad estaba dispuesta a llevar a cabo, finalmente no pudo ser, pero en un momento tan complicado tampoco quisieron dejar sola a Ana María.

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