Hacer ejercicio mientras se escucha música puede no ser bueno

Hoy en día, la música y el ejercicio están muy ligados. Los ritmos y las armonías estimulan al cuerpo, y le motivan para hacer más ejercicio y de manera más continua. De hecho, numerosos estudios han confirmado que una persona aumenta la duración del ejercicio mientras escucha música.

Sin embargo, no todo es bueno mientras se coordinan ambas actividades. Una persona que escucha música de manera elevada para motivarse más mientras hace deporte puede tener consecuencias negativas para el oído, ya que el volumen alto a la larga es perjudicial.

La distracción también es un factor a tener en cuenta. Cuando se realiza ejercicio al aire libre, estar pendiente de lo que sucede alrededor es importante. Los pitidos de los coches o bicicletas es necesario que sean escuchados y hay que tener en cuenta a las personas y a los perros que circulan por las calles y parques. Escuchar música en estas ocasiones puede distraer, por lo que lo ideal es bajar el tono de ella o escucharla solamente con un auricular para poder estar pendiente de todo lo que nos rodea, en especial, los ruidos.

Otro factor negativo es perder la concepción de ejercicio que se está realizando a causa de una distracción al escuchar música. Como las melodías resultan entretenidas, el cuerpo puede cansarse por estar siendo ejercitado durante demasiado tiempo, pero el cerebro no lo registra al estar despistado por la música. Esto puede provocar lesiones, golpes de calor o mareos.

Por este motivo, hay que disponer de una rutina con ciertos ejercicios, con un tiempo estipulado para cada uno y no sobrepasarlo para no derivar en bajadas de tensión o algo peor.

Además, cada deporte requiere un tipo de música diferente, y con unos ritmos acordes a la intensidad del ejercicio que se esté realizando. Una música inadecuada puede alterar en exceso el entrenamiento, y en ocasiones no es recomendable porque puede acarrear efectos negativos y provocar nerviosismo inecesario o fatiga.