Ana Lluch: «Me iré a casa el día que me acostumbre a dar malas noticias»
Acaba de recibir el premio Médico del Año que concede anualmente el suplemento ABC Salud. Es jefe del servicio de Oncología del Hospital Clínico de Valencia y una de las pioneras en la creación de unidades de mama
Los logros académicos y profesionales de Ana Lluch en el campo de la investigación y la clínica oncológica hablan por sí solos. Jefa de Hematología y Oncología del Hospital Clínico Universitario de Valencia, es, dentro y fuera de nuestras fronteras, una referencia en la lucha contra el cáncer de mama. Sin embargo, en las distancias cortas es donde uno comprende la fama que precede a esta doctora valenciana, para la que no hay dos pacientes iguales. La empatía con el enfermo, dice, debe estar integrada en la práctica médica. Como mujer de firmes principios, Ana Lluch no desaprovecha ninguna oportunidad para defender la sanidad pública española y exigir al Gobierno una ley de mecenazgo para la investigación.
-En 2010 se diagnosticaban en España 16.000 nuevos casos de cáncer de mama al año. Hoy son 27.000. ¿A qué se debe este aumento?
-Ahora estamos al nivel de las cifras europeas. Se ha visto que la enfermedad se contrae en mujeres más jóvenes, probablemente por el aumento de la edad del primer embarazo. También influye el estrés, las dietas más calórica, no hacer deporte... No obstante, la población no tiene que asustarse, porque a pesar de que la incidencia va en aumento, la buena nueva es que cerca del 85% de los casos diagnosticados pueden curarse. Antes la mortalidad se situaba en un 60-65%.
-¿En qué medida han contribuido las campañas de prevención del Sistema Nacional de Salud al descenso de la mortalidad?
-Las campañas de diagnóstico precoz han sido fundamentales. La mujer hoy no se tiene que detectar a sí misma un bulto en su mama, porque lo que nos interesa es diagnosticar un cáncer en los momentos iniciales, cuando las mujeres están totalmente asintomáticas. Cuando no teníamos screening tan solo encontrábamos tumores incipientes en un 15-20%. Hoy los casos iniciales y curables son del 45 al 50 por ciento.
-¿Es necesario revisar los protocolos para llamar a las mujeres antes de los 45 años?
-No, porque el número de cánceres de mama antes de esa edad está creciendo, pero sigue siendo muy bajo. Además, la mamografía en gente joven lleva muchas veces a confusión porque el desarrollo de glándula mamaria es muy denso. Las mujeres jóvenes deben autoexplorarse para detectar cualquier alteración.
-¿Cuáles son los últimos avances en tratamientos?
-Gracias a la investigación traslacional, que permite pasar de la investigación básica a la práctica clínica, al conocimiento del genoma y a la biología molecular, los tratamientos ahora son menos tóxicos, se toleran mucho mejor, y además curamos a más pacientes.
-¿Cómo se ha conseguido reducir el porcentaje de casos en los que es necesaria la quimioterapia?
-Gracias al conocimiento biológico de los tumores hemos podido personalizar los tratamientos, y evitar a un 20% de las pacientes pasar por la quimioterapia. La Sanidad Pública española realiza pruebas de genoma para saber si el cáncer tiene origen hormonal. Uno de los grandes avances de los últimos cinco años ha sido saber que en el 70% de los cánceres de mama, los tratamientos hormonales son suficientes para prevenir recaídas.
-¿En qué consisten los tratamientos biológicos de innovación?
-En un 20 o 25% de las mujeres, las células del cáncer de mama presentan una alteración en el gen HER2 que se manifiesta produciendo unas proteínas o receptores. En esos casos, podemos prescribir un fármaco llamado Herceptin que bloquea esos receptores para impedir que se multipliquen. Con este tipo de tratamiento evitamos las recaídas en un 50%.
-¿En qué casos concretos debe una mujer sana con antecedentes de cáncer de mama recurrir a la doble masectomía, como el caso de Angelina Jolie?
