La segunda vida de un padre con cáncer

Lee Newton se sometió hace un año a un tratamiento experimental cuyas consecuencias se desconocían. El tumor invasivo de vejiga se ha mantenido estable desde entonces

La segunda vida de un padre con cáncer

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Después de años combatiendo un tumor invasivo en la vejiga, Lee Newton empezaba a darse por vencido. Ni la quimioterapia había conseguido atenuar el cáncer que le diagnosticaron en 2010. Pero este padre soltero continuaba tratándose con el único fin de alargar su vida y ver cómo su hija Jasmine llegaba a la escuela secundaria .

Hace un año su vida dio un giro radical. Los médicos fueron claros: «Ve a casa y pon tus asuntos en orden». Y Newton comprendió que estaba en las últimas porque el cáncer no retrocedía, se extendía a su cerebro. Lejos de rendirse, su voluntad por continuar luchando contra un enemigo «casi invencible» se hizo más fuerte . Su hija, de trece años, todavía lo necesitaba.

«Mi padre había muerto de cáncer hacía poco tiempo, y le recé a él. Le pregunté: " ¿Podrías, por favor, pedirle al 'chico de arriba' que me venda un poco más de tiempo? "», ha confesado Newton en una entrevista con «Daily News». Y, según cuenta, su oración fue contestada.

Aferrado a un clavo ardiendo

Al poco tiempo se le ofreció la posibilidad de inscribirse en un ensayo clínico de un nuevo fármaco experimental . No existían garantías: podía hacer remitir el cáncer o acelerar su muerte .

«Era una oportunidad que estaba dispuesto a tomar. La quimio me estaba matando», ha asegurado Newton. Según informa «Daily News», el nuevo tratamiento al que decidió someterse pretendía encontrar una manera de eliminar la proteína que protegía las células del cáncer de Newton del propio sistema inmunológico del cuerpo. Pero el fármaco experimental era, sobre todo, una inyección de esperanza .

Pero... ¿cómo toleraría Lee Newton un tratamiento que no estaba aprobado? Esta era una de las dudas que desconcertaba al entorno de Newton, y también a sus médicos. Pero el hombre afrontó el proceso con valentía.

Finalmente, el tratamiento experimental funcionó. O quizás fuera la quimioterapia, con la que siguió tratándose el padre de Jasmina. Pero, sobre todo, fueron sus ganas por vivir, no por él, sino por su hija , y gracias a las cuales estuvo dispuesto a aferrarse al primer clavo ardiendo que se topó en el camino.

Ahora, después de un año, el cáncer de Newton se ha mantenido estable. Ya no sueña con ver cómo su hija continúa estudiando, está convencido de que la acompañaré durante el proceso, igual que ella hizo con él.

«El objetivo de cualquier oncólogo es encontrar mejores tratamientos para nuestros pacientes», ha declarado su médico, Matthew Galsky. En esta ocasión, el mejor fue la suerte y, sobre todo, no rendirse.

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