Salud
Seis enfermedades que podrías llegar a sufrir si abusas de tomar el sol en verano
El sol es una fuente directa de vitamina D, pero tomarlo en exceso puede provocar quemaduras y enfermedades a largo plazo
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En verano los rayos del sol inciden de forma prácticamente perpendicular sobre la Tierra. Por eso su luz llega con más fuerza, concentrándose la radiación en menos espacio y haciendo que aumente la temperatura.
El calor y las mayores horas de sol, unidas al período vacacional del que muchos disfrutan durante estos meses, contribuyen a que pasemos más tiempo bajo el astro rey y que incluso durante nuestro tiempo libre nos dediquemos a tomar el sol.
Una práctica saludable por el importante aporte de vitamina D que constituye la luz solar, además de contribuir a mejorar nuestras defensas y nuestro estado de ánimo, pero que puede tener sus riesgos si no lo hacemos con cuidado.
Para exponernos a los rayos de sol tenemos que usar la protección adecuada en función de nuestra piel, el tiempo que vayamos a estar, la hora del día y el lugar. Además, no se debe abusar, reduciendo el tiempo que estamos bajo la radiación. Esto se acentúa con las cabinas de bronceado.
Efectos negativos a corto plazo
El exceso de sol puede provocar a corto plazo golpes de calor y quemaduras. Los primeros son una forma de reacción de nuestro cuerpo ante las altas temperaturas. Los cambios bruscos de temperatura, así como exponerse al sol en las horas centrales del día en jornadas de mucho calor y no hidratarse bien pueden ser el desencadenante de esta afección.
Las quemaduras, por otra parte, son el resultado de pasar mucho tiempo directamente bajo el sol, ya sea sin la protección correspondiente o aun con ella si la exposición ha sido más larga de la cuenta. Normalmente aparecen en forma de enrojecimiento (aunque también pueden salir ampollas), en cuyo caso se pueden aplicar cremas aftersun y remedios caseros como el aloe vera para rehidratar y reparar la piel.
Enfermedades a largo plazo
La exposición a la radiación ultravioleta (UV) del sol o de las cabinas de bronceado genera un deterioro que se va acumulando con el paso del tiempo, lo que crea determinadas mutaciones genéticas y aumenta el riesgo de padecer afecciones como las siguientes:
— Fotoenvejecimiento: uno de los efectos más comunes. Consiste en la aceleración del proceso natural de envejecimiento de la piel. Si se debe al sol (pues también pude estar provocado por la contaminación o el tabaquismo) es posible combatir sus efectos nocivos mediante buenos hábitos y productos dermorreparadores.
— Queratosis: es otra afección común, diez veces más habitual que el cáncer de piel, como el fotoenvejecimiento. Se trata de la aparición en la piel de manchas ásperas, escamosas y que recuerdan al papel de lija. Pueden surgir por la exposición al sol prolongada de forma continua o con el paso del tiempo. Tratarla evita la posibilidad de que se convierta en cáncer de piel.
— Cáncer de piel: es el crecimiento anormal de las células de la piel. El principal factor ambiental que propicia su aparición son los rayos UV, aunque no tiene que ser así en todos los casos. Además de proteger nuestra piel del sol, conviene revisarla de forma periódica, especialmente si percibimos cambios en lunares o manchas.
— Cataratas: la radiación ultravioleta es también responsable del aumento de la probabilidad de padecer determinadas cataratas. Estas consisten en una pérdida de transparencia en el cristalino del ojo, lo cual nubla la visión. También pueden aparecer ojo seco y daños en la retina. La mejor forma de prevenir todo esto es el uso de gafas de sol homologadas con un filtro adecuado.