-Sabemos que entre el 5 y el 7% de mujeres con cáncer tienen genes alterados de carácter germinal heredados. El caso de Angelina Jolie es justo este. Su madre tuvo cáncer de mama y se determinó que tenía una mutación en el gen BRCA. Se estudió entonces a sus hijas y hermanas. Angelina había heredado el mismo gen, pero no había desarrollado la enfermedad. A esas mujeres se les dice que tienen una probabilidad del 70 o el 80% de desarrollar a lo largo de su vida un cáncer de mama y un 40-50% de ovario. En el Clínico de Valencia hace más de doce años que practicamos extirpaciones de glándulas y ovariectomías, pero solo a los que así lo quieran, porque comporta un riesgo ético importante.
-Ante un diagnóstico negativo, ¿las mujeres demuestran más coraje o desesperación?
-La mujer es tan valiente que en quien menos piensa es en ella. Piensa antes en sus hijos, en su marido e incluso en sus padres. Al principio es muy duro asimilar el diagnóstico, pero es bueno que la mujer se rebele, que tenga una lucha. Me preocupa mucho más la mujer que me dice que lo tiene todo claro y no quiere ayuda psicológica, porque eso no es signo de asimilación sino de sublimación del diagnóstico. Está constatado que las personas que tienen menos recaídas son las que no se toman la enfermedad con miedo o como un castigo.
-¿Cómo se prepara un médico para dar una mala noticia?
-No hay recetas para esto, depende de cómo intuyas que va a reaccionar cada paciente. Cuesta mucho, sobre todo cuando tienes enfrente a una mujer con un proyecto de vida que ella de momento cree truncado. Llevo 33 años y no me acostumbro, y el día que lo haga me iré a mi casa. Yo transmito a los residentes que se incorporan a la especialidad que hay que desarrollar la empatía. No se pueden decir las cosas como un oficio, y hay que explicarlo todo de forma comprensible, tomándose el tiempo que haga falta. Cuando escucho a un médico quejándose todo el día de que está cansado pienso que no debería continuar viendo pacientes.
-¿Cuándo surgió su vocación?
-Ya desde que era muy pequeña, porque me encantaba la misión de los médicos de ayudar a la gente. En un primer momento fue más por una cuestión humanística que por interés científico
-Tengo entendido que a sus padres no les convenció su proyecto de ser médico
-No, porque decían que era una carrera para gente muy pudiente y nosotros éramos una familia humilde en un medio rural. Mi padre trabajaba el campo y mi madre era ama de casa. Pero conseguí una beca salario en una institución gracias a la cual pude acabar la carrera.
-Compaginar la clínica, la investigación y la docencia universitaria debe tener un coste importante a nivel personal.
-Básicamente le dedico todo el día y no tengo tiempo para nada más. Pero no tengo ningún mérito porque me encanta lo que hago y no me supone ningún esfuerzo adicional. No necesito trabajar medio día para ganar dinero y poder ir a mis hobbies por la tarde. Mi hobby es mi trabajo.
-¿Es igual de fácil para una mujer que para un hombre destacar dentro de la medicina?
-Quizás he tenido que demostrar y esforzarme mucho más para conseguir los puestos, pero personalmente no he tenido sensación de gran discriminación. Todo lo que me he propuesto lo he conseguido, pero es cierto que hay a nivel general la discriminación existe. Lo veo hoy en día en gente joven con niños pequeños. Mujeres médicos que cuando tienen que ir a una reunión o a un congreso tienen que pensar con quien dejan a los niños, si con los abuelos o los tíos, porque el marido no está tan dispuesto.
-¿Hasta qué punto los recortes en Investigación y Sanidad pueden haber retrasado la lucha contra el cáncer?
-Los recortes han sido importantes, pero sus efectos se verán más adelante. Hay que decir de todos modos que en este país estamos demasiado acostumbrados a pedirle al Gobierno que nos pague la investigación, cuando deberíamos exigirle una ley del mecenazgo para que la sociedad y las empresas soportaran parte de la investigación con sus fondos a cambio de una compensación con deducciones tributarias.
-Usted que viaja habitualmente por todo el mundo, ¿qué valoración hace de la Sanidad Pública española?
-Puedo decir por experiencia que es de las mejores del mundo, y por eso tenemos que luchar con todas las armas para no perderla. No solo porque sea universal, sino porque es de máxima calidad, sobre todo en los hospitales públicos, que es donde tienen los medios diagnósticos y de tratamiento, incluso los de última generación. Cuando he querido dar un fármaco a un paciente lo he tenido porque he peleado para que me lo dieran.
-Entonces, ¿no hace falta irse a Houston?
-Cero, cero y cero.