CÁNCER CEREBRAL
Nueva terapia capaz de prolongar la supervivencia en el tumor cerebral más común
Añadida a la quimioterapia convencional de mantenimiento, la terapia de campo de tumores aumenta tanto la supervivencia libre de progresión como la supervivencia general

El glioblastoma multiforme es uno de los tumores más prevalentes y letales del cerebro. No en vano, se trata de un tipo de cáncer que, resistente a la quimioterapia y la radioterapia, resulta muy difícil de extirpar quirúrgicamente y presenta una tasa muy elevada de recurrencia, lo que provoca que la supervivencia media de los pacientes no supere, aun a día de hoy, los 15 meses. De ahí la importancia, vital, de frenar, en mayor o menor medida, la progresión de esta devastadora enfermedad. Y en este contexto, un estudio internacional dirigido por investigadores de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern en Chicago (EE.UU.) describe cómo un tratamiento denominado ‘terapia de campos del tumor’ es capaz, una vez añadido a la quimioterapia, de ralentizar el crecimiento del glioblastoma multiforme.
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Como explica Roger Stupp, director de esta investigación publicada en la revista « JAMA », « el glioblastoma multiforme constituye el tumor primario más devastador del sistema nervioso central (SNC) en los adultos. De hecho, los pacientes acaban falleciendo en el primer o segundo año tras su diagnóstico . Y en este sentido, nuestro trabajo muestra que la adición de terapia de campos del tumor a la quimioterapia de mantenimiento con el fármaco ‘temozolomida’ prolonga de forma estadísticamente significativa tanto la supervivencia libre de progresión de la enfermedad como la supervivencia general de los pacientes».
Interrumpir la mitosis celular
Pero, ¿qué es esta ‘terapia de campo de tumores’? Pues, básicamente, consiste en la administración sobre el tumor de campos eléctricos de baja intensidad. Un tratamiento no invasivo – el paciente tan solo tiene que portar una especie de ‘gorro’ en la que se encuentran los electrodos a través de los cuales se administrarán los campos eléctricos – y que induce un efecto ‘antimitótico’. O lo que es lo mismo, que interrumpe la mitosis celular, por lo que las células tumorales son incapaces de dividirse y acaban muriendo. Entonces, la pregunta es: ¿realmente funciona en glioblastoma multiforme?
Para llevar cabo este estudio desarrollado en hospitales de Estados Unidos, Canadá, Europa, Israel y Corea del Sur, los autores contaron con la participación de 695 pacientes cuyos tumores habían sido biopsiados o extirpados quirúrgicamente y que habían completado el tratamiento con quimioterapia. Y lo que hicieron fue dividirlos, de acuerdo con un criterio totalmente aleatorio, en dos grupos: quimioterapia de mantenimiento con temozolomida –229 pacientes–; y combinación de terapia de campos del tumor y quimioterapia de mantenimiento –466 participantes.
La adición de terapia de campo de tumores a la quimioterapia mejoró la supervivencia general y la supervivencia libre de progresión
Concretamente, la terapia de campos de tumores se administró de forma continua –y durante al menos 18 horas al día– a través de cuatro ‘electrodos’ colocados sobre el cuero cabelludo –previamente afeitado– y conectados a un dispositivo emisor portátil. ¿Y qué pasó? Pues que comparada frente a la monoterapia con temozolomida, la adición de esta terapia de campos a la quimioterapia de mantenimiento se asoció con una mayor supervivencia libre de progresión de la enfermedad –7,1 meses frente a 4,0 meses– y con una mayor supervivencia general –20,5 meses en lugar de 15,6 meses .
Sin problemas neurológicos
En definitiva, el empleo de la terapia de campo para tumores podría, por fin, superar los 15 meses de supervivencia promedio asociados al glioblastoma multiforme. Un logro a tener muy en cuenta dado que, contrariamente a como ha sucedido con la gran mayoría de tipos de cáncer, los avances logrados en los últimos años en el tratamiento de este tumor han sido prácticamente nulos. Además, se trata de un ensayo clínico llevado a cabo con pacientes ‘reales’, no con cultivos celulares, modelos animales u otras modalidades de experimento en el laboratorio.
Es más; el tratamiento fue, además de eficaz, seguro. Y es que dado que esta terapia se aplica únicamente sobre la cabeza, el riesgo de que produzca efectos secundarios sistémicos, esto es, por todo el organismo, es nulo. Y a ello se aúna, como concluye Roger Stupp, «que tampoco se observaron efectos adversos neurológicos ni un incremento en la frecuencia de convulsiones ». De hecho, el único problema considerable asociado con la intervención fue la aparición de reacciones cutáneas en el lugar de aplicación de los ‘electrodos’ –si bien solo fueron de carácter moderado-grave en el 2% de los casos.