CÁNCER DE PULMÓN

El tabaco va minando poco a poco a las células pulmonares y sentando las bases para el cáncer

La exposición sostenida al humo del tabaco provoca la desactivación de los genes que previenen que las células pulmonares sanas se transformen en tumorales

M. LÓPEZ

Fumar, no cabe ninguna duda, es muy nocivo para la salud. No en vano, el tabaco está considerado como el principal factor de riesgo de muerte prematura. Por ejemplo, se sabe que el tabaco está detrás de hasta un 90% de los casos de cáncer de pulmón, el tipo de tumor más letal. La razón se explica porque, como muestra un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore (EE.UU.), la exposición sostenida al humo del tabaco provoca la desactivación de muchos de los genes de las células pulmonares . Un aspecto fundamental dado que algunos de estos genes son absolutamente esenciales para prevenir que las células pulmonares sanas se acaben convirtiendo en cancerígenas.

Como explica Stephen B. Baylin, director de esta investigación publicada en la revista « Cancer Cell », « cuando una persona fuma, lo que hace es construir un substrato de cambios epigenéticos que creemos que incrementan sus probabilidades de desarrollar un cáncer de pulmón . Y es que en caso de no fumar, el riesgo de padecer un tumor pulmonar es muy bajo. Sin embargo, y por lo que respecta a los fumadores, si bien sus probabilidades de no desarrollar el tumor son de un 80% o un 90%, las matemáticas se vuelven notablemente en su contra. Y creemos que la causa son estos cambios epigenéticos».

Genes silenciados

Para llevar a cabo el estudio, los autores utilizaron cultivos de células pulmonares genéticamente modificadas para que no murieran cuando fueran expuestas al humo del tabaco. Así, y con objeto de simular lo que pasa en los pulmones de los fumadores, dejaron los cultivos en una cámara llena de humo de tabaco condensado para ver qué pasaba. Y, la verdad, no tuvieron que esperar mucho.

Transcurridos únicamente 10 días, las células empezaron a comportarse de una forma ‘anómala’. Y es que como consecuencia de su exposición al humo del tabaco, las células estaban ‘cambiando’. Concretamente, los autores detectaron señales celulares de lesiones en el ADN y un fortalecimiento de la unión a este ADN de las proteínas responsables de inducir los cambios epigenéticos. Pero, exactamente, ¿qué son estas alteraciones o cambios epigenéticos? Pues las alteraciones que, caso de la ‘metilación’ –esto es, la adición de grupos metilo–, no llegan a alterar la secuencia de ADN pero modifican la forma en la que se expresan los genes contenidos en este ADN.

Al fumar se crea un substrato de cambios epigenéticos que incrementan las probabilidades del fumador de desarrollar un cáncer de pulmón

Stephen Baylin

Lógicamente, los daños provocados por el tabaco no acabaron ahí. De hecho, se fueron acumulando de forma progresiva, hasta el punto de que transcurridos entre 10 y 15 meses –lo que equivale a fumar durante 20-30 años–, el número de genes ‘cubiertos’ por grupos metilo era anormalmente elevado . El resultado es que como consecuencia de estas metilaciones, los genes se encontraban desactivados –o ‘silenciados’– y no se expresaban. Es el caso de aquellos encargados de prevenir que las células sanas se conviertan en cancerígenas.

Es más; los autores observaron que los cambios epigenéticos que tienen lugar en estas células pulmonares expuestas de forma sostenida al humo del tabaco provocan que las propias células acaben sufriendo una regresión a un estado próximo al de ‘célula madre’. Es decir, ante la agresión que supone el humo del tabaco, las células optan por renovarse. El problema es que al contrario de lo que ocurre con las células maduras, que cuentan con diversos mecanismos para reprimir las vías de señalización del gen ‘KRAS’ –gen implicado en hasta un 30% de todos los casos de adenocarcioma pulmonar–, las células ‘nuevas’ no saben cómo hacerlo.

Hay que dejar de fumar

Finalmente, los autores tomaron células pulmonares humanas y, previa exposición o no al humo del tabaco, les introdujeron el gen ‘KRAS’ mutado. Y lo que hicieron con estas células fue trasplantarlas en un modelo animal –ratones–. ¿Y qué pasó? Pues en los animales con células pulmonares no expuestas al tabaco, nada. Tampoco en aquellos que recibieron células expuestas al humo durante seis meses. Sin embargo, todos los ratones en los que se trasplantaron células expuestas durante 15 meses y que, por tanto, presentaban alteraciones epigenéticas, acabaron desarrollando un adenocarcinoma pulmonar .

En definitiva, las nuevas evidencias muestran cómo el tabaco va minando poco a poco las células pulmonares de los fumadores y preparando las bases para el desarrollo de un cáncer de pulmón. De hecho, parece que el gen ‘KRAS’ mutado no es capaz por sí solo de inducir un tumor y necesita de la colaboración de las alteraciones epigenéticas inducidas por el humo.

Como indica Michelle Vaz, co-autor de la investigación, «nuestros hallazgos sugieren que, a diferencia de lo que sucede con las mutaciones, que una vez aparecen son muy difíciles de revertir, si una persona deja de fumar durante cierto tiempo tendrá una oportunidad de reducir sus probabilidades de desarrollar un tumor pulmonar por culpa de la acumulación de cambios epigenéticos . Nuestra hipótesis es que al fumar se producen cambios que, si bien potencialmente reversibles, están contribuyendo al desarrollo de ciertos tipos de cáncer de pulmón».

Tal es así que los autores ya están investigando posibles terapias que actúen de forma específica sobre los cambios epigenéticos que tienen lugar en las células pulmonares de los fumadores. Pero con independencia de que estos tratamientos se encuentren disponibles –algo que quizás no llegue nunca a producirse–, la mejor opción siempre será no iniciarse en el tabaquismo o, llegado el caso, dejar de fumar.

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