¿Nos infectaremos todos por el SARS-CoV-2?

Que este sistema falle a la hora de prevenir la infección no es el fin del mundo. Carecer de anticuerpos neutralizantes efectivos no implica que otros anticuerpos puedan tener otras funciones

Ómicron: este es el mapa de países afectados por la nueva variante

prueba de Covid-19 de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) en un viajero en el Aeropuerto Internacional OR Tambo en Johannesburgo 27 de noviembre 21, después de que varios países prohibieran los vuelos desde Sudáfrica tras el descubrimiento de un nuevo Covid-19. variante Omicron. AFP

Estanislao Nistal Villán

El azote del riesgo asociado al incremento de casos, de hospitales saturados por covid-19 y de muertes parece un vuelta a la casilla de salida. Regresa la pesadilla del aumento de la incidencia en Europa y de nuevas variantes como ómicron.

Sin embargo, por mucho que la deriva mutante del virus ponga en duda la efectividad de las vacunas, existe un bagaje inmunitario individual y poblacional que ha cambiado irremediablemente el nivel de daños que el SARS-CoV-2 nos puede causar, a cada uno de nosotros y a la sociedad en su conjunto.

Las principales vacunas actuales frente al SARS-CoV-2 están diseñadas para generar inmunidad adaptativa frente a la proteína de superficie del virus. Esta inmunidad toma la forma de una gran variedad de clones de linfocitos B y sus correspondientes anticuerpos , así como de linfocitos T. Sin embargo, va más allá de los anticuerpos neutralizantes que previenen que el virus entre en nuestras células. Que este sistema falle a la hora de prevenir la infección no es el fin del mundo.

Tener un buen repertorio de linfocitos T permitirá la destrucción selectiva de las células infectadas.

Carecer de anticuerpos neutralizantes efectivos no implica que otros anticuerpos puedan tener otras funciones. Una función, por ejemplo, es cooperar en la identificación de células infectadas y ayudar a su destrucción. Estos sirven a modo de banderas que nuestro sistema inmunitario pone sobre las células infectadas para ser detectadas y atacadas por otras células como las células natural killer (NK), neutrófilos, monocitos y macrófagos.

Además, los linfocitos T son capaces de reconocer fragmentos de proteínas presentados en las células infectadas a través de los complejos mayores de histocompatibilidad de tipo I (MHC-I). Por eso, tener un buen repertorio de linfocitos T permitirá la destrucción selectiva de las células infectadas.

La eficacia de las vacunas se puede clasificar de tres formas: en función de su eficacia a la hora de prevenir la infección, eficacia a la hora de prevenir la enfermedad y eficacia a la hora de prevenir la muerte.

Las estrategias vacunales actuales son efectivas en prevenir la infección durante los primeros meses, pero la caída de anticuerpos reduce el posible bloqueo en la entrada del virus. A pesar de esto, por el momento las vacunas mantienen su efectividad a la hora de prevenir la enfermedad grave y la muerte. Una excepción a esta protección de enfermedad serían aquellas personas inmunocomprometidas.

Esto implica que, tarde o temprano, todos nos podemos infectar

En este escenario, y dada la capacidad evolutiva del virus, es probable que no contemos con herramientas efectivas para contener completamente la infección , pero sí sus consecuencias más dramáticas.

Sin embargo, la forma de afrontar esta infección cambia en aquellas personas que se han infectado o vacunado en comparación con las no infectadas o vacunadas. El coronavirus encuentra en las personas con inmunidad previa sujetos donde replicarse, pero lo hace con más dificultades en comparación con aquellas personas no vacunadas ni infectadas previamente.

Es probable que no contemos con herramientas efectivas para contener completamente la infección, pero sí sus consecuencias más dramáticas.

A medida que la población se vaya enfrentando al virus de forma natural, la estimulación en la producción de anticuerpos y células T frente a todas las proteínas del virus, no solo frente a la proteína S, va a permitir incrementar nuestra capacidad inmune frente al virus y futuras versiones de este.

De esta forma, la estimulación de las defensas frente a regiones conservadas de las 29 proteínas descritas del virus permitirá enfrentarse al SARS-CoV-2 con una eficacia similar a la que tenemos frente a otros virus respiratorios que nos visitan de manera recurrente.

Artículo publicado con originalmente en THE CONVERSATION.ES

Estanislao Nistal Villán, Virólogo y profesor de Microbiología de la Facultad de Farmacia, Universidad CEU San Pablo.

The Conversation

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