Oftalmología
Las operaciones disponibles hoy para neutralizar la vista cansada
Los últimos avances en cirugía refractiva permiten por medio del láser o el uso de lentes contrarrestar el envejecimiento del cristalino, responsable de que seamos capaces de ver con nitidez a distancias cercanas
Si tienes más de 40 años y te ves obligado a alejar cada vez más tu vista de esta página para poder leer, lo que probablemente tienes es presbicia o vista cansada . La presbicia es la principal anomalía visual que afecta a la población española mayor de 40 años. Se produce a consecuencia del envejecimiento del cristalino, la lente natural del ojo que se encuentra entre la retina y la córnea. Con el paso de los años el cristalino pierde su elasticidad y, a consecuencia de ello, la capacidad de enfocar los objetos según la distancia a la que se encuentren. Para corregirlo existen tres opciones: ponerse gafas, llevar lentes de contacto o someterse a cirugía refractiva , especializada en corregir el enfoque defectuoso de nuestros ojos.
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El médico especialista en córnea y cirugía refractiva del Instituto de Microcirugía Ocular (IMO), Daniel Elies, explica que existen tres formas de corregir la presbicia mediante cirugía: por medio del láser, a través de implantes intracorneales o sustituyendo el cristalino por una lente intraocular. La cirugía láser, explica el especialista del IMO, consiste en el uso del láser excímer para eliminar finas capas de la córnea con un tipo haz de luz ultravioleta que no daña los tejidos. Con esta técnica se «talla» y modifica la curvatura de la córnea de cada ojo para que uno enfoque correctamente de cerca y otro de lejos. Para que el láser actúe antes se debe levantar una lámina circular de la córnea o «flap» por medio del microqueratomo, un instrumento quirúrgico que lleva incorporado en su cabezal una cuchilla con la que se hace la incisión.
¿Láser o lente intraocular?
En los últimos años, además del microqueratomo, se pueden hacer incisiones mucho más precisas (sin levantar la lámina de la córnea) a través del láser femtosegundo . Este láser permite hacer incisiones en la córnea para evitar así el uso del bisturí o del microqueratomo. El problema de esta técnica, explica el experto en cirugía refractiva, es que « tiene caducidad en el tiempo porque el cristalino continúa envejeciendo : si con 45 años se hace una cirugía con láser a los 55 es posible que vuelva a necesitar llevar gafas».
La duración de la cirugía láser varía según el esfuerzo visual que tenga que hacer cada paciente . «Si usted es bibliotecario y pretende estar leyendo todo el día, la cirugía con láser es un timo. En cambio, si es ama de casa o agricultor, o no requiere de una visión excelente a ese paciente le valdrá la cirugía de los 45 a los 55 años», señala Elies.
Otra forma de poner solución a la vista cansada es fijar dentro de la córnea un dispositivo intracorneal , es decir, una lente transparente de 2 mm que se colocan centradas en la córnea para modificar su asfericidad, al igual que en la cirugía con láser, y aumentar su profundidad de foco. El dispositivo compensa así la falta de acomodación del cristalino a la hora de enfocar. Esta lente transparente se introduce en uno de los dos ojos del paciente para alcanzar la monovisión: uno de los globos oculares se especializa en visión cercana y otro en ver a distancia. Aplicarlo en el ojo derecho o izquierdo dependerá de «la exploración, de la agudeza visual y las características del ojo del paciente», indica el experto del IMO. Sin embargo, estos implantes, al igual que sucedía con la cirugía láser, no detendrán el envejecimiento del cristalino por lo que tarde o temprano los síntomas de la presbicia volverán a aparecer.
Corrección definitiva
Para corregir de manera definitiva la vista cansada hay que esperar a que el cristalino finalice su proceso de envejecimiento. «Hasta los 50, normalmente el cristalino es más efectivo que la lente que lo pueda sustituir», explica Daniel Elies, e indica que este no es un baremo fijo sino que varía según el paciente: «Las personas se diferencian también por sus ojos aunque se tenga la misma edad».
Una vez completado ese proceso de envejecimiento, se sustituirá el cristalino de cada ojo por una lente acomodativa (monofocal) o por una lente progresiva (multifocal). Si se hace uso de las monofocales, se resuelve la presbicia a través de la monovisión, como en el caso de los dispositivos intracorneales. En cambio, las lentes multifocales permiten ver correctamente tanto de lejos como de cerca. Apostar por una u otra opción dependerá de las características del ojo de cada paciente.
En ambos casos, se sustituye el cristalino por una de las dos lentes intraoculares mediante una microincisión en la córnea a través de la cual se podrá «aspirar» el cristalino licuado mediante ultrasonidos (facoemulsificación). A continuación se insertará la lente intraocular a través de esa misma incisión.
Aplicar una de estas variantes de cirugía refractiva en el paciente estará condicionado por las características del ojo de cada paciente. Así, técnicas como la cirugía láser o la fijación de implantes intraoculares dependerán del número de dioptrías y de la calidad y grosor de la córnea. Si tiene una córnea lo suficientemente gruesa y resistente se puede aplicar el láser sin llegar a debilitarla. El número de dioptrías, la unidad de medida que expresa el grado de defecto visual de un ojo, que tenga el paciente también condicionará si es apto para someterse a una cirugía refractiva. Aunque, como indica el experto del IMO, el mínimo lo marca el paciente, «entiendo que menos de una dioptría no tiene razón de ser».
Independientemente del defecto de graduación que se tenga, «por encima de seis o siete casi siempre habrá que operar con una lente porque el tejido que eliminaría el láser sería tanto que debilitaría la córnea en exceso», explica. En caso de tener miopía se aplica el láser de una a siete dioptrías; si hablamos de hipermetropía entre una a cuatro con láser y en caso de astigmatismo sería hasta cinco con láser. Otros factores a tener en cuenta es que se necesita tener entre 18 y 20 años para que se estabilicen las dioptrías y, por tanto, poder operarse, además de que esa graduación no varíe durante el último año.
Una vez que el paciente reúne los requisitos necesarios se procederá a corregir su presbicia en una operación que es indolora, aunque no está exenta de posibles complicaciones. Una de ellas es que aproximadamente un diez por ciento de los pacientes se quejarán durante el primer mes de destellos nocturnos (halos) cuando conducen. Una frecuencia que aumenta cuando una persona tiene el tamaño de la pupila grande y disminuye con el paso del tiempo.
Otra de las complicaciones que pueden surgir son alteraciones en la lámina corneal al tallarla con el microqueratomo antes de aplicar el láser. Estas alteraciones se suelen solucionar solas y cuando cicatrizan se vuelve a intervenir. Sin embargo, la utilización del láser de femtosegundo hace que esta complicación prácticamente desaparezca. Otra de las incidencias posibles es que, debido a las diferencias entre las personas y en la respuesta individual en la cicatrización, puede ser necesario volver a tratar al paciente doce o trece meses posteriores a la primera intervención. Puede ocurrir que nos queden dioptrías residuales por defecto o por exceso. Esto sucede en un pequeño porcentaje de casos y es más frecuente en las operaciones de muchas dioptrías.
Adaptación con molestias
Tras realizarse con éxito la operación, comienza para el paciente un periodo de adaptación , de entre dos días y una semana, que normalmente trae consigo una serie de molestias. Entre ellas, sentir un picor o escozor en el ojo, fotofobia –molestia a la luz– o notar que se ha perdido nitidez o que no ve tan bien como cuando llevaba gafas.
Unas gafas de las que no debe separarse demasiado, sobre todo en los casos en los que se ha aplicado una cirugía con monovisión, porque como indica el experto, trabajar solo un ojo de cerca puede ser insuficiente para según qué circunstancias. Esto se explica a partir de la propia definición de la cirugía refractiva que «no es la que elimina la graduación sino la que se utiliza para hacer que el paciente dependa menos de las gafas» , puntualiza el oftalmólogo Daniel Elies. En situaciones donde se le exige mucho al ojo, como estar ocho horas frente al ordenador o sin buenas condiciones de luz, convendrá tener unas gafas a mano.
En cualquier caso, el jefe del departamento de córnea y cristalino del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega , José F. Alfonso afirma que «la indicación de la alternativa que mejor se ajusta a cada paciente se realiza después de una consulta oftalmológica». Siempre y cuando haya comprobado que sus ojos no sufren ningún tipo de patología porque como indica José F. Alfonso, «el lector tiene que estar pendiente de su salud visual».
El especialista del Fernández-Vega indica que «aunque puedas leer este artículo sin dificultad, puedes estar en riesgo de padecer una de las primeras causas de ceguera como es el glaucoma , que solo se detecta con una consulta al oftalmólogo. Si es diabético, padece hipertensión o tiene alguna enfermedad de otra parte del cuerpo, también puede afectarle a la visión».
Visitar al oftalmólogo para corregir cualquier defecto de graduación es posible en España desde los años cuarenta , como indica el director médico de la clínica Innova Ocular, Francisco Argüeso. Sin embargo, es en la década de los ochenta cuando «se desarrolla la tecnología que permitió a los cirujanos refractivos evaluar la forma de la córnea , y además, los sistemas láseres que permitieron remplazar los tornos mecánicos, perfeccionar la cirugía refractiva y mejorar significativamente los resultados obtenidos. La consecuencia de estos trabajos se llama sistema de modelación corneal», explica.
Sería a principios de los noventa cuando entraría en escena el láser excímer , capaz, explica Francisco Agüeso, de tratar en la córnea defectos de graduación como la miopía, el astigmatismo o la hipermetropía. «El más recientemente incorporado al arsenal quirúrgico de la oftalmología es el láser de femtosegundo para cirugía de cataratas –aquella que sucede cuando el cristalino pierde su transparencia y se vuelve opaco–».
Otro tipo de patologías oculares, como el queratocono (problemas en el desarrollo de la córnea), tienen ahora solución , gracias al desarrollo de «implantes de segmentos intracorneales personalizados para corregirlos específicamente», según indica José F. Alfonso. «En el pasado solo podíamos obtener una visión nítida de lejos y para el resto de distancias se tenía que usar necesariamente gafas», explica.
Corregir, no curar
Pese los avances de las últimas décadas,el especialista del IMO, Daniel Elíes advierte de que hoy día la cirugía refractiva no le va a devolver el cristalino del que gozaba cuando tenía 25 años. «El ojo no es solo el cristalino , aunque lo cambies por una lente otras partes del ojo siguen envejecidas», explica.
Esto es el presente, pero ¿y el futuro? La cirugía refractiva del mañana ,según apunta el experto del Instituto Fernández-Vega, José F. Alfonso, «pondrá el énfasis en la seguridad y la personalización : «Caminamos hacia técnicas menos invasivas, que cada vez son más reversibles y ajustables. Los nuevos materiales y diseños nos permitirán estudiar cada ojo previamente y construir implantes “a medida” para corregir los defectos de manera más específica